Crónica de una pérdida anunciada

Adolfo Pons, politólogo y académico leonés.

“No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague”, así reza la máxima. Por la sentencia emitida, de carácter definitivo, el Estadio León, deberá ser entregado a su dueño legal, a más tardar el próximo jueves 31 de octubre.

¡Nos quedamos, los leoneses, sin estadio!  Cada día, y gracias a las posiciones que tuvieron los magistrados en sus ponencias, se conocen más entretelones de la trama de esta película de terror.

Aparecen nuevos villanos, nuevas teorías; por ejemplo, en la exposición de motivos del magistrado Juan Solórzano Zavala, se contrapone a lo que los demás sostienen en que “la causa principal de la pérdida del estadio, no se da por la extinción del fideicomiso. Sino porque nunca se obligó a trasmitir la propiedad del estadio, oficinas y estacionamiento, al municipio”.

Por lo tanto, Jorge Carlos Obregón, presidente municipal en ese entonces, tiene mucho que decir, y poco de que excusarse, por éste pequeño “grave error” o concesión de hecho, en la redacción del fideicomiso. Lo que, aunado a la cláusula del mismo, que dice que una vez liquidado el fideicomiso, deberá reintegrarse la propiedad a Roberto Zermeño, además que el fideicomiso solo duraría 10 años. Entonces todo hace razón. El fideicomiso, jamás se pensó para que el municipio tuviese la propiedad del estadio, sino como una medida para calmar la agitada marejada que, en ese entonces, se tenía por la noticia de la venta de la franquicia al Puebla.

Fue un acto de mero oportunismo político y, por qué no dudarlo, ¿Habría algún negocillo de por medio?

Curiosamente, el secretario del ayuntamiento, era el mismo de hoy en día; Jesús López Gómez. Lo que lo convierte en otro de los villanos y con deber de dar explicación sustancial de lo ocurrido, independientemente, de que, por ética profesional presentar su renuncia por ineficiente. Porque pedirle a Héctor López Santillana, que lo destituya, es como pedirle a un nopal que dé mangos.

El problema que ahora salta, es: ¿Dónde jugará el equipo León? Héctor López Santillana, nos pretende ver la cara, presentando un contrato de renta hasta el 2022. Ese contrato claramente dice (cláusulas 16 y 17) que sí pierde el juicio entregarán el inmueble y que sí no, pagarían 10 millones de multa. Entonces ¿Quién pagará la renta del estadio? No se requiere mucha malicia para deducir, que será el mismo municipio de manera ilegal. Porque el club León, no lo hará. ¿De cuánto será? No se sabe, debe renegociarse el contrato firmado o revocarse vía legal y se establecerá un monto a valor real.

El municipio ya no podrá seguir “condonando renta, menos impuestos a cambio de mejoras al estadio”. Además, deberá comenzar a cobrar el predial del inmueble a Roberto Zermeño y éste tendrá que pagarlo vía la renta de su propiedad.

¿Quién cobrará por la publicidad estática y estacionamiento, del estadio? Simple, el nuevo dueño.

Pero lo peor, viene para el municipio y los supuestos “dueños” de palco y plateas que demandaron a Zermeño. Les demandarán costos y gastos del juicio. Terminarán pagando, cada quien lo que corresponda, por la renta a valor “real” desde el 2012, gastos originados por la dilación del juicio, costes de éste, honorarios de abogados, y alguna otra lindura como el usufructo, vía perjuicios.

Esta novela, no ha terminado aún, los montos que veremos cómo condena, a pagarse por el municipio, serán de espanto.