La paridad ¡No basta!; Despatriarcalización de la política

Pepe Pedroza
Pepe Pedroza, analista Platino y especialista en temas electorales.

A partir del 2015 la equidad de género comenzó a materializarse sustancialmente, un concepto que ha ido evolucionando de contemplar la participación de las mujeres en un inicio a consolidar la paridad en la integración del Estado Mexicano en todos sus espacios más allá de los cargos de elección; Un largo recorrido sin duda alguna que nace en 1955 con el reconocimiento al sufragio de la mujer y que se ha consolidado con la reforma constitucional del año 2019 en donde se obliga a todos los órdenes de gobierno a contemplar medidas afirmativas que contemplen la paridad de género.

Muchos pensaran que se ha llegado al final del camino, que no hay ninguna frontera más por atravesar en torno a los nuevos tiempos de feminismo y de inclusión efectiva para la mujer, nada más falso que ello, aún queda mucho por hacer y tan solo es el principio de un cambio estructural y cultural en nuestra sociedad.

Si bien el andamiaje institucional podría tender de ahora en adelante solo a su perfeccionamiento, la incursión política de las mujeres dista mucho de ser una completa realidad, para ello habría que además motivar y garantizar un entorno social que facilite su desenvolvimiento, factor subjetivo y de difícil medición, regularmente condicionado por el entorno de la Mujer en política.

Hoy en día sigue siendo una elección de vida para una Mujer participar activamente en política y construir una trayectoria, es mucho lo que desgraciadamente pone de por medio: relaciones afectivas, estabilidad familiar, honorabilidad, prestigio e intelectualidad; Digamos que un Hombre también apuesta y expone todo lo anteriormente descrito con la única y gran diferencia que el contexto social siempre le será favorable.

La política es la disputa del poder público y tiene una alta carga de símbolos, formas y condiciones patriarcales, al final de cuentas es la concepción moderna de la guerra, si bien ya no hay sangre ni violencia física, el objetivo sigue siendo el mismo: arrebatarle el poder al adversario o bien marginarlo para seguir detentándolo.

Los ejércitos ya no traen consigo armas y empuñan violentos artefactos para la aniquilación del otro, pero el argumento, la diatriba y el discurso busca evidenciar las deficiencias del contrario por la confirmación de la legitimidad y conveniencia de uno.

La guerra como la política es esencialmente falocéntrica, la inercia de una  mayoría respaldando el poder, aglutinar masas, ejércitos invencibles, demostraciones de fuerza y una cultura vertical que tiene mucho de patriarcal, todas, innegables características de un entorno político machista, ¿En ese entorno es en el que esperamos que las Mujeres se abran paso?

Debemos migrar a una visión política más colaborativa, subsidiaria, más comunal y menos individual, entender sus herramientas con tendencia a la protección y no a la destrucción del oponente, dejar la confrontación por la colaboración e inclusión efectiva, todas características predominantemente femeninas y si a alguien le queda alguna duda, que voltee a ver lo que sucede en su casa.

Por eso es tan importante incentivar la participación de la Mujer en los asuntos del poder público, para ennoblecer la política; Aquellos cuadros que han logrado consolidar una trayectoria política lo han podido hacer sacrificando (la mayoría de las veces) el desarrollo personal privilegiando lo profesional, ¿Cuántos hombres han tenido que tomar tan difícil decisión?

Beatriz Paredes, Amalia García, Elba Esther Gordillo, Griselda Álvarez, Ivonne Ortega y Rosario Robles (solo por mencionar algunas) han sido auténticas pioneras en un mundo dominado por hombres, para destacar tuvieron que endurecerse como el que más y les ha distinguido un férreo carácter y determinación; Todas ellas en algún momento se enfrentaron a discriminación, violencia, subestima, marginación y hasta con su sexualidad se han metido: “Esa mujer no puede usar falda porque se le asoma el carácter” ¿Quién no ha escuchado este tipo de misóginos comentarios?.

Tenemos que comenzar por modificar nuestras conductas y la forma en que se desarrolla la política, cambiar sus condiciones y pensar en cuidar la efectiva participación de las mujeres, ya que no basta con que la ley las contemple, por ejemplo, lo siguiente:

  • REUNIONES INAPROPIADAS

“Los mejores acuerdos se dan en torno un buen trago o una comida/cena” es un prejuicio que afortunadamente se ha ido desterrando, pero que aún subsiste en el imaginario político y/o empresarial; ¿Quién nos dijo que una mujer se siente comoda en ir a tomar o comer con un grupo predominante lleno de hombres en deshoras?, no significa que que una mujer no pueda tomarse una copa o en asistir a una reunión social, pero su función pública no debe obligarle a asistir a reuniones o lugares que no le resulten cómodas y mucho menos si ello le resta tiempo de calidad con en su vida personal, un sacrificio que los hombres por lo regular no tienen problema en hacer precisamente porque tenemos en casa un pilar que todo lo sostiene como madre o esposa.

  • LOS SIGNOS PATRIARCALES

La más alta tribuna situada en el centro y por encima del cuerpo colegiado (referencia fálica), la cabecera de la mesa es para quien detenta el poder o para el patriarca que lo delega, el lugar reservado y cercano al pódium (escenario) es una muestra de la cercanía al centro del poder, la proyección de fuerza y virilidad como parámetro del gobernante, todas estas actitudes (muchas veces inconscientes) que fomentan la verticalidad de un poder patriarcal.

Habrá de fomentarse los foros circulares, mesas de trabajo más que colegiadas inclusivas y desmitificar la cercanía como símbolo de poder, dándole paso a la sensibilidad y la cercanía como los nuevos valores del poder público.

  • PARIDAD EN LA RESPONSABILIDAD MAS QUE EN LOS CARGOS

La cultura, la gestión social, la educación, la beneficencia, la salud y sobretodo la equidad de género suelen ser los tópicos en que se encasilla la representación femenina; Las comisiones, mesas de trabajo y la presidencia de este tipo de instituciones son las que suelen ser asignadas en el trabajo de cuerpos deliberativos a las Mujeres, un cliché que se ha enraizado como una ligera estrategia de marginación que no se dice pero se sospecha.

Debemos de promover que sean las Mujeres quienes encabecen la Hacienda Pública, los Órganos de Gobierno y Administración, que se involucren a fondo en los temas de más alta exigencia Gubernamental y de representación, ¿Qué pasaría si encargáramos la Seguridad Publica en el quehacer Femenino?, en una de esas significaría la solución de fondo, pues en la historia han demostrado que por naturaleza son las mujeres una eficaz vacuna contra la maldición de la corrupción.

Sin pretender que la reivindicación de la femineidad sea la solución a todos nuestros problemas, me resulta importante invocar un saneamiento de la vida pública y política en la que nos desenvolvemos, el día que entendamos que la representación social tiene más de entraña que de fuerza sin duda daremos pasos agigantados por la dignificación de la política.