“Es una cosa seria, solo estar vivo en esta mañana fresca, en este mundo roto”- Mary Oliver –
“Y le dije a mi ser…Nunca me quites ese embrujo tuyo. De amor propio, por vivir, por compartir, por aprender, por crecer, por sanar y por amar” Juliette Lune
“Enférmese de música, de libros, de lluvia, de otoños, de soledad. De personas cualquiera se muere“ –Elena Poe-
“No sé a dónde va la gente cuando desaparece, pero sé dónde se queda” Margaret Mazzantini
La muerte parafrasea al filósofo. Esta certeza, la muerte, es la única condición para la vida humana. Ningún otro ser vivo tiene consciencia de la finitud de su vida y ninguno puede asumir la responsabilidad de hacerse cargo de lo que es y de lo que va siendo en la vida. José Ortega y Gasset lo definió:” Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Vamos existiendo como resultado de la suma de nuestras decisiones en la trama de una historia de vida. Los sucesos y las personas que nos rodean a través del tiempo integran una red de conexiones, de vínculos, de experiencias, que troquelan el alma, marcan el cuerpo y la consciencia, entre heridas y cicatrices nos vamos forjando una idea de yo, de una identidad que busca diferenciarse y ser al mismo tiempo parte del conjunto social, de ahí que la cultura, la condición social, el lugar que se tiene en la estructura económica y la forma en que nos apropiamos o nos dejamos dominar por las relaciones sociales -el poder- y por la forma en que integramos el lenguaje en todas sus formas, para poder dar sentido a lo que vamos conociendo y a lo que vamos descubriendo también en la dimensión emocional, psíquica, que es parte del ser humano.
Jean-Paul Sartre escribió: “El Hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y, sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.”
En esa condición de ser libre, podemos integrar de manera reflexiva lo que Friedrich Nietzsche plasmo: “Hay solo un derecho humano básico: el derecho de hacer lo que te plazca, pero también con ese derecho viene el único deber humano: El deber de aceptar las consecuencias.”
Desde estas dos formulaciones es que podemos, por así decir, construir una posibilidad de pensar y sentir, desde la vida misma. Asumir nuestro ser social nuestro ser en mundo y aceptar la consciencia propia de responsabilizarnos de lo que hacemos, de nuestras decisiones, de nuestras convicciones, de nuestras creencias, de las formas de representación del mundo que tenemos, y si es posible hacerlo desde una introspección personal y desde el pensamiento critico de reconocernos como producto de una construcción social, léase “de mis circunstancias”.
Son tiempos en los que urge salvarnos, salvar el “yo” para recuperar un poco de paz, tener algo de sosiego y poder alcanzar algo de tranquilidad, ante la prisa que se ha instalado como un principio de vida. Tener algo de tiempo para escuchar música, leer un poco, estar con los amigos, con hijos e hijas, con nietos y nietas, con las personas que quieres y amas para poder mostrar quienes vamos siendo, quienes somos ante los ojos de los otros que nos miran, y de reconocer desde nuestra visión e historia esos trazos invisibles que dibujan la aspiración a trascender en los otros, en un nosotros que nos define en el contexto de nuestras circunstancias ante la certeza de nuestra finitud.
Aprender y comprender que la vida fluye, tiene una temporalidad y que “Nada vuelve a ser lo mismo dos veces. Ni el Amor. Ni las Personas. Ni la Vida … Con el tiempo todo pasa. He visto, con algo de paciencia, a lo inolvidable volverse olvido, y a lo imprescindible sobrar” escribió Gabriel García Márquez nos tendría que ayudar a ir ejerciendo la libertad con consciencia y plenitud, a buscar las formar de saber ser y estar desde la convivencia, desde el respeto, desde la tolerancia, desde el reconocimiento de la diversidad y la inclusión, porque comprender que: ” Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Los tiempos cambian y las circunstancias también y lo que antes era vigente desde las narrativas de poder ya no lo son más y vendrán otros discursos que intentarán sostener los valores del mercado como una sola realidad. Tenemos la oportunidad de que la libertad también sea rebeldía, consciencia de clase y compromiso con la vida, con la justicia social, con el conocimiento, con la ciencia, con la fraternidad, con la sororidad, con la filosofía y con el amor.
Es claro que el poder y la lógica del consumo hacen que nuestros deseos sean cambiados por sucedáneos y sustitutos que se venden sin ningún pudor en anaqueles y aparadores, en plataformas de comercio digital y que se anuncian con descuentos y con ofertas en abonos. La banalidad del mal se viste de forma seductora y los “Los demonios son innumerables, llegan en los momentos más inapropiados y crean pánico y terror… pero he aprendido que, si puedo dominar las fuerzas negativas y atarlas a mi carro, entonces pueden trabajar a mi ventaja… Las azucenas frecuentemente crecen de los cadáveres” dijo Ingmar Bergman
Y también habrá que actuar como George Bernard Shaw que escribió:” Las personas que funcionan bien en este mundo son las que al levantarse por la mañana buscan las circunstancias que quieren, y si no las encuentran las inventan”.