Todo se va relajando

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Nos han puesto de ejemplo, casi hasta el cansancio, a los japoneses y a un montón de países y culturas. Claro que comparan lo mejor de ellos contra lo peor de nosotros. Pero lo mismo sucede con otros países y otras culturas.

Desde hace muchos años, hemos oído de la disciplina del Japón, de la inteligencia de los alemanes, de lo creativo de los italianos, etc. Y toda una cultura “bananera” ha denostado a nuestro país. Flojos, displicentes, machos, refiriéndose peyorativamente a los hombres y a las mujeres.

Lástima que ahora lo tengo que aceptar pues en estos meses de “encierro” que hemos tenido, eso ha aflorado. El mexicano tal como es, retratado de cuerpo completo.

Nunca se respetó, por la mayoría de la gente las medidas sanitarias a carta cabal, y no me refiero a los que tuvieron que salir a trabajar para comer.

Me refiero a los que se les paga por hacer trabajo desde casa, a los niños que salen con sus papás a horas de clases virtuales, a los jóvenes que pasean por las plazas o han llenado las playas en días de clases en las universidades que les pagan a los maestros por dar clases a distancia, a los adultos que se han juntado con sus amigos en restaurantes o bares, a las familias que han festejado todas, pero todas las fiestas.

De ellos, he visto publicar en las redes sociales sus reuniones, diciendo siempre: “cuidamos todas las medidas”, ja ja ja, cretinos, hacer lo que hacen es descuidar todas las medidas. Pero esos mismos, en las mismas redes sociales, han criticado los resultados de las medidas que toman sus autoridades. Así es en todos los países, no hay mucha diferencia.

Todo se ha ido relajando y cada día se acatan menos las medidas sanitarias. En pro de la libertad, de el nuevo orden mundial, de que esto es solo para manipularnos, para matarnos, para controlarnos.

Estamos, parafraseando a Savater: a expensas de la dictadura de los ignorantes, o como bien lo ha dicho Sor Juana: el niño que pone el coco y luego le tiene miedo.

Tenemos todo para salir adelante y quizá por eso lo menospreciamos, lo echamos por la borda. La primera y más grande de las responsabilidades es con uno mismo, pero justo esa es la que no se cumple.

Yo me cuido y te cuido, pero te pido que haya reciprocidad, cuídate y cuídame.