¡NO a la invasión!

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

A Zhenya por supuesto.

Me piden me pronuncie a favor de la Macdonalización de la cultura por lo que pasa en Ucrania y Rusia. Que reniegue de los artistas rusos. Que abandone el idealismo, que, como el caviar, es una exquisitez espiritual. Que abdique de la genialidad de Dostoievski quien vio, de manera profética los campos de los gulags de Stalin en su novela Los endemoniados. Que deseche la triunfante música de Tchaikovski. Que deje de leer al poeta Tiutchev quien, en el siglo XIX, exclamó una vez: “¡Oh, si las alas vivas de las almas, agitadas sobre la multitud, nos salvaran de la inmortal vulgaridad de la gente!”.

Que queme la poesía de Yevgueni Yevtushenko porque, aun cuando “reúna los estilos por completo diferentes de poetas rivales entre sí: Pasternak, Esenin y Maiakosvki”, tiene “tanta resonancia entre los lectores de los más diversos orígenes, como científicos, estudiantes, obreros y granjeros”. Que olvide su extraordinaria presencia en la capital Cervantina de América en 1998 donde nos recordó aquel barranco en las proximidades de Kiev, Babi Yar, cuando en dos días de septiembre de 1941 más de treinta y cinco mil judíos fueron asesinados por las tropas nazis.

Que profane la partitura de la Sinfonía No. 13 “Babi Yar” de Dimitri Shostakovich.

Que deshonre los versos que resuenan vivos por estos días en mi corazón: “Pueblo ruso, mi pueblo: te conozco. / Tú no odias ni razas ni naciones. / Manos viles trataron de infamarte / al usurpar tu nombre y al llamarse / “Unión del Pueblo Ruso”. / No perdono. / Que La Internacional llene los aires / cuando el último / antisemita yazga bajo la tierra. / No soy judío. Como si lo fuera, / me odian todos aquellos. / Por su odio / soy y seré un verdadero ruso”.

Que degrade la pintura de Marc Chagall miliciano del color y de los vuelos y, de paso, elimine los libros y los cuadros que tocó con sus pálidas manos. Que deje de cantar aquella fabulosa letra y música de Domenico Modugno y Johnny Dorelli respectivamente: “Nel blu dipinto dei blu. / Felice di stare quaggiù” (Volare), porque está inspirada en una pintura del pintor bielorruso y atenta contra la moral actual del conflicto. Lo mismo que, edite, la canción Óleo de mujer con sombrero de Silvio Rodríguez porque alude a un cuadro del viejo Chagall y esto, huele a izquierda rusa.

Que deje de apreciar la voz de Anna Netrebko exquisita prima donna de la ópera porque apoyó el proyecto de Rusia con todo y su antecedente de bandera roja nuestra. Y que dé paso al bostezo de Liudmyla Monastyrska, que la sustituirá, en el Turandot de Puccini.

Me piden que me convierta en un “chico malo” de Chejov para perder la sonrisa. Por eso digo fuerte: “No a la invasión de la cajita feliz de la Cultura”.