Yo estoy bien, tú estás mal

Portadilla Juan José Alvarado

Así es, desgraciadamente, la óptica de los tiempos actuales, de gran parte de la población, de los círculos sociales, académicos, laborales.

Cada día escuchamos más acerca de la libertad de expresión, de que cada uno pueda comentar u opinar lo que quiera, que se respeten las diferentes posturas en los más diversos temas, que se acepten las ideologías, las creencias, etc. por antagónicas que sean.

La verdad, es un discurso bonito, que endulza la convivencia social, pero que en la práctica resulta una falacia, pues a diario encontramos en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las mismas relaciones laborales, fraternas, familiares, más y más encono, más y más intolerancia en contra del disidente, no sólo del que piensa, sino del que osa manifestarse o disentir de lo que es políticamente aceptado.

No podemos caer, en “darle el avión” a las personas con las que convivimos a diario, pero muchos es justo lo que esperan. Así se evita, no la confrontación, sino algo más delicado, se evita la reflexión.

Está pasando a la historia la frase de Voltaire: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” Muchas personas o no lo saben o lo han olvidado, ahora se defiende, casi hasta la muerte el punto de vista personal, aun sin fundamento alguno, aun estando equivocado.

Si alguien no está de acuerdo con los homosexuales, los negros, los judíos, etc. ahora tiene que guardar silencio. No porque se tenga en particular algo en contra de todos esos grupos, simplemente por no estar de acuerdo. Ya no es posible manifestarse, pues se le tilda de homofóbico, de xenofóbico, racista, extremista, intolerante y un largo etcétera.

El círculo de confianza es cada día más estrecho, pues los amigos, la familia, los compañeros de trabajo, se están convirtiendo en los “órganos de la moral social” que admiten solo lo políticamente correcto.

Estamos seguramente en la antesala de la total represión, diciéndole a dios a la disidencia, a la libertad de expresión, aceptando tácitamente la censura.

Guardar silencio, nunca ha sido la mejor opción para el crecimiento y desarrollo del animal humano, de las diversas sociedades.

No todo está totalmente bien ni todo está totalmente mal. El otro, como tú, tiene cosas positivas y cosas negativas. Esto hay que aceptarlo con mucha humildad.