¿Ahora si habrá una política industrial para contener a Asia y China?

Alejandro Gómez Tamez, director general de G.A.E.A.P

Con la llegada del nuevo gobierno federal se da la oportunidad de implementar una verdadera política industrial que se traduzca en una mayor tasa de crecimiento económico, creación de empleos y mejora en los niveles salariales de la población ocupada. Sin duda ahora es el momento de dejar atrás paradigmas como la creencia de que “la mejor política industrial es aquella que no existe”, la cual por cierto es atribuida al exsecretario de Comercio y Fomento Industrial en el sexenio de Carlos Salinas, Jaime Serra Puche.

Es momento de reconocer que el libre mercado y la apertura comercial a ultranza, por si solos, no solucionarán los enormes retos que presenta nuestro país en materia social y económica. Se debe admitir que durante años hemos vivido sin una política industrial en México y que indebidamente se pensó que la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sería la panacea para el desarrollo económico. Sin embargo, al cabo de 25 años desde que entró en funcionamiento, vemos que si somos mejores en diversas variables, entre la que destaca que la calidad de los productos hechos en México es cada vez mayor, pero al final del día seguimos siendo un país con una tasa mediocre de crecimiento, donde abundan los pobres, hay una amplísima incidencia de la economía informal y bajos niveles de productividad en múltiples sectores económicos.

De acuerdo con el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), encabezado por mi amigo, el Dr. Jose Luis de la Cruz Gallegos, la evidencia muestra que en los últimos 25 años el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) no supera el 2.5% anual y que el 23% del PIB es generado por la economía informal. Tenemos un mercado laboral predominantemente informal, donde el 57% de la población ocupada se encuentra en dicha situación. Resulta alarmante que a mediados del año pasado, de una PEA de 56 millones de personas, menos de 450 mil mexicanos ganaban más de 10 salarios mínimos (lo que en aquel entonces equivalía a 27 mil pesos al mes).

Estoy convencido que gran parte de este resultado se debe a que en buena medida, la apuesta de los gobiernos federales en turno, desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña Nieto, fue la de forzar a las empresas a hacerse más competitivas simplemente abriendo la frontera a la importación (algo así como “hágase la competitividad sobre los bueyes de mi compadre”). El problema es que el costo país de México no ha disminuido al ritmo que si ha bajado para muchos de nuestros principales socios comerciales, lo que nos ha restado competitividad y la pérdida del mercado interno. En sectores como el calzado las importaciones ya dominan aproximadamente el 32% del Consumo Nacional Aparente.

Y lo que es peor, esto impidió que pudieran aumentar los sueldos pagados a la mano de obra mexicana. ¿Cómo esperaba el gobierno federal que subieran los niveles de ingreso promedio de la población si tienes una frontera abierta y estás compitiendo con productos 30 o 50% más baratos que los producidos en México? La respuesta a esta pregunta nada tiene que ver con un llamado al proteccionismo.

Desde luego que la apuesta debió haber sido apostarle al crecimiento de la productividad. El problema es que al implementar una serie de políticas neoliberales, el gobierno abandonó a la planta productiva nacional para que saliera adelante por si sola o con muy escasos apoyos. El resultado fue el cierre de empresas, carestía en los ingresos de la población, la venta de muchas grandes empresas nacionales a corporativos extranjeros y un universo de micro, pequeñas y medianas empresas que hacen todo lo posible para sobrevivir. La excesiva competencia ha provocado que los márgenes de rentabilidad de la mayoría de las mipymes hayan disminuido al grado en que es casi imposible reinvertir y crecer, y de manera paralela el crédito en México sigue siendo mucho más caro que lo que le cuesta a nuestros competidores de otros países.

Es así que la política implementada de abrir los mercados mexicanos para obligar a las empresas a sobrevivir a como dé lugar, imposibilitó que las empresas pudieran mejorar los sueldos de la población ocupada, manteniendo así un mercado interno débil; y entonces para tratar de mejorar los niveles de vida de la población al gobierno federal en turno incentivo la importación masiva de productos baratos (sobre todo de naciones asiáticas) para que la población los pudiera comprar, lo que a su vez desplazaba la producción nacional, ocasionaba el cierre de empresas, despido de personal, bajos salarios, y otros tantos problemas. Para resumir todo este escenario, la falta de una política industrial, creó y reforzó diversos círculos viciosos que tuvieron como resultado las cosas que señalo en el tercer párrafo de esta reflexión.

