Vida aprendida

“Tocar fondo es la única manera de restaurar la vida en todo su esplendor”. Ango Sakaguchi 

“Crear: ahí está el gran alivio del dolor, y así es como se hace más ligera la vida.” Friedrich Nietzsche 

“Cada uno de nosotros está solo y cuanto antes un hombre lo comprenda mejor para él.” Jerzy Kosinski

“Alguien me habló todos los días de mi vida al oído, despacio, lentamente. Me dijo ¡vive, vive, vive! Era la muerte.” Jaime Sabines

 En esto de vivir, la única y autentica conjetura a la que podemos llegar, que lo mismo sirve para justificar o intentar entender de una manera reflexiva y en mucho filosófica la existencia, es aceptar que a la vida se vino a vivir y con ella aprehender y sobre todo a aprender.

¿Qué es lo que la vida nos pone como lecciones? ¿Qué es lo que podemos sacar de provecho, si así lo vemos, de esto que es la vida en sí? ¿Por qué este aprender se diluye con la vida misma? Lo que se aprende hoy se olvida mañana y parece una paradoja, porque lo que bien se aprende no olvida dice el refrán popular, pero en los hechos no aprendemos, no lo hacemos ni en cabeza ajena, ni en las lecciones que da la vida misma, ni las que la historia de la civilización nos ha dado. Tragicomedia que se mueve entre la asombrosa inteligencia y la barbarie.

Somos seres de repetición, de alegorías y soberbias, de un dolor humano que se naturaliza y hasta se institucionaliza. Se tiene la ilusión de que, si se cierran los ojos, se calla, no escucha y no interviene en la realidad esta será diferente a lo que es y con ellos nos eximimos de culpa y sobre todo de responsabilidad. Para no aprender no ponemos en un lugar en el que se juega a la defensiva, entre la negación, la resistencia, el olvido, la represión, la evasión de un inconsciente personal y otro colectivo. Aprender es un verbo y al parecer solo tiene significado y sentido en quieres se arriesgan a vivir, con pasión, plenitud, libertad para construir mundos y vidas posibles.

Si algo se aprende también tiene que ver con el tiempo, con la experiencia, con la vida hecha vejez. Las palabras que poetas escritoras y escritores nos regalan como una memoria de esos aprendizajes, enseñanzas que da la vida y que se tejen con las emociones, con los sentimientos, con las dichas y alegrías, y también de todo eso que nos hiere, nos lastima, nos hace sufrir, desde las tragedias, penas y dolores humanos: ausencias, rupturas amorosas, duelos, muerte, enfermedad, olvido, negligencia y maldad.

Aprender es posibilidad para la palabra, para sentir, para pensar, para acceder a la consciencia, para crear un pensamiento crítico, que, dicho sea de paso, el pensamiento crítico no es poner en duda el pensamiento de otros, sino que es poner en duda el pensamiento propio, precisamente y necesariamente para aprender.

De muchos aprendizajes y enseñanzas que nos dejan otros transcribo algunos que por su valía les comparto:

Alda Merini, escritora y poeta italiana escribió estas palabras:

“La vida nos enseña que

siempre hay que volar alto.

Más alto que la envidia,

más que el dolor,

la maldad,

más alto que las lágrimas,

los juicios.

 

Siempre hay que volar alto,

donde algunas palabras

no puedan ofendernos,

donde algunos gestos

no puedan herirnos,

donde algunas personas

nunca puedan llegar.”

Clarice Lispector expresó:

“Hay una ley secreta y para mí incomprensible: solo a través del sufrimiento se encuentra la felicidad. Me tengo miedo porque estoy siempre dispuesta a sufrir. Si yo no me amo estaré perdida, porque nadie me ama hasta el punto de ser yo, de serme. Tengo que quererme para darme algo. ¿Tengo que valer algo? Oh, protegedme de mí misma, que me persigo. Valgo cualquier cosa en relación con los otros, pero, en relación conmigo, soy nada”.

José Saramago dijo:

“Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma… pero con el interés de seguir creciendo. Tengo los años en que los sueños se empiezan a acariciar con los dedos… y las ilusiones se convierten en esperanza…”

Julio Cortázar plasmó:

“No te engañes acerca del amor que sientes. Muchos dicen que no existe solo porque no lo han encontrado. Pero yo te digo que sí existe, y si has tenido la suerte de vivirlo, aunque sea un instante, ya has ganado, aunque mueras mañana.”

Marguerite Yourcenar escribió:

“Cuanto mayor me hago, más me doy cuenta de que la infancia y la vejez no sólo se reencuentran, sino que son los dos estados más profundos en los que se nos permite vivir. En ellos se revela la verdadera esencia de un individuo, antes o después de los esfuerzos, aspiraciones, ambiciones de vida (…) Los ojos del niño y los del anciano miran con el tranquilo candor de quien aún no ha entrado al baile de máscaras o ya lo ha dejado.  Y todo el intervalo parece un vano tumulto, una agitación vacía, un caos inútil por el que uno se pregunta por qué tuvo que pasar.”

Albert Camus escribió en “La Caida”:

“La tragedia de la vejez no es que uno sea viejo, sino que uno sea joven. Dentro de este cuerpo que envejece hay un corazón todavía tan curioso, tan hambriento, todavía tan lleno de anhelo como lo estaba en la juventud. Me siento junto a la ventana y observo pasar el mundo, sintiéndome como un extraño en una tierra extraña, incapaz de relacionarme con el mundo exterior y, sin embargo, dentro de mí arde el mismo fuego que una vez pensó que podía conquistar el mundo. Y la verdadera tragedia es que el mundo sigue siendo, tan distante y esquivo, un lugar que nunca pude captar del todo.”

Comparto dos deseos. Uno en una poesía, en la antesala de nuestro Día de Muertos, porque es algo aprendí, que es tener imaginación y esperanza, desde el valor de la vida. El otro deseo en una hermosa frase que da sentido y compromiso al trabajo que realizo desde hace muchos años, que, con humildad, puedo decir, voy teniendo la buena fortuna, de tomar las enseñanzas del vivir, pese a la realidad y a la vida misma, y estar aprendiendo de la vida.

Colibrí

 

“Me gusta creer que vienes en forma de colibrí,

O que llegas con el viento que me motiva a seguir,

Me gusta creer que me escuchas hablar,

O que te pones triste, cuando me has visto llorar,

Me gusta creer que sigues conmigo,

Aunque no te pueda ver, ni sentir tu abrigo,

Me gusta creer que te volveré a ver,

Y que volaremos juntos hasta el amanecer.”

 

Siwamacuilli

 

“Si puedo evitar que un corazón sufra, no viviré en vano; si puedo aliviar el dolor en una vida, o sanar una herida o ayudar a un petirrojo desmayado a encontrar su nido, no viviré en vano”.

Emily Dickinson