El gran ausente de la Feria del Libro de León: RLV

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuato a 26 de julio e 2021.-Una fuente allegada a Cultura me comenta que hay una orden irrestricta para no hacer caso a lo que diga el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador. “¿Hacer caso? No entiendo”, le reviro. “Sí. No seguirle el juego de lo que diga”, me responde. Y agrega: “En cualquier tema, eh. No hacer mención de nada. Si por ejemplo habla de Cultura tenemos la obligación de revertirlo con los temas que nosotros trabajamos: grandeza, por ejemplo. Y de allí nos vamos pa´delante”.

—“Entonces si el presidente lee un poema o habla de un autor ¿no lo siguen?”—.

—“No”—.

—“¿Ni cuando conmemoró el centenario de la publicación del poema “La Suave Patria” o bien cuando recordó el centenario luctuoso de Ramón López Velarde?”—.

—“No. Nada de eso”—.

—“¿De qué tan arriba viene la orden?”—.

—“¡Pues de arriba!”—.

—“Sí. Pero en jerarquías: titulares del municipio, del estado, de…”—.

—“Lo que pasa es que ustedes, los que le van a la 4T, quieren que todos sigamos la línea de la dictadura”.

—“Pero lo que yo planteo es un asunto de literatura: un poema, un autor. No tiene nada que ver con la propuesta política del cambio de régimen, menos con una dictadura”—.

—“Pues así las cosas”—.

—“Entonces no tener en el programa de actividades de la Feria del Libro alguna sobre la conmemoración de López Velarde responde a la orden de arriba”—.

—“Eso no lo sé. Tendrían que responder los organizadores de la feria”—.

—“Pero se apega al argumento de revertir para no hacerle el juego a…”—.

Mi interlocutor hace mutis. Ahora no quita la mirada del monitor que proyecta la presentación virtual de libros en turno en el Centro Cultural “Plaza de Gallos”. Luego saca el teléfono móvil del bolsillo de su saco y lo ve con ahínco. Consulta su línea de WhatsApp. Vuelvo a mencionar:

—“Ramón López Velarde no tiene nada que ver con la 4T ni con la política actual. Es un asunto de literatura, de poesía, de lectores”—.

—“¡Seguro! Pero lo choteó el presidente López”—.

—“Con choteo a ¿qué se refiere?”—.

—“Pues que ya lo quemó. Y no tenemos por qué hablar más del tema”—.

—“¡Es tabú!”—.

Sin mediar palabra alguna mi interlocutor voltea para atender a otra persona que le dice algo cerca del oído. Lamento no poder ver más allá de sus ojos por el uso obligatorio de los cubrebocas. Es decir, no puedo leer sus rostros. Pero me ayuda observar el movimiento de sus cuerpos. Lo que me dicen es que tienen un problema. Tal vez exagero, pero voltea y se despide intempestivamente. “Necesito atender otros asuntos”. Y se marcha.

Pienso entonces en la figura del poeta municipal y rusticano y su arrebato poético que lo liga e invade todo a cien años de su muerte: hasta la Presidencia de la República. Pero no aquí en la 32 Feria Nacional del Libro de León donde, dentro del equitativo, diverso e inclusivo programa general no existe una sola referencia al poeta jerezano: gala de nuestras letras, y también de las ajenas, a decir de Felipe Garrido.

Para nada ha bastado que Eduardo J. Correa editor leonés afincado luego en la Ciudad de México le publicara sus textos al joven abogado López Velarde en La Nación. Tampoco que en el relato “La avenida Madero” (1917), donde le toma el pulso único de la ciudad, narre su adicción a tan connotada calle de la Ciudad de México y recuerde “la virtud de los comerciantes del Bajío” así como “los tobillos arrogantes [de las mujeres] (…) [que] hayan menoscabado la salud de Celaya o de León”. O bien que el Pbro. Amando J. de Alba arandense de cepa, luego radicado en León en los años veinte del siglo pasado, se carteara con el joven poeta proclive a la carrera eclesiástica para aconsejarle sobre el quehacer de su poesía.

Ni qué decir que nuestro poeta nacional Francisco González León don Pancho «el Boticario» desde Lagos de Moreno, Jal. amigo del poeta leonés José Ruiz Miranda fuera elogiado por nuestro loado autor al escribir el prólogo al libro Campanas de la tarde. Al respecto la maravillosa reunión de Poemas (FCE, 1990) de Francisco González León  compilado por Ernesto Flores consigna lo siguiente:

“En 22 de marzo de 1921, tres meses antes de la muerte de López Velarde, Pedro de Alba se comunica con el poeta de Lagos. Ramón López Velarde y yo hemos leído juntos todos sus poemas. Por tratarse de usted hemos sido exigentes; quien es capaz de producir las maravillosas que hace, debe dar un libro acabado y homogéneo y con esa idea hicimos la selección. El libro se llamará Campanas de la tarde, para aprovechar una denominación que le es grata y que es completamente suya…

(…) Ahora que leíamos Ramón y yo, a cada momento me decía él: “Estas cosas solamente González León las hace: son sencilleces de Francis Jammes y elegancias de Samain, son finuras francesas; vamos a ver qué dice la plebe literaria de todas estas bellezas”.”.

Es la plebe literaria, o sea los lectores de a pie, los que estamos alejados de la consejería literaria de los booktubers, tiktoktubers; los que no tenemos nada que ver con los que hacen couching de poesía o literario; los que no vemos la relación entre la gimnasia con la magnesia literaria (léase: la política cultural literaria versus la politiquería cultural conspiracionista); sabemos de la importancia de conmemorar (leyendo, claro) a Ramón López Velarde.

Por eso no creo que la ausencia del preclaro poeta sea por seguir la línea institucional de muy arriba para no recordarlo en la Feria del Libro por culpa del presidente de la República. Más bien responde a que los programadores, funcionarios en turno del Instituto Cultural de León, ICL no se especializan en literatura. De allí que términos como: parteaguas, feria integradora, edición sin precedentes, sean vocablos —políticamente correctos— que responden a una línea discursiva que les acomoda bien en el sistema cultural del Municipio en la ya consabida frase: “De la periferia al centro”.

Así pues, el “nuevo formato” de la feria —híbrido y multisede— que invita a recorrer a los parroquianos el Circuito FeNaL junto con sus colaboradores interinstitucionales, responde no a los lectores de a pie sino a la derrota de la palabra ya que se ha divorciado del espíritu integrador, para decirlo en palabras de López Velarde.