Carta a Diego Sinhue Rodíguez Vallejo

Jorge Marcelino Trejo Ortiz
Maestro Jorge Marcelino Trejo Ortiz, presidente del Colegio de Abogados del Estado de Guanajuato

Apreciable Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, Gobernador Constitucional del Estado de Guanajuato:

En estos momentos, más que en todo el devenir de nuestra amada entidad federativa, se requieren decisiones y acciones que puedan quedar plasmadas en la historia en pro de la seguridad pública, que no tiene otra connotación más sublime que la libertad, la tranquilidad y la felicidad de todos los ciudadanos.

Con todo el respeto que merece su investidura, esto no es sino una súplica, una petición, porque las exigencias agreden, de origen, todo libre albedrío y especialmente el amor propio.

Como nunca antes, la inseguridad pública ha crecido de manera exacerbada y no solo se ha instalado, sino que incrementa día con día, en un grado que amenaza al Estado, como poder, agrede y afecta la paz pública, pero ante todo lacera el patrimonio, la integridad y la vida de seres humanos.

La violencia es la madre de todas las pandemias, porque connota falta de valores y cáncer metastásico del tejido social, que puede matar al cuerpo entero.

La violencia ha provocado no solo temor sino terror en la ciudadanía; basta preguntar a las familias que de todos los estratos sociales han sido víctimas, como las de los internos de los anexos, como las familias de empresarios atacados, como los miles de familias que sufren delitos patrimoniales.

La población sabe en qué periodo se ha incrementado la inseguridad y la violencia en Guanajuato, y coincide con el lapso en que están al mando de la seguridad púbica dos personas: Álvar Cabeza de Vaca y Carlos Zamarripa Aguirre, en la Secretaría de Seguridad Pública y en la ahora Fiscalía General del Estado, respectivamente.

Ellos han dicho que no van a dimitir porque no se creen responsables del incremento de la violencia y la inseguridad pública; entonces es necesario que sean depuestos por el Ejecutivo del Estado y el Poder Legislativo de la entidad.

Quizá haya razón de que nos son los únicos culpables, que dichos flagelos tienen un origen multifactorial, que son muchos los corresponsables, desde la Federación hasta los municipios y la propia población civil. Tal vez tienen razón, pero la percepción generalizada es que no han cumplido con su función.

La sociedad sabe que a ellos no se les puede criticar porque son capaces de insultar públicamente a quien los critica. El poder envilece, pero el poder total envilece totalmente, parafraseando una máxima.

La grandeza de Guanajuato no puede percibirse externamente si la sobrepasa la delincuencia. La seguridad nacional es un rompecabezas que se compone con las piezas de cada una de las entidades federativas.

Esta súplica solo pretende ser el cauce de todas las lágrimas derramadas, de toda la sangre vertida, de los que no tienen voz, de los que no tienen un espacio de comunicación y expresión como este.

Sería interminable enumerar las razones por que se hace esta petición y quizá sean más que las razones en contra. La balanza la tiene la consciencia del responsable del Estado.

Es momento de dejar fuera las asesorías gubernamentales, es momento de dejar fuera las influencias políticas, es momento de anular cualquier compromiso que eluda el compromiso fundamental del Estado, de procurar la seguridad pública a los gobernados.

Puede ser un momento de interiorizarse, de dejar a la consciencia y al corazón decidir; olvídese de lo que opine el Ejecutivo Federal, de lo que opinen los críticos, de lo que señalen los partidos de oposición. El clamor popular es la mejor encuesta.

Buscar a las mujeres u hombres adecuados, para ocupar dichos cargos, también puede ser el momento ideal ahora.

Parafraseando otras grandes ideas, no se debe temer al cambio porque gracias a ello han existido las revoluciones; además, es de sabios cambiar de opinión; si se tienen fundamentos en las decisiones trascendentes, entonces la historia nos absolverá, de lo contrario, nos condenará.

Gracias por su atención.