Memoria luminosa del 2 de enero de 1946

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

A Francisco Cosme Pérez Gómez (1943-2020)

Cronista cultural del Coecillo

¿Se podrá pedir un corazón inteligente a la literatura? Al menos así lo cree Alain Finkelkraut ya que es una suerte, dice, de jurisprudencia interminable de la vida humana. No olvidemos que “la literatura es la gran guardiana de la pluralidad”, pues “deconstruye las simplificaciones de las ideologías que a su vez son ellas mismas simplificaciones literarias”.

Lo veremos ahora a partir del hecho del año 46 con la novela 2 de Enero de Jorge Salazar Hurtado “una obra sencilla e interesante”, dice la prensa de la época. Asimismo, el autor declara: “Estoy satisfecho de haber podido interpretar el sentir del pueblo mártir de León y me propongo en corto tiempo, ampliar y corregir la primera edición de “2 de Enero” terminándola quizá con un nuevo volumen que contendrá los acontecimientos sucedidos después de la fecha aludida”.

Otro ejemplo, por demás intenso, es la poesía de José ‘Fidel’ Sandoval Ponce ya que, tanto en Dos de Enero (1946) como en un poema de la serie A mi tierra natal, va de lo particular a lo general.

En dichos trabajos procura la visión del ciudadano de a pie, pero además la del poeta prometeico (León Felipe dixit): “El poeta es el que habla primero y dice: esto está torcido. Y lo denuncia. O esto es un misterio, y pregunta: ¿por qué?”.

Un botón de muestra baste para apoyar esta idea.

En el soneto IV de A mi tierra natal escribe:

¡Oh Metrópoli ―mártir― del Bajío

Municipio de agua el más sediento.

¿Cuándo, el drenaje? ¿Cuándo, el pavimento?

¿Y el alumbrado de tu señorío?

Centro y barrio ―fue un barrio tuyo el mío―,

¡hoy fosos de que Dante haría comento!

¡Oh barrios, que el ayer a de ultratumba

y leyenda de amoríos!

 

Y mil tributos tu estoicismo cubre;

y a mil festejos tu caudal destinas:

¡Qué pólvora en fragor de octubre a octubre!

 

¡Con pepsicola yanqui vitaminas tu refrigerio!

¡Uf! Era más salubre

y fiel la linfa de tus piscinas…

En el soneto que le precede (el III) canta, es verdad, la destrucción, pero también acredita la esperanza: “¿Algo os mancilla? Lo lavó la aurora/ con la sangre y el dolor del 2 de Enero.//”.

Pero de manera contigua alude, en el poema 2 de Enero (1946), no a un poema de bandos ―para seguir con la seña de León Felipe― sino a la causa única (la cursiva es mía), es decir, la del hombre.

Refiere el correspondiente académico de la Lengua española:

 

Dos de Enero: dos de espadas.

Las de la sangre y del lloro más dolientes.

Noche de iras y de llagas,

mellaste en mi pueblo de oro tus tridentes.

 

Molinos de viento helado

quebrando una democracia…

¡Y Año Nuevo!

Yo en coplas de pie quebrado

coronas de luto en gracia daros debo.

 

Apenas, tú, Noche Triste

de aquel gemebundo Hernando,

―férreo acridio―

sombra de esta noche fuiste:

¡Huichilobos en comando!

¡Fratricidio!

 

Calles de ira, canales.

Palacio, odio en caverna.

No te enlodes,

musa, añorando chacales

dignos de apretar mancuerna con Herodes.

 

¿Dónde el de muertos convoy

extramuros despistado?

¿Y Jaramillo?

¿Qué fue de Pedro Monroy?

Ni volvió Genaro Aguado al Coecillo.

 

¿A qué Revolución?

¿A qué sufragio efectivo de Madero?

¡Año de la imposición y el Municipio cautivo,

Dos de Enero!

 

Caían veintisiete veces

carcajea sobre el reloj de la plaza,

que veintisiete leoneses

la Enteca de boj

cruel se enlaza.

 

Los votos botan las botas

de Marte, gran Elector,

en salud cura el fraude sus derrotas.

Para los puestos de honor… el ataúd.

 

Todas las armas en luto

hoy, que a ras de muchedumbre

de civiles.

¡Ay! Un escuadrón hirsuto,

vació de aguinaldos de lumbre

¡mil fusiles!

 

Oh víctimas, las más nobles,

rivales de la osadía

de un David.

En el brío de nuestros robles

y en los rosales de guía

¡vivid!

 

Patrono san Sebastián:

copie el mílite tu honor,

y estos Muertos

del purpúreo tulipán

de tu sangre ―flora en flor―

sean injertos.

 

Plus ultra del heroísmo

mexicano ¡Dos de Espadas!

Hora cero

del fulminado Civismo.

Si no reposa en Dios mismo

tu profundidad degradas

tu mérito ¡Dos de Enero!

La política y la dialéctica que urde el poeta están sustentadas desde la igualdad para ganar la igualdad de los hombres… No propone nombres sin ton ni son, ni artificios verbales ―conceptos y frases―. Al contrario, nombra una emoción la más nueva y sin límite y la lleva a la memoria luminosa.