Respuesta ejemplar de los bancos de México ante la pandemia

Jorge Marcelino Trejo Ortiz
Maestro Jorge Marcelino Trejo Ortiz, presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato

Por ahí del 23 de marzo de este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) advertían de una recesión mundial sin precedente, provocada por la pandemia de la COVID-19, pero hacían un llamado a la unidad y a la solidaridad entre las naciones para iniciar la recuperación en 2021.

Una de las propuestas del FMI y del BM fue la moratoria a las deudas de los países más pobres y vulnerables, además de un fondo de un billón de dólares para apoyos en créditos blandos a quien lo requiriera.

Hoy vemos que los costos de la pandemia por el nuevo coronavirus son inconmensurables en todo el mundo, sin dejar de lado a nuestro país, en todos los sectores de la economía. El llamado del FMI y del BM conminaba a los gobiernos de las naciones a trabajar juntos para proteger a las personas y limitar el daño económico.

Desde antes de la fecha referida, se exhortaba a reforzar los gastos en los sistemas de salud, a enfocarse en las redes de seguridad social y proteger las fuentes de trabajo y por ende a los trabajadores.

No se dejó de lado el exhorto a considerar el frente fiscal de los países, con medidas de apoyo a las plantas productivas, ante la previsión de las caídas del producto interno bruto.

En México se tomaron medidas emergentes por parte de los tres órdenes de gobierno y que aún no han terminado de ajustarse, especialmente para disminuir, en todo lo posible, la pérdida de empleos.

Por fortuna y motu proprio, la banca en México reaccionó con prontitud para hacer frente a los impactos por la contingencia de la COVID-19.

La Asociación de Bancos de México (ABM) envió sus propuestas a la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), entre las que destacaron el apoyo a los usuarios en establecer prórrogas en el pago de créditos vigentes, sin consecuencias negativas para los historiales crediticios.

Todos los bancos se sumaron a esta iniciativa y al momento han sido ejemplo a nivel internacional de la manera en que se han ido aplicando. Benefician a las personas físicas sujetas de créditos automotrices, personales, de nómina, tarjetas de crédito, e hipotecarios de vivienda o construcción de vivienda, entre otros.

Solo quien ha perdido su empleo o ha disminuido su nivel de ingreso por el paro de empresas y fuentes de trabajo formal o informal, puede entender el gran alivio que representan estas prórrogas de hasta seis meses, sin que existan intereses moratorios.

Los beneficiarios pueden utilizar los recursos destinados al pago de esos créditos a necesidades más urgentes, como es la alimentación y pago de servicios básicos. Estos apoyos son un respiro y una tranquilidad psicológica.

Los apoyos no han quedado ahí; hoy la banca mexicana también promueve los créditos empresariales y PyME, bajo condiciones favorables de plazos e intereses, que representan una posibilidad más, ante las limitaciones que han tenido los gobiernos para cubrir todas las necesidades.

El exhorto de las Naciones Unidas, a través del FMI y del BM, a la solidaridad y a la cooperación, encontró eco en un sector esencial para la supervivencia de la economía nacional: los bancos mexicanos.