Temporal

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Lo mejor que el mundo tiene está en los muchos mundos que el mundo contiene, las distintas músicas de la vida, sus dolores y colores: las mil y una maneras de vivir y decir, creer y crear, comer, trabajar, bailar, jugar, amar, sufrir y celebrar” –Eduardo Galeano–              

“Voy a decirte algo: Los pensamientos, nunca son honestos. Las emociones, sí” – Albert Camus

La vida se nos presenta de manera inédita y sorpresiva. El asombro y la curiosidad ante la realidad se enfrentan a los hechos y a las circunstancias. Las personas actuamos desde lo que somos, ya Sartre dijo “Cada hombre (mujer) es lo que hace con lo que hicieron de él (ella)” y esta claro queramos o no, que desde que nacemos nos asignan un nombre, unas creencias, unas costumbres, nos dan palabras y con ello el lenguaje, lenguaje que no es propio, es dado por un “otro”.

En el trayecto de la vida el desafío será el poder tener una palabra propia, una palabra nueva desde lo que vamos siendo, esto es, tener una palabra que sea nuestra y que represente con cierta fidelidad nuestra historia y lo que ha implicado el ejercicio de nuestra libertad, que al fin de cuentas es la suma de nuestras decisiones y el asumir o no las consecuencias de nuestros actos y que implica más una vez, el darle una buena poda a nuestro árbol genealógico, y que vaya que las estructuras familiares y lo que sucede ahí, es en mucho, un lugar en que se definen muchas cosas sobre lo que somos y lo llegaremos a ser, sin fatalismos y sin determinismos.

Es cierto, también que ahí en esa historia de vida se moldea por así decirlo la consciencia y se estructura como lenguaje, así mismo, el inconsciente toma su lugar, si es que tiene alguno, y lo hace en la complejidad del entorno familiar, socio político, económico y medio ambiental, a la vez de tomar nuestra historia biológica como sustrato, es eso del ADN y la herencia, que hace que se expresen nuestros rasgos fenotípicos que serán parte importante del entramado del auto conocimiento y de la aceptación del cuerpo como territorio y como espacio, continente de vida propio y único, que delimita un adentro y un afuera y nos permite el diálogo interior y el tener una voz con la que interactuamos con los demás y con lo que vamos creando una narrativa desde el lenguaje, desde el deseo y de “eso” que podemos llegar a ser, si es que nos damos a la tarea de descifrar y comprender eso que hicieron con nosotros, y integrar ese “otro” al que siempre deseamos querer ir siendo, asumiendo y aceptando que somos lo que elegimos ser.

Ahí es que entran los pensamientos y las emociones, en ese “momento” esta la posibilidad de hablar y de nombrar eso que se siente y se piensa, “eso” que se convierte en una historia que crea una narrativa que se modifica día con día, hora tras hora, minuto tras minuto, segundo tras segundo inexorable y que busca desde un “yo” ajustarse al contexto y las situaciones específicas por las que pasamos todas las personas.

El dilema aparece y esta entre lo que creamos para dar sentido a nuestras preguntas y a nuestras angustias y lo que somos en sí, y de ahí, que analizarse, es hacer un proceso que requiere voluntad y de ir en contra del “arreglo” que hacemos de nuestra historia para esconder, negar, falsear, mentir, encubrir, inventar, engañar a nuestra propia consciencia en la dinámica necesaria de ir comprendiendo al final de cuentas lo que somos y distinguir aquello que nos fue definiendo, aquello que se convirtió en vínculo y deseo, y del amor que seguimos anhelando como enigma y como falta, y también como esperanza. La psicoterapia escribió Viktor Frankl “es una confrontación con uno mismo, donde más que una lucha, ha de haber una reconciliación”.

Fernando Pessoa escribió este poema que como poeta dice de mejor forma esto implica sentir y pensar, en ese proceso de conocerse y dar valor a nuestra existencia, y a la de ser conscientemente responsable una vida que merece ser vivida con dignidad, decoro, dicha y felicidad. Las crisis, los duelos, las pérdidas y el dolor humano son reales en cada historia personal, pero también, el poder entender sin falsos relativismos o reduccionismos simplistas, todas esas penas y sufrimientos son temporales, en tanto que las podemos ir integrando a nuestra consciencia, en una narrativa que nos libera y en la que podamos contarlo vivido, ya sin dolor y esto, en tanto que las ausencias, los abandonos, y las pérdidas las hacemos presentes en esa nueva narrativa que nos lleva a pensarnos en ser la mejor versión de nosotros, de nosotras, luego de que pasa un “temporal”.

Tengo tanto sentimiento

Tengo tanto sentimiento

que es frecuente persuadirme

de que soy sentimental,

más reconozco, al medirme,

que todo esto es pensamiento

que yo no sentí al final.

 

Tenemos, quienes vivimos,

una vida que es vivida

y otra vida que es pensada,

y la única en que existimos

es la que está dividida

entre la cierta y la errada.

 

Mas a cuál de verdadera

o errada el nombre conviene

nadie lo sabrá explicar;

y vivimos de manera

que la vida que uno tiene

es la que él se ha de pensar.