Que nadie se canse

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Es ya sólo un formulismo todo eso de la sana distancia, del uso de cubrebocas, de protegernos uno a los otros, de la burbuja familiar.

Seguramente todos conocemos muchas historias de amistades o familiares que dicen si cuidarse, pero lo que realmente hacen es lo que han hecho toda su vida: mantener un doble discurso de “me porto bien”, cuando en realidad es todo lo contrario.

Pero publican la importancia de los cuidados, de la honestidad, de las buenas maneras, al estilo de ese Manual de Reglas de Cortesía y Urbanidad escrito por Juan Bautista DeLaSalle, hace ya más de 300 años, o ese Manual de urbanidad y Buenas maneras de Manuel Antonio Carreño, ambos altamente citados, pero altamente desconocidos y más, altamente poco practicados.

Siempre creemos que ya hemos visto de todo y para nada. Siempre hay novedades en el comportamiento humano, en la psicodinámica de los seres sociales que interactúan, que viven que comparten infinidad de cosas y que ahora se comparte, de forma más intensa la doble moral.

Hemos oído casi hasta el cansancio que en esta época tenemos que ser más sensibles con nuestro prójimo, el cual cada día parece estar más lejos y sobre todo más ausente, pero dicha lejanía no es tanto física, sino emocional.

A la pregunta ¿cómo estás? Se espera que haya un “bien”, porque en realidad a mucha gente no le importa realmente el cómo estés, le importa cubrir un formulismo social que parezca que hay una interacción psicosocial sana, abierta, honesta. Así es fácil lavar la consciencia, parecer que hay interés en el otro, en los demás, cuando la realidad poco te importa.

Más grave que esto, es que lo vemos como lo cotidiano, pues banalizamos a tal grado las relaciones que mucha gente se siente a gusto con tanto desdén, con tanta frivolidad, con tanto distanciamiento. Sin compromisos con nadie, pues las relaciones se han deteriorado a tal grado que se convirtieron, no solamente en desechables, sino también en intercambiables.

Los afectos pueden ser altamente intensos, pero con la misma facilidad en que la gente se enamora, así se separa, se aleja, vamos, pierde el enamoramiento y pasa con toda facilidad del amor al desamor, del eterno presente al eterno olvido. Pues al fin, dicen, un clavo saca a otro clavo, cosificando así a lo que fue, o dicen que fue, el amor de su vida y lo ha dicho ya varias veces y seguramente lo seguirá diciendo.

Pues creen que todos los “amores” pueden ser intensos, por siempre y para siempre, aunque ese discurso se haya dicho ya varias veces y con la misma intensidad de miente y se cree que es verdad, pues se ha aprendido a engañar, no tanto al otro o a los otros, sino a uno mismo. Total, nadie se detiene a preguntar realmente el cómo estás.

Siempre pienso que aún hay tiempo, que aún se tiene la oportunidad de retomar el rumbo, que aún podemos tener una sociedad más solidaria, más participativa, más interesada y todos disfrutar así más la dinámica psicosocial, de una manera franca, abierta, armoniosa.