Volver a lo básico

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Aquella sopita de arroz, las albóndigas, el pan con un vaso de leche, la torta de frijoles, la tortilla como burrito, el huevito revuelto, los pasteles al horno, el agua fresca, los juegos en la calle, las canicas, la matatena, brincar la reata, las escondidas, los días de campo.

Tantas cosas con las que uno se entretuvo, cosas sencillas que se comió, lo momentos eternos que se disfrutaron, con los amigos, con la familia, en la escuela, en los trabajos.

Los borrachos, se tomaban dos o tres cervezas o dos o tres cubas, hoy se juntan deliberadamente para ponerse cuetes o para drogarse. Ese es el objetivo, ya no es departir con los compañeros de la prepa o de la universidad.

Los restaurantes ya no tienen huevos con jamón, o al gusto, ahora ofrecen huevos tarascos, huevos divorciados, huevos brujos. No hay que negar que todo es sabroso, pero muy sofisticado y no son dos huevos, son tres. Comer no por gusto, no por necesidad, sino comer hasta el hartazgo y entre más sofisticado, más elaborado, más adornado mejor.

Todo el placer de vivir lleno de lentejuelas, de oropel, de complicaciones, cuando las cosas pueden ser tan sencillas. Pero no, las bodas con espectáculos, con competencia social, nada sencillo, en donde priva el ridículo por sobre el gusto de los que se casan.

Sabemos, por estudios formales e investigaciones, por la experiencia profesional que al final del día, la gente, mucha, se siente tan vacía después de toda esa dinámica de falsedades, cuando pudieron disfrutar de las cosas sencillas de la vida.

Siguen muchos y muchas, buscando las cosas más complicadas, los deportes extremos, las emociones sin límite, las películas retorcidas, las relaciones sofisticadas. Todo, pero todo lo quieren más allá de lo paranormal.

Se llenan de fantasías, de cosas imposibles de lograr, pues aspiran a más y a más, por lo cual se sienten eternamente vacíos, pues nada les satisface por completo, ya que se comparan reiterativamente. Hay que recordar que siempre habrá gente mejor y gente peor, pero estos inconformes de hoy no tienen límites en sus fantasías ya que se sienten merecedores de todo.

Como siempre digo, aun se está a tiempo de volver a lo básico, lo más elemental para satisfacer, en primer lugar: las necesidades básicas, pues antes de querer comerse el mundo, hay que tener satisfecho lo elemental, lo primario, lo que un día hará que te sientas pleno, y sabemos que todo eso está en el día a día, en la interacción con uno mismo, en primer lugar.