Siguen los elevados costos de la lucha contra la inflación

Alejandro Gómez Tamez es economista y especialista en el análisis finaiciero.

La industria manufacturera es motor de desarrollo nacional, es la actividad que produce la mayoría de los bienes que consumimos, desde alimentos procesados hasta computadoras. Es la industria que produce las maquinas que se utilizan en cientos de procesos productivos, además de generar el 90% de las divisas por concepto de exportaciones. Es una actividad muy importante y los países no se pueden dar el lujo de perderla o debilitarla; en ese sentido vemos países arrepentidos de sus decisiones pasadas, como los Estados Unidos, que ahora realizan costosos esfuerzos por regresar a su país algunos procesos manufactureros, con un éxito muy moderado.

En el caso de México, producto de varios factores, entre los que destaca la fortaleza del peso, hemos visto como se desacelera la tasa de crecimiento del volumen físico de las manufacturas. Después de la crisis económica causada por el virus chino SARS-CoV-2, la manufactura nacional creció 8.6% en 2021 y aumentó 5.2% en 2022, pero en el acumulado de los primeros seis meses de 2023 la tasa se redujo a apenas 2.0%.

Si se analiza el comportamiento del volumen físico de producción manufacturera a nivel mensual, la desaceleración es más evidente. Mientras que en septiembre de 2022 creció 8.4%, para enero de 2023 había bajado a 4.7%, en abril fue 1.4% y en junio sólo 0.8%.

La desaceleración, causada por un tipo de cambio que mantiene al peso sobrevaluado, también se puede ver en el desempeño del sector exportador manufacturero. Es verdad que hay otros factores que inciden en el dinamismo de las exportaciones de manufacturas, pero llama la atención que la tasa de crecimiento de éstas pasó de 16.6% en el comparativo de 2021 a 2022, a sólo 6.1% entre los primeros seis meses de 2022 y los mismos meses de 2023.  

El dato de un aumento de 6.1% en las exportaciones manufactureras oculta lo que está sucediendo en ciertas industrias, en las que el valor de las exportaciones de hecho ha disminuido. De acuerdo con cifras del INEGI, en el comparativo del primer semestre de 2022 al mismo trimestre de 2023, las siguientes actividades muestran disminución nominal en el valor de sus exportaciones (en paréntesis se indica el porcentaje de disminución): Siderurgia (-18.5%), Industria de la madera (-17.6%), Minerometalurgia (-8.1%), Química (-5.4%), Productos plásticos y de caucho (-5.2%), Maquinaria y equipo especial para industrias diversas (-3.4%), y Productos metálicos de uso doméstico (-2.1%).

Reitero que, si hay otros factores, además del tipo de cambio, que inciden en el desempeño manufacturero y de las exportaciones. Sin embargo, es innegable el efecto negativo que se causa en la industria con un dólar en 17 pesos, ya que los productos hechos en México se encarecen frente al resto del mundo, mientras que los extranjeros se abaratan, provocando un desplazamiento de la producción nacional en los mercados internos y externo. Además de que la disminución del tipo de cambio, por lo general sólo provoca que los márgenes de utilidad de los importadores/comercializadores se amplíe.

Hemos señalado en pasadas entregas que la fortaleza del peso es principalmente coyuntural. Si hay factores, como la entrada de inversión extranjera, que dan soporte al peso, pero el factor principal de la fortaleza de nuestra moneda es el diferencial de tasas de interés entre México y los demás mercados, en especial el de Estados Unidos. Muestra de ello es que recientemente cuando Fitch Ratings bajó la calificación de la deuda de nuestro vecino del norte en un escalón a AA+, el dólar subió de 16.68 pesos el 28 de julio hasta 17.30 pesos por dólar el 3 de agosto. En otras palabras, los mercados se pusieron nerviosos y “la fortaleza” del peso se esfumó por unos días.

Las altas tasas de interés en México (11.25% la tasa objetivo del Banco de México y la tasa de Cetes a 28 días al momento de escribir estas líneas) son producto de la lucha contra la inflación por parte del Banxico y no obstante que la inflación general ha bajado de manera importante, no se ven señales de que los miembros de la Junta de Gobierno del banco central vayan a bajar las tasas pronto, lo que da elementos adicionales de fortaleza al peso mexicano.

El INEGI recién informó que en julio de 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) aumentó 0.48% respecto al mes anterior y con este resultado, la inflación general anual se ubicó en 4.79%, nivel muy por debajo del 8.15% anual observado en julio de 2022 y también por debajo de la inflación anual de 5.06% observada en junio, por lo que en julio de este año se alcanzó la inflación más baja desde marzo de 2021.

