Se terminará prohibiendo todo

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Esgrimiendo la cimitarra de lo bueno y lo malo y con una miopía atemporal, se juzgan obras, hecho y acciones, que a los ojos de hoy son no son bien vistos.

Desde antes de la invención de la imprenta, ya existían libros prohibidos, de hecho, el Vaticano desapareció algunos escritos de Cicerón y con la inquisición, muchos libros se imprimían fuera de España, pero se vendían en el “mercado negro” a españoles ávidos de dichas lecturas.

Ahora nos escandalizamos del “índice” de la iglesia católica, en el cual se encontraban decenas de libros prohibidos, algunos desde hace 500 años y otros de épocas recientes, por tener contenidos no propios para un buen cristiano. (eso se argumentaba).

Después de la revolución francesa, nos congratulamos por las libertades adquiridas y años después, quedó consagrada la libertad de expresión como un derecho humano.

Tenemos la libertad de decirlo, de escribirlo, de filmarlo, etc. y tenemos la libertad de o consumir eso si no queremos. Fue un triunfo social relativamente reciente y así lo entendimos, lo gozamos y lo defendimos.

Pero ahora, con lo socialmente correcto, se retoma el “índice” y los flamígeros mentecortistas quieren prohibir obras, películas, monumentos, etc., recientes o pasadas. Mismos que seguramente representan lo que ellos no quieren, no les gusta o ¿por qué no decirlo? Se cimbran sus estructuras psíquicas que dejan de manifiesto no solo sus limitaciones sino sus ímpetus totalitarios, dicen: yo sé lo que es bueno y lo que es malo.

Al paso que llevamos, se terminará prohibiendo todo, no se podrá hablar de nada, no será adecuado comentario alguno, ni en público ni en privado pues, siempre habrá alguien a quien no le parezca correcto algo, aunque eso se haya dicho ayer o hacer muchos ayeres.

He buscado con mente y ojos perversos la maldad en muchas obras del “índice” de la iglesia católica y la verdad no encontré cosas dañinas, en muchos casos eran hasta divertidas, incluso para la época en que fueron escritas.

Seamos respetuosos y si alguien o quiere leer algo, ver algo, no lo obliguemos, pero que se nos respete y no se nos prive a los que sí queremos saber lo que piensan, lo que dicen o han dicho otros en otras partes del mundo y en tiempos presente o pretéritos, pero que no se catalogue en el “nuevo índice”