¿Es posible que la “gran novela americana” la haya gestado un leonés?

Juancarlos Porras y Manrique

Primero que nada, volvamos al Boom de literatura latinoamericana. Ese movimiento literario, sagrado para muchos, gestado desde las entrañas de una respetabilísima agencia literaria en Barcelona. Aquella ciudad donde Cervantes, en su Ingenioso hidalgo, da el quid del emporio del libro y, de alguna manera, ser “tan clara, que no hay cosas que dificultar en ella: los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran”.

Ya el periodista cultural Armando Ponce nos dio algunas claves, al recapitular en su artículo El Boom latinoamericano según José Donoso (2003) donde el novelista chileno ―desde su Historia personal del “boom” (1972)― propone la pertenencia o no a dicho estatus que se convertirán en categorías. A saber:

  • Gratín del boom: Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.
  • Proto-boom: Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Alejo Carpentier, Juan Carlos Onetti y José Lezama Lima; todos ellos no calzan por edad.

Pero “las categorías luego se desmadejan un poco y se hacen más borrosas” y aparecen nombres como Ernesto Sábato o el cubano Guillermo Cabrera Infante. Ellos se “autoexcluyen”.

Y un poco más abajo: Augusto Roa Bastos, Manuel Puig, Salvador Garmendia, David Viñas, Carlos Martínez Moreno y Mario Benedetti. También: Vicente Leñero y Rosario Castellanos; Jorge Edwards y Enrique Lafourcade; Augusto Monterroso, Jorge Ibargüengoitia y Adriano González de León.

Viene entonces el “boom junior” con: Severo Sarduy, José Emilio Pacheco, Gustavo Sáinz, Néstor Sánchez, Alfredo Bryce-Echenique, Sergio Pitol y Antonio Skármeta.

Después está el “petit boom” con: Manuel Mújica Láynez, Adolfo Bioy Casares y José Bianco.

Su reflexión final es que quizá no haya llegado el momento para medir el “boom” ni elegir a sus representantes, entre los que sin duda no podía faltar el mismo Donoso, “sea cual sea la categoría a la cual dentro de él pertenezco”.

Tan no ha llegado dicho momento que, Jimena Néspolo autora de Ejercicios de pudor. Sujeto y escritura en la narrativa de Antonio Di Benedetto (2004) coloca a: “Di Benedetto ―como Juan Rulfo, como la chilena María Luisa Bombal o la uruguaya Armonía Sommers― forma parte de una línea que sería no del todo errada calificar como el antiboom latinoamericano”.

Es decir, el autor de Zama es próximo literario de Pedro Páramo y “es a partir de este campo de influencias donde habría de surgir la verdadera renovación literaria del continente”. (La hora de Antonio Di Benedetto, Babelia No. 1323, 1-abril-2017, pp. 2-3).

Ahora bien, J. M. Coetzee luego de leer Zama lanzó si era “posible que la “gran novela” americana la haya gestado un argentino”; claro, sin haber leído la célebre “antinovela” La paloma, el sótano y la torre (1949) de Efrén Hernández.

De allí que retomemos algunas palabras del célebre autor leonés: “¿Cuál producción está más por los suelos, nuestra producción cinematográfica, o nuestra literatura?, un ciego podría verlo, un sordo oírlo, y un pedazo de adobe comprenderlo.”

¡Kaboom!