Oportunidades y amenazas de la pandemia

Psic. Juan José Alvarado
Psic. Juan José Alvarado

Dejar salir lo mejor o lo peor de cada de cada persona.

Lo mejor es que nos volvamos más solidarios, que aprendamos a comprar aquello que realmente nos es de utilidad, lo que satisface nuestras necesidades como la comida, el sueño, etc., que pensemos más en nosotros, en nuestras familias, en nuestros amigos, en nuestro prójimo. Pero que también hagamos lo necesario para protegernos y protegerlos.

Lo mejor es que crezcamos más en valores personales y universales, que podamos postergar lo finito, lo superfluo, las salidas de casa sin ser verdaderamente necesario, como es comprar alimentos, medicinas, trabajo.

Lo mejor es que cobremos consciencia de lo breve que es la vida, la felicidad, la estabilidad, pues aún los hombre más ricos y poderosos del mundo, con esta pandemia, se han visto “encadenados” a las cosas esenciales. Pues el afán de moverse, de hacer lo que sea, se ha visto restringido por las medidas sanitarias, que bien a bien, nadie tiene certeza de lo que ha pasado, de lo que está pasando y menos, del cómo va a ser el futuro y la “nueva normalidad” que cada día la vemos más incierta y lejana.

Lo peor es, y parece que va ganando terreno, en lo local y el esta llamada aldea global, es que mucha gente no se cuida, solo ve su satisfacción inmediata breve, efímera, intrascendente. Que en muchos de los casos está contribuyendo a que se expanda la pandemia y se colapsen los sistemas de salud.

Lo peor es que hay gente que sigue llevando una vida “como si no pasara nada” con una dinámica social y personal igual que ayer, antes del inicio de la pandemia y no me refiero a quienes por “obligación” tienen que salir a buscar el sustento diario para sí y para su familia. Me refiero a todos aquellos que salen a socializar, que se van de fiesta, que se reúnen con sus familias y sus amistades, como si no pasara nada.

Lo peor es que la gente se está cansando y parece que nos está ganando, pues predominan los entusiastas temporales. Ya no se aplaude en Europa a los servidores de la salud, a los que recogen la basura. Ya no se canta “resistiré” ya no se recita “cuando la tormenta pase” Al parecer, “todo se va relajando” y nos falta un largo camino que recorrer, aún tenemos que seguir con la consigna: sangre sudor y lágrimas.

Lo mejor y lo peor del del humano está saliendo. Pero cada quien tiene que hacer su tarea, pues hay que sobrevivir, tener la ilusión, cada uno de nuestra propia “ínsula Barataria”, para poder salir adelante, cuidándonos y cuidando a los demás.