León, Gto., 8 de agosto de 2021.- El arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras, durante su misa dominical, habló sobre las crisis que viven las personas y las instituciones en la actualidad, así como la manera de juzgar que tienen las personas para con los demás.
Comentó que en otros tiempos los fariseos eran los que juzgaban de una manera muy fuerte, pero que en la actualidad no hay mucha diferencia, pues hoy también hay murmuración y un enojo social.
Dijo que hoy en día muchas personas dicen que creen en Dios, pero no creen en la iglesia y eso es una contradicción, por lo que hay nuevamente una crisis como cuando a los judios les escandalizaba que Dios se haya hecho persona humana y que Cristo sufriera el escándalo de la cruz.
“Hay un enojo social, hay una crisis de las personas y de las instituciones, hoy mucha gente dice. ‘yo creo en Dios, pero no creo en la iglesia’, es una contradicción, si la iglesia es el cuerpo de Cristo entonces no crees en Cristo”, comentó.
Dijo que esto enseña a los feligreses a que no pueden conocer a Jesús si no están iluminados por el Espíritu Santo, pues no se puede tener fé si no se siente la necesidad de Dios y hoy a mucha gente se le perdió el hambre de conocerlo.
Comentó que en el fondo del corazón humano sigue permaneciendo esa necesidad aún y con el ateísmo, y que muchos de los que no creen están preocupados y hablando mal de Dios.
Dijo que los seres humanos tienen una semilla de vida eterna que no se puede negar y que cuando amamos y queremos ser personas dignas eso es de Dios.
Añadió que el ateísmo más destructor es el práctico como quien dice que cree en Dios, pero viven como si él no existiera y eso es lo que enseña hoy en evangelio: la incredulidad, la murmuración y el ataque a través del desprestigio.
Dijo que los tiempos de la primitiva iglesia son los mismos de ahora y que la fé sólo requiere que abran el corazón para recibir a Dios, pues es un don de él que está expuesto a las limitaciones y contradicciones de los seres humanos como los matrimonios que tiene penas profundas como la muerte de un hijo y de ahí en adelante no creen.
El sacerdote dijo que la gente es débil y están expuestos por el poder de Dios a no creer que él lo puede todo.