México en llamas

Calles de Culiacán, Sinaloa, durante un operativo policíaco donde se recapturó a Ovidio Guzmán López a

La pasada semana, nuestra República se vio envuelta entre balas, sangre y muertos y no podemos desdeñar que fueron los 5 días más violentos del gobierno del presidente López Obrador, cerrando con una negociación que no dejó nada contentos a grandes sectores de la población mexicana,  sin embargo hubo otras opiniones que apoyaron la decisión gubernamental de soltar al hijo del chapo Guzmán. Abordar esta circunstancia, la cual se ha estado discutiendo y analizando dentro y fuera del país, me permite hacer un ejercicio en el cual planteo diferentes aristas, por lo que, a renglón seguido les compartiré. 

Sin duda alguna, la delincuencia ha extendido sus brazos como un pulpo que se ha ido apropiando del territorio nacional y día a día se incrementa la peligrosidad y el impacto social que ha ido aterrizando en los hogares, escuelas y calles, en otras palabras no hay un solo rincón de la patria donde los mexicanos nos sintamos seguros.

Es menester que reconozcamos, que fue evidente la falta de comunicación entre el gobierno federal y estatal, puesto que a pesar de que era claro y evidente que no era un delincuente de poca monta, de acuerdo a la información de inteligencia que se tenía, representaba un cúmulo de complejidad el poder montar un operativo para detener al hijo de uno de los capos más poderosos de las últimas dos décadas, como es “El Chapo” Guzmán. Por ende, la captura de su hijo Ovidio Guzmán, apodado “El Ratón” representó un enfrentamiento entre las fuerzas federales, estatales y las de un cártel que mostró todo su poderío de armamento y de personas que se encontraban trabajando para ellos. 

Estamos hablando que en minutos, Culiacán se convirtió en una zona de guerra en donde ambos bandos, independientemente de su posición se dispararon miles de balas entre ellos, poniendo en riesgo de igual forma a la población civil. Los estudiosos establecen que la guerra y el terrorismo,  por cuestiones políticas, ideológicas o fines estratégicos, son similares y en ese momento Culiacán se convirtió en zona de guerra, y era necesario que el Estado tomase una decisión. 

Ya sabemos que se logró la captura de Ovidio Guzmán, pero su grupo o cártel amenazó y tomó como rehén parte del municipio de Culiacán, luego entonces había que tomar una decisión, que creo ha sido una de las más difíciles para el Presidente de la República, porque si cedía a la entrega de este sujeto se consideraría que el gobierno federal a través de sus fuerzas de seguridad, claudicaba ante un cártel al entregar a este personaje criminal, pero rescataría cientos de vidas humanas, las cuales muchas de ellas eran civiles que podían morir por el fuego cruzado, y por otro lado, si continuaba con el operativo judicial, habría capturado nada más y nada menos que al hijo de Joaquín Guzmán, sin embargo a cambio de un crimen de lesa humanidad, con la perdida de cientos o miles de vidas,  de los ciudadanos de Culiacán. Tratemos de analizar ambas posturas. 

Históricamente existen antecedentes de intercambio de rehenes: el medio de comunicación de la BBC Mundo publicó que según  en el Gobierno de Donald Regan en 1985-1986 intercambió prisioneros estadounidenses en Beirut a cambio de armas; en 2014 Barak Obama,  en el conflicto afgano-Washington intercambió un soldado americano desaparecido en 2009, (Sargento Bowe Berghahl) por cinco peligrosos talibaneses. En el 2019, se dio un intercambio de prisioneros entre Rusia y Ucrania de 35 por 35.

Específicamente respecto a lo acontecido en Culiacán, quiero puntualizar que hacer una tregua por parte de la autoridad federal y las policías que ahí intervenían con el crimen organizado, fue un cese de hostilidades, lo que permitió por un lado que Ovidio Guzmán regresara con su grupo y por otro, que  los ciudadanos de Culiacán, salvaran la vida por la amenaza cumplida de los grupos de sicarios a quienes no les hubiera importado acabar con la vida de civiles inocentes, porque de no haber sido así, no se estarían contando tan poco muertos, como los trece que hasta ahora se conocen, sino la lista hubiese sido interminable y estaríamos hablando, como ya lo dije, de un crimen de lesa humanidad, y el gobierno actual hubiese quedado marcado históricamente como  ha sucedido en otros eventos similares. Sin embargo, con esta decisión, ¿cuánto se vio afectado el Estado en su credibilidad en la persecución del delito? ¿Será posible que este hecho pueda ser emulado por otros líderes del crimen organizado que tienen esta capacidad de movilización de armamento?

Ahora bien, por otro lado, tenemos a los que consideran que esta decisión de soltar a Ovidio Guzmán fue un error garrafal,  y que en su lugar se debió haber enfrentado con toda la fuerza militarizada del Estado, como lo son el ejército y la marina y haber incluso, exterminado todo vestigio de beligerancia que apoyara al hijo del Chapo Guzmán, y que el fin justificaba los medios, no importando la población civil o el riesgo que ésta pudiera correr. Este sector tiene derecho a opinar e incluso a molestarse con el Gobierno Federal, pero si hubiera sido así, aquí les pregunto ¿Cuál hubiera sido el saldo de vidas y el costo social para el Estado de Sinaloa? ¿Vale más la detención de un capo para entregarlo a los Estados Unidos que las vidas de cientos o miles de ciudadanos inocentes?

Usted amigo lector tome su mejor postura, la acción era detener a Ovidio Guzmán, pero no pudieron hacerlo con sigilo y tuvieron una fuerte resistencia que generó un enfrentamiento a balazos en toda la ciudad, la cuestión de fondo: ¿cuántas vidas se seguirían perdiendo en ambos lados  de ese sangriento enfrentamiento?, pero sobre todo, la gran pregunta sería ¿habría vencedor y vencido? ¿O únicamente muertos? En estos momentos se necesita que haya cohesión gubernamental porque si los gobiernos se dividen saldrá ganando aún más el crimen.

Al final, independientemente de la decisión que se haya asumido por el Gobierno mexicano, que solo el tiempo dirá si acertó o erró,  considero que somos más lo que queremos, anhelamos y esperamos la paz y tranquilidad pública, porque en estos momentos, todos debemos ser Sinaloa y  los guanajuatenses también nos solidarizamos por sufrir los embates del crimen, así como muchos otros Estados del país. Por lo tanto, quiero dejarles la siguiente reflexión que escuché en un video  en las redes: “Cuando la tragedia llega, lo mejor de nosotros sale, lo hemos visto en terremotos, inundaciones y ahora lo vimos en Culiacán, creo que al final, somos y seremos más, los buenos mexicanos.” 

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