Vivimos momentos muy complicados, en donde las demandas sociales sobrepasan las capacidades de respuesta del Estado. No hay dinero, y el poco que hay se gasta en una revocación de mandato inútil y se deja de gastar en medicinas y educación. El descontento general va en aumento y no se ve una posibilidad de puntos de acuerdo al menos no en el corto plazo. La inseguridad, la impunidad, la corrupción se han empoderado y la ciudadanía busca resguardarse del caos, sin tener una idea clara de como hacerlo. Los ciudadanos no sabemos en quien confiar y quien se supone que podría en verdad defender los intereses del pueblo mexicano.
El Fiscal General de la República es el encargado de la investigación de los delitos, del esclarecimiento de los hechos; debe buscar la justicia eficaz apegada a derecho, combatir la inseguridad y disminuirla fortaleciendo al Estado de Derecho en México. Esto nos dice la teoría, sin embargo, reconocido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver el juicio de Alejandra Cuevas y Laura Moran, tenemos un caso en que, para encarcelar a una mujer inocente, las autoridades se inventaron un delito, falsearon hechos, llevaron a cabo procesos totalmente apartados de la norma, con una inseguridad jurídica total y lastimando terriblemente al Estado de Derecho y todo esto en beneplácito del Fiscal General de la República. Dudo mucho que vaya a ser él quien nos proteja.
El Ejército, que es un mil usos en esta administración, es también, según los últimos informes del grupo de expertos internacionales para escalecer el caso Ayotzinapa, uno de los principales responsables de toda la confusión e imposibilidad de resolver. Se ha determinado que crearon pruebas y alteraron los hallazgos, para presentar una verdad histórica más llena de mentiras que nada. Tampoco creo yo que el Ejército sea quien nos defienda.
La Comisión de Derechos Humanos calla como piedra, está a las órdenes del ejecutivo. En el Congreso de la Unión, las mayorías obedecen también la línea partidista que les mandan sin reflexión alguna.
En medio de este desorden, considero yo que los únicos que nos podemos defender somos los mismos ciudadanos, y el INE será el garante de que esa defensa sea efectiva. La verdadera respuesta ciudadana ante la inconformidad del gobierno será manifestada en su momento en las urnas no votando por quienes tanto daño hacen al país. Para eso necesitamos un INE fuerte y autónomo. En la medida que permitamos el golpeteo al INE y pongamos en las manos del gobierno y los partidos las decisiones electorales, perderemos toda esperanza de defensa de ningún tipo, si el INE cae, la voz de la ciudadanía será acallada, dominada por la clase gobernante y entonces sí, ya nadie podrá defendernos.