Sin duda todo esto debe cambiar y una pieza fundamental es implementar una verdadera política industrial que quede plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo 2019 – 2024. En materia de política industrial deben incorporarse diversos elementos como el financiamiento, el encadenamiento productivo, la mejora tecnológica, compras de gobierno, entre otros. En esta entrega quiero abordar un punto que me parece que es crucial y tiene que ver con nuestra relación comercial con las naciones asiáticas, en especial con China.

Comercio total

Durante los primeros once meses de 2018 (dato más reciente disponible al momento de escribir estas líneas) las exportaciones totales mexicanas sumaron 413.042 miles de millones de dólares (mmdd), cifra 10.6% superior a la observada en los mismos meses de 2017. Por su parte, en los primeros once meses de 2018, las importaciones totales de México sumaron 428.583 mmdd, monto superior en 11.5% al observado en los mismos meses de 2017. De esta manera, vemos un fuerte deterioro en la balanza comercial del país en el periodo antes señalado, ya que pasamos de tener un déficit en la balanza comercial de -10.965 mmdd en los primeros once meses de 2017 a uno de -15.540 mmdd en los mismos meses de 2018, lo que implica un incremento del desequilibrio comercial mexicano de 41.7%.

Podrá haber quien diga que es un déficit manejable y que no hay de qué preocuparnos. Pero la realidad es que este es el mayor déficit en la balanza comercial de México para un periodo de los primeros once meses del año, desde que se tiene registro. El déficit de la balanza comercial de México en 2008 fue de -15.191 mmdd y en los primeros once meses de 1994 fue de -15.276 mmdd. So es necesario decir que el déficit de la balanza comercial de 2018 es similar a los que se tuvieron previo a las crisis económicas de 1995 y 2009.

Comercio con Asia y China

¿A qué se debe el incremento en el déficit comercial de México? Una de las variables que lo explican es el crónico desequilibrio comercial con las naciones asiáticas, en especial con China, tal y como se explica a continuación.

Para ilustrar el problema tenemos que en el año 2000 (previo a la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio –OMC-) el déficit comercial de México con las naciones asiáticas fue de -18.113 mmdd y con China fue de -2.676 mmdd. Para el año 2012 el déficit comercial de México con Asia fue de -96.388 mmdd y con China sumó -51.215 mmdd. En el año 2017 (último año para el que se tienen cifras completas al momento de escribir estas líneas) el déficit comercial con las naciones asiáticas fue de -124.207 mmdd y con China sumó -67.433 mmdd. Queda claro que en el periodo de 2000 a 2017 el déficit comercial con las naciones asiáticas creció en 585.7%, mientras que el desequilibrio comercial con China aumentó en 2,419.9%.

Ahora, en el comparativo de los primeros once meses de 2018 respecto a los mismos meses de 2017, vemos que la situación siguió deteriorándose. Esto porque como ya se señaló líneas arriba, nuestro déficit comercial total subió de -10.965 mmdd a -15.541 mmdd, lo que implica un aumento de 41.7%. Nuestro déficit comercial con la suma de las naciones asiáticas subió de -114.324 mmdd a -125.368 mmdd, lo que representa un aumento de 9.7%, mientras que el déficit comercial con China creció de -61.682 mmdd a -70.091 mmdd, lo que implica un incremento de 13.6%. Queda claro que es un problema crónico y que debe atenderse.

Resulta evidente también que las reuniones que en su momento sostuvo el presidente Peña Nieto con su homólogo chino Xi Jinping, quedaron en buenas intenciones y que las empresas chinas siguen depredando los mercados nacionales. No obstante lo anterior y la erosión a la planta productiva de diversos sectores económicos, hay quienes ensalzan a los chinos e inclusive se atreven a proponer que negociemos un tratado de libre comercio con dicha nación (inclusive desconociendo la cláusula anti-china del T-MEC).

A manera de conclusión sólo quiero dejar en claro que no soy proteccionistas ni estoy en contra del libre mercado. Creo profundamente en los beneficios que nos genera el intercambio comercial, pero éste debe darse de manera ordenada, buscando expandir nuestras oportunidades de compra, y con el debido acompañamiento de una política industrial que impulse la competitividad de las empresas y de la mano de obra que en ellas labora. La relación comercial con Asia y, en particular China, debe ser motivo de una profunda reflexión, y no se ocurrencias. La Secretaría de Economía debería realizar foros de discusión al respecto y evitar que al cierre del sexenio del presidente López Obrador, China se haya terminado de quedar con lo que quedaba del mercado nacional atendido por empresas mexicanas.

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