La continuidad con cambio es Marcelo

Nadie puede negar hoy por hoy que MORENA es el partido de mayor representación en el País, así lo muestran las 21 Gubernaturas que hasta el momento administran y están por crecer a 22 (si mis predicciones no fallan de que le arrebataran al PRI el Estado de México), asestando con ello el tiro de gracia a la joya priista y consolidándose con miras a la elección presidencial.

Propios y extraños avizoran de manera anticipada que el 2024 es por demás probable que el partido de Izquierda refrende la Presidencia de la República, igualando con ello los dos sexenios de “alternancia panista”.

¡Nada mal para un partido que no lleva ni 10 años de existencia!

La pregunta es en todo caso:

¿Quién encabezara la segunda presidencia de la república de color guinda?

Ante la pobre oposición que hay en el establishment político los reflectores se han cargado sobre los aspirantes de la izquierda, las apuestas corren en favor de las llamadas “corcholatas” principalmente Claudia y Marcelo, un poco más rezagado Adán Augusto y Ricardo Monreal.

Claudia y Marcelo, ambos fundadores del obradorismo, con fuerte presencia entre las bases morenistas y en la CDMX; Claudia como una de las discípulas más apreciadas del Presidente de la República y con el enorme reto de Gobernar la ciudad más grande de Latinoamérica y Marcelo como el compañero más acreditado de Andrés Manuel y con una buena gestión cuando fungió como Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Claudia más apreciada en los fundamentalistas y radicales del obradorismo, Marcelo un tecnócrata de amplio sentido social, progresista y con una trayectoria forjada en el reconocimiento nacional e internacional.

¿Qué perfil necesita México? ¿Qué aspirante garantiza la continuidad de MORENA?

EL PRIATO.

La cuarta transformación desde sus inicios se anunció como una nueva era en la política mexicana, cuya única misión es revertir el daño ocasionado por el periodo neoliberal, sin embargo, igualar los más de 70 años que gobernó la corriente revolucionaria (PRM – PRI) requiere algo más que buenas intenciones y deseos.

El PRIATO fue definido por el politólogo Giovanni Sartori como un “Sistema de partido Hegemónico”, el premio nobel Mario Vargas Llosa dio en el clavo al llamarla “La Dictadura Perfecta”, lo cierto es que ese periodo de 70 años en el que pasamos de la inestabilidad pos – revolucionaria al periodo de desarrollo conocido como el “milagro mexicano” y la posterior desigualdad social producto de la corrupción y el alejamiento al bienestar social resulta difícil de igualar.

¿Cuál fue la fórmula para durar tanto tiempo?

Fueron muchos los factores que permitieron la permanencia de una corriente política durante 70 años al frente del gobierno, aquí algunas explicaciones:

  • UN PAÍS NACIENTE. – México era un país que no conoció la estabilidad ya que durante el primer periodo de su existencia a penas y logro sentar las bases para su libertad con las amenazas de guerras e invasiones, es hasta pasada la revolución que se da pie a un desarrollo democrático.
  • LA POLITICA DE UN PAIS DENTRO DE UNA SOLA CORRIENTE. – El estado de bienestar social que propicio el desarrollo de nuestro país creó una cierta estabilidad social que apenas y tenía disidencia con la conformación del Partido Acción Nacional, toda la política se suscitaba dentro de la institucionalidad del partido hegemonico.
  • UNA VOCACIÓN DE CONTROL. – La postura de centro – izquierda adoptada desde el nacionalismo revolucionario, privilegiaba la estabilidad de un sistema político dominado con un férreo control del acceso al poder.

La hegemonía fue posible gracias a que en gran parte el partido hegemónico se autorregulaba de manera orgánica, es decir tenía entre sus distintos cuadros una gran variedad de liderazgos acorde al momento histórico que se estaba viviendo.

Dentro del Partido Revolucionario Institucional existían corrientes al interior, atesorando una gama variada y distinta de perfiles, personalidades: LOS VERDES por ejemplo era aquella militancia que sin ser sectorizada estaba más a favor del impulso empresarial, con una vocación más conservadora en pro de la estabilidad y desarrollo del País, mientras que LOS ROJOS eran aquellas organizaciones incluso sectorizadas que recogían los ideales de la revolución rayando en el entonces temido comunismo o más a una izquierda progresista.

El PRI aglutinaba bajo un mismo techo ala derecha moderada y a la izquierda más recalcitrante, cumpliendo así el objetivo de estabilidad con el que fue diseñado, lo mismo tuvo en su historial a presidentes como Lázaro Cárdenas y Adolfo Ruiz Cortines que sobresalieron por su austeridad y apego a la justicia social, que también tuvo a presidentes como Manuel Avila Camacho y Miguel Alemán que gustaban del apoyo empresarial y el apoyo norteamericano.

En pocas palabras el PRI ejerció con habilidad extraordinaria un equilibrio de intereses, presiones políticas y sociales que trastocaban lo ideológico, cuesta trabajo creer que es el mismo partido que en Guanajuato suplica una coalición con el partido de derecha para mantener el registro, calificándolo de vida o muerte, en fin, así la tragedia revolucionaria.

LA NUEVA ERA – EL “MORENATO”.

Inaugurar una nueva era política en nuestro país requiere de ese equilibrio y atemperamiento que logro el PRI en el siglo pasado, será necesario que todas las expresiones sociales encuentren cabida en un partido hegemónico para garantizar su permanencia, la constante radicalización y el cierre a la inclusión bajo el pretexto que sea, solo garantiza fomentar la fecha de vencimiento.

En este sentido nadie puede negar que la persistencia de Andrés Manuel dio frutos logrando romper el status quo político y coronando estrategias sociales en favor de su proyecto de nación, las fobias y filias no deben de nublar el reconocimiento de que el señor logro romper la inercia tecnócrata y neoliberal de los últimos gobiernos, y lo hizo con ligera facilidad evidenciado la desigualdad social y el abandono a los más necesitados, argumentos suficientes para ganar con la holgura que dan 30 millones de simpatizantes en el 2018.

Pero ya lo dijo Gengis Kan: “Conquistar el mundo a caballo es fácil, difícil es desmontarse y gobernar”

Al respecto la tarea de gobernar ha dejado en claro que suele traer incongruencias naturales, si bien ha logrado imprimirle un nuevo sentido de justicia social que tanta falta le hacía a México recuperar, es innegable que la tarea de gobernar le ha sido mucho más compleja.

Ahora bien, regresando a nuestra premisa inicial ¿Qué aspirante garantiza la continuidad de MORENA?

Al respecto considero que Marcelo Ebrard significa esa ecuanimidad, equilibrio y moderación que tanto necesita MORENA, siendo un hombre de comprobada lealtad en la lucha social que comandó Andrés Manuel, basta con recordar que ha sido su sucesor en la jefatura de gobierno, además de que su compromiso con la izquierda y la progresividad de derechos los ha dejado plasmados en acciones de gobierno verificables cuando fue jefe de gobierno.

Pero además uno de sus grandes atributos es el prestigio que le antecede, propios y extraños reconocen la altura política y los buenos resultados que ha cosechado en su larga trayectoria. Los empresarios, la iglesia, la comunidad internacional, los colegios y hasta los partidos de oposición reconocen que sería la única opción dentro de MORENA para consolidar la Cuarta Transformación.

Por todas estas razones #ConMarceloSí