Todos nos paralizamos (Primera de tres partes)

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Salieron a flote las debilidades y las fortalezas quedaron como adormecidas. Fueron nulas las oportunidades y las amenazas se dimensionaron en grado superlativo.

Veíamos a China muy lejos y la verdad, la mayoría no tenía ni idea de que existiera una ciudad llamada Wuhan. Así que al menos en México nos llenamos de memes, de bromas, quizá anticipando un nerviosismo, pues así es la forma en que el mexicano afronta las calamidades para hacerlas más llevaderas.

El mexicano se ríe de la muerte, pero no la afronta, le cuesta trabajo hablar serenamente de esto y en general no es una charla de sobremesa, menos delante de los menores o de los viejos, menos si es enero o febrero, pues desviejadero. Más pronto que tarde llegó a Italia y a España y aunque lo veíamos lejos empezó a sentirse cerca, no se diga de los primeros casos del país y de uno y otro y otro país.

Salimos corriendo a buscar cubrebocas, gel, pero todo se había agotado, y en cuanto se dijo que algo de lo que servía era el paracetamol, lo compramos de mayoreo, así como papel de baño, despensa, agua, cada quien, de acuerdo a sus capacidades económicas y acorde al tamaño del miedo, porque, a decir verdad, sufrimos un pánico colectivo.

Varios conocidos pusieron en las redes sociales que estaban muy espantados, que tenían miedo, que estaban muy preocupados. Yo en mi calidad de profesional en el área de la salud mental, o como ahora se dice, en el área psi, me puse en contacto, vía telefónica con dichos amigos, para brindarles un poco de apoyo profesional. Claro que no cobre por eso.

Hubo necesidad de romper la ortodoxia, Freud seguramente lo hubiera hecho, bueno, lo hizo en muchas ocasiones, pues el buscar a los conocidos, o a los pacientes no solo fue fundamental, fue humano, académico, imperante, aunque el canon del psicoanálisis no lo marque así.

Las sesiones por videollamada rompieron los protocolos, cierto, aumento la transferencia y la contratrasferencia. Los analizados iniciaban con un ¿cómo está? Y se despedían con un cuídese. Lo que nunca había escuchado en años de analizante y ahora, con la nueva normalidad ya no lo dicen. Llenan sus minutos con sus cosas y sigo, de nuevo, siendo un escucha, cercano y distante, conocido por las sesiones y desconocido de mi privacidad.

Fueron intensos los debates con colegas mexicanos y latinoamericanos respecto a la aplicación de las pruebas psicológicas mediante videollamadas, tanto a pacientes como por los peritajes en el área de la Psicología Jurídica y Forense. Hubo que hacerlo, aunque yo, en su momento opine que no era la mejor opción, pero era la opción por la cuarentena obligada. Aún sigo opinando que no es lo más adecuado.