La inflación subyacente de julio de 2023 se ubicó en 6.64% anual, mientras que la inflación no subyacente fue de -0.67% a tasa anual. Hay que recordar que la meta inflacionaria del banco central es de 3.0% anual con un margen de un punto porcentual.

El nivel de la inflación subyacente es lo que provoca que el Banxico sea renuente a considerar a disminuir su tasa de interés objetivo, a pesar del daño que se le causa a los exportadores y a la planta manufacturera en general, por el abaratamiento de los bienes importados (para los importadores).

De acuerdo con el Comunicado de Prensa emitido el 10 de agosto, en el que se informa la más reciente decisión de política monetaria por parte del Banco de México, se menciona que  la Junta de Gobierno del Banco de México decidió mantener el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día en 11.25%. Se reconoce que desde la última reunión de política monetaria, las inflaciones general y subyacente anuales siguieron descendiendo. Sin embargo, ambas se mantuvieron elevadas al situarse en julio en 4.79% y 6.64%, respectivamente. El componente no subyacente continuó en niveles históricamente bajos, al ubicarse en el mismo periodo en un nivel atípico de -0.67%. Para 2023, las expectativas de inflación disminuyeron. Las de mayor plazo se mantuvieron relativamente estables en niveles por encima de la meta.

El Banxico ve como riesgos al alza en la tasa de inflación a los siguientes posibles eventos: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) depreciación cambiaria ante eventos de volatilidad financiera internacional; iii) mayores presiones de costos; y iv) presiones en los precios de energéticos o agropecuarios. Por su parte, ve como riesgos a la baja a los siguientes posibles eventos: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) un menor traspaso de algunas presiones de costos; iii) que la apreciación del tipo de cambio contribuya más de lo anticipado a mitigar ciertas presiones sobre la inflación; y iv) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. Y dentro de todo este universo de posibilidades de cosas que pueden pasar, el banco central considera que son mayores los riesgos de un rebote inflacionario (riesgos al alza) que los riesgos de que la inflación baje de manera más acelerada de lo que se espera (riesgos a la baja).

Desde este espacio hemos señalado que buena parte de la naturaleza de la inflación en México es de origen externo, pero el Banxico sigue apretando la política monetaria como si eso fuera incidir en los precios mundiales de los alimentos, en los precios de los commodities, en la inflación de nuestros principales socios comerciales, entre otros factores que siguen presionando la inflación mundial y contaminando a la de México.  

Para terminar, quisiera compartir un par de comentarios que he recibido por parte de fabricantes nacionales y que sin duda transmiten la creciente problemática por el peso sobrevaluado:

1.    Creo que es tiempo de recordarles (al Banxico) que el tener una tasa (de interés) tan alta provoca una sobrevaluación del peso , que nos quita competitividad para exportar, y provoca un incremento deficitario en lugar de tener un incremento en el superávit, además las altas tasas (de interés) sangran le economía, por lo que deberíamos presionar a que las tasas bajarán, sabiendo que serían 3 efectos favorables: el tipo de cambio sería más adecuado para que el país aumente su superávit (comercial), la economía dejaría de sangrarse (por altos costos financieros), y quizá el más importante, se podría aprovechar más de la capacidad instalada del país, evitando con eso despidos masivos y mayor pobreza que conlleva e inseguridad al perder la gente su empleo .

2.    Interesante este artículo que salió el día de ayer en el periódico Reforma. Esto es una realidad que estamos viviendo y que debiera de haber un consenso entre la industria de la proveeduría y la industria zapatera, ya que la mayor parte de los insumos para la proveeduría bajaron de costo por el tipo de cambio, pero esto no ha sido reflejado en los precios de los materiales de la proveeduría de la industria zapatera. Los incrementos en materiales diversos, como forros, plantillas, suelas, etc. sufrieron importantes incrementos en el 2021 y 2022.  Con esta baja en el costo del USD, estos precios debieran de tener un decremento que permita que sigamos siendo competitivos a nivel nacional e internacional. La baja del dólar no se traduce en disminuciones de precios ni de proveeduría, ni de los bienes de consumo final, solo eleva las utilidades de los importadores.

A manera de conclusión podemos decir que es evidente que el país sufre una desaceleración manufacturera importante y que esta se debe principalmente a la fortaleza del peso frente al dólar. El Banxico sigue trabajando en función de su mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo de la moneda, sin consideraciones respecto del daño que se le causa a los diferentes sectores productivos, en especial al manufacturero. Mientras tanto, los importadores y comercializadores de productos importados viven en el mejor de los mundos porque compran sus productos más baratos y los siguen vendiendo al mismo precio de antes, perjudicando a fabricantes nacionales y consumidores.