De poetas liberales a historiadores conservadores

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuato a 2 de agosto de 2021.-Los editores del taller tipográfico “El Lápiz Rojo”, en Avenida Madero No. 19, anunciaban en la página de créditos del libro Poesías del Señor D. Celestino González. Precedidas de su importante biografía (León, 1922/1924) la siguiente nota: “En esta impresión se ha respetado escrupulosamente el original, así en su redacción, como en su ortografía, con objeto de que la obra no pierda su mérito”. Con ello precisaban que se trataba de una segunda edición del trabajo de marras que no incluía por cierto el retrato del autor hecho por José Guadalupe Posada en la primera edición.

Del apunte biográfico incluido, escrito por Cipriano Machaen el 5 de mayo de 1887 en Lagos destaca una mención harto reveladora: “Demasiado se conoce que toda la familia de este Señor ha pertenecido al gran partido liberal, pues un hermano suyo, Don Rafael González, murió como un héroe el año de 1817, en el Fuerte del Sombrero, en la resistencia que hicieron a las fuerzas del Virrey los Señores Don [Martín] Xavier Mina y Don Pedro Moreno”.

Considerado como “patriota”, Celestino González (León, 1802) dio “pruebas más que suficientes, pues a pesar de su edad tan avanzada [tenía 84 años], sube a la tribuna en casi todas las festividades cívicas para elogiar a los héroes de la Patria, exponiéndose con esto a la crítica, que él siempre ha despreciado, porque hombres como el Señor González, jamás retroceden ante el peligro por inminente que sea”.

De aquel no retroceder da cuenta su trabajo poético que comienza con una elegía “A la muerte de mi esposa” doña Rosalía Martín del Campo viuda de don José María Fernández con quien casó en el año de 1836. Le canta: “¡Oh sepulcro tenebroso!/ Cubierto con esa loza fría,/ Aquí los restos de Rosalía/ Rogad a Dios por tu esposo”. El poema cumple con el trato honrado y objetivo con la poesía, es decir, la única actitud auténtica ante el arte es y será siempre participación sentimental y emotiva, aunque, claro está, todo depende de que su sentimiento sea acertado o desacertado (Johannes Pfeiffer, dixit). Entonces sí logra la pureza del sentimiento.

Sobrevendrán luego los poemas a los héroes de la Patria y los de la vida cotidiana sin dejar de citar “Un héroe y un poeta liberal” donde, desde su tierra de adopción, Lagos, pues casó en segundas nupcias con la señora doña Merced Esquivel (1868), identifica a los protagonistas obvios ya que no es insensible a ellos y a su labor: Pascasio Serrano, Miguel Hidalgo, Pedro Moreno y Benito Juárez a quienes comprende a cabalidad para llegar a la esencia de las cosas (como se hace en la poesía): trama significativa de la expresión liberal. Así nuestro loado autor leonés: héroe y poeta liberal.

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Acudir a la memoria para rescatarse a sí mismo en lo privado, propone Guillermo Zermeño Padilla con respecto a Toribio Esquivel Obregón, TEO en el estudio introductorio del libro Recordatorios públicos y privados. León, 1864-1908 donde la memoria del abogado e historiador leonés viaja de un lado hacia otro: primero, con la saga liberal y después con la del conservadurismo.

“La vida pública de Esquivel Obregón fue corta. Apenas si duró escasos cinco años. Se inicia en 1909, cuando se integra al Partido Antirreleccionista de Francisco I. Madero y Francisco Vázquez Gómez, y concluye en 1913, después de renunciar al gabinete huertista. Menos de un quinquenio de aparición en público bastará para imprimirle a su vida posterior un sello dramático. El asesinato del presidente Madero y su vinculación con la administración huertista serán una sombra en la vida de Esquivel Obregón, que requerirá ser exorcizada”.

Con una visión pacificadora, en cuanto a la identificación de la añeja problemática del país, nuestro hombre “forma parte de una generación sin experiencia política previa, en extremo optimista e ingenua” donde destaca el pensamiento privado para resolver desde lo micro hasta lo macro los problemas fundamentales del país. Ejemplo de ello lo da “en unos apuntes manuscritos de un libro en preparación fechado en León el 4 de agosto de 1910, frente a la proximidad de las fiestas del centenario de la Independencia, apunta lo siguiente:

“El paseo del pendón en 1910 cubrirá su rubor al pueblo mexicano por la triste ironía de su destino, porque a través de cuatro siglos no ha conseguido independizarse del tirano, que es el régimen español, sólo ha logrado encontrar en la palabra eufónica que lo adorne con el nombre de política de unificación. Debida a ella, México es ahora, como lo era en la época colonial, el país de la desigualdad. He allí el progreso”.

De aquí se desprende que: “La memoria, ayudada de la escritura, fluye encuadrada por un orden que no deja salirse de la raya. Las irregularidades sólo se advertirán en la manera de asociar los recuerdos, nunca totalmente concordantes entre sí. Y es que tampoco fueron pensadas como las memorias de un hombre público, ejercicio necesario de autojustificación o explicación de los actos realizados”. Es decir, va del umbral privado hacia el público para mostrar la vida y obra de un hombre leonés que salvaguarda la tradición en la que fue formado: primero liberal-porfirista para transitar luego al marco de la Revolución social mexicana donde, el funesto golpe de Victoriano Huerta la desmiembra para arruinar la democracia.

Pero allí está TEO participando como ministro de Hacienda con una propuesta de no endeudamiento con finanzas sanas bajo el respaldo del peso plata mexicano para defenderse del dólar: de liberales y conservadores es esta historia.