El legado del “Pípila” en Guanajuato

Maestro Antonio Galván Torres, analista Platino.

El 28 de septiembre de 1810, el Cura Miguel Hidalgo y Costilla toma la Alhóndiga de Granaditas de Guanajuato y más tarde, el 22 de Octubre de ese año en Acámbaro, es nombrado Generalísimo de las Américas. La conquista del bastión de los españoles avecindados en Guanajuato representó el primer triunfo de los Insurgentes, el cual en lo particular, creo que se asemeja a la toma de la Bastilla por los franceses en Paris en 1789.

La caída de la Alhóndiga de Granaditas se debió gracias al valor y heroísmo de un joven  que más tarde se convertiría en leyenda, es un emblema que habla de corazón y entrega, que da fuerza a los guanajuatenses, por lo que me enorgullece recordar a Juan José de los Reyes Martínez Amaro,  a quien apodaron como “El Pípila” el cual  era un joven que trabajaba en la mina de Mellado y con solo brea y aceite y una losa en su espalda, venció a los “gachupines” e incendió la puerta de la Alhóndiga, que a la postre daría la primera victoria de los Insurgentes que se alzaron contra la esclavitud y dieron la posibilidad de emanciparse del yugo español para convertir nuestro país, en lo que hoy conocemos como México.

Ahora bien, no quiero soslayar que se acaban de celebrar en nuestra ciudad capital este próximo pasado 5 de febrero,  los 80 años de haberse construido, uno de los elementos más emblemáticos de Guanajuato.

Este magnífico elemento que parece una escultura, fue construida por el Ing.  Gustavo Ignacio Rodríguez Taboada, quien aparte de sus 25 metros de cantera y más allá de las discusiones de Carlos María Bustamante y Lucas Salamán, de si el “Pípila” existió o no y de las pruebas contundentes que exhibió el historiador José María Liceaga, me  refiero a la majestuosidad de uno de los monumentos más emblemáticos del país, porque representa el símbolo de un joven que luchó contra la esclavitud y a más de 200 años, sigue vigente y es un espejo de la lucha contra la exclusión social, porque sin duda alguna los pobres son insultados, maltratados, vejados, despreciados y olvidados, como bien lo define la historiadora y filósofa Adela Cortina, cuando nos explica la aporofobia contra los pobres, que no es otra cosa, que el odio que algunos sectores sociales profesan contra los pobres que no han tenido la suerte de otros.

Por lo anterior, desde mi humilde opinión, este monumento representa a los trabajadores del campo, jornaleros, campesinos y a aquéllos que trabajaban pero que no eran dueños de sus tierras o a los mineros que también representaban a los obreros que dejaban su vida en las minas por unas cuantas monedas, mientras que los españoles se llevaban la plata y el oro a España.

El Pípila representa a aquellos jóvenes que se rebelaron contra la opresión, que marcharon jubilosos y pelearon junto al Generalísimo de las Américas Don Miguel Hidalgo, Allende, Aldama y Abasolo, hasta lograr incendiar la Alhóndiga de Granaditas.

Este joven, que lo único que poseía era la fuerza de su juventud y a pesar de estar descalzo y sin ropa, sólo con un mecate amarrado a su cabeza, que le ayudaba a cargar la losa,  detuvo las balas enemigas que dispararon los españoles. Juan José, era un joven barretero que representa un símbolo de lucha contra la injusticia y la esclavitud y quien es orgullosamente guanajuatense, es por ello que en Guanajuato nos alimenta el espíritu patriótico de aquellos que murieron para darnos patria y libertad, por lo que concluyo que este monumento colosal no solo es símbolo de identidad guanajuatense, sino nacional, para que la historia no se repita, de que nadie puede estar por encima de la libertad, no más esclavitud en cualquiera de sus expresiones.

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