El sublime ocio de vivir de Susanne Smolinska

La escritora Susanne Smolinska en charla con Juancarlos Porras y Manrique, columnista de arte y cultura en Platino News

Mi querido y admirado poeta Thomas Merton escribió en su célebre obra La montaña de los siete círculos que: “Después del latín, me parece que no hay lengua tan apropiada para la creación y para hablar de Dios como el español, pues es una lengua a la vez fuerte y ágil, tiene su precisión, tiene en sí la cualidad del acero, que le da la exactitud que necesita el verdadero misticismo y, empero, es suave, también gentil y flexible, lo que requiere devoción, es cortés, suplicante y galante; se presta, de modo sorprendente, muy poco a la sentimentalidad. Tiene algo de la intelectualidad del francés; nunca desborda en las melodías femeninas del italiano. El español no es nunca un idioma débil, nunca flojo, aun en los labios de una mujer”.

Quiero decir, apela de lleno al organismo verbal que suscita la poesía.

Y de allí obtenemos, desde el contenido, los latidos en el río del lenguaje (Octavio Paz dixit) que linda, desde siempre para algunos lectores, en la consabida “idea de que las palabras sólo son un álgebra de símbolos [que] procede de los diccionarios”. (Arte poética (seis conferencias) de Jorge Luis Borges).

Entonces rondamos las maneras de escribir poesía: estilo llano o estilo recargado. Pero lo que importa es el hecho, sigamos a Borges, que la poesía esté viva o muerta, no que el estilo sea llano o recargado. Y eso depende del poeta.

En el caso particular, la disposición de palabras en El sublime ocio de vivir (2020) de Susanne Smolinska, cada palabra vale por sí misma y esto hace que cada palabra sea única.

Pero, ¿dónde encontramos la fortaleza y agilidad del trabajo citado? Sin lugar a dudas en los orígenes de los sueños que bordan hacia la libertad:

Soy del tiempo como la melancolía, y del aire como la nostalgia.

Soy del cielo y sus nubes, de la lluvia cuando me habla de tu piel, del hielo cuando me poso en tu boca.

Soy del mar y sus olas, de la tierra y sus montañas, estoy hecha de acordes y recuerdos, de compañía y soledad, de soledad en compañía.

Linda también la precisión del tiempo donde se charla el verso donde se ha tenido “uno de esos días”:

Aquellos donde el tiempo se detiene y miras hacia atrás, pensando si lo correcto es el camino que viene o aquel que dejaste a la mitad del recorrido.

“Uno de esos días” donde prefieres el aroma de los libros viejos a cualquier poema virtual.

Donde te preguntas el verdadero sentido de la vida, y eliges a la nostalgia como aliada.

Donde pierdes la mirada, y prefieres callar para evitar cualquier sarcasmo innecesario.

Donde añoras sin siquiera entender ¿por qué? o ¿qué? precisamente.

El sublime ocio de vivir consiste en saber escuchar la resonancia de nuestro corazón y el de nuestra autora a través de sus palabras.

Dejemos que nos lleve por la senda de sus recuerdos