¡VICTORIAS!

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

Para Victoria, que día a día lucha por una victoria

“El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto”Jorge Luis Borges –

No hay necesidad de convencer a nadie de absolutamente nada, porque no importa cuánto lo intentes, hay gente que nunca va a comprender tu historia, todo ese esfuerzo que haces por no rendirte. Si ellos hablan sin saber, tú sólo sonrír. – Meryl Streep

“Mi vejez es un regalo precioso, me siento más liviana, me he liberado de la inseguridad, de deseos irracionales y de complejos inútiles. Voy soltando, dejando ir. Debí hacerlo antes, pero me sigue acompañando la pasión…” –Isabel Allende –

En esto de escribir se convocan a las palabras con el temor de no saber que decir y a la vez de poder elegirlas adecuadamente. Es una elección que cruza el pecho y como pequeñas descargas eléctricas se funden con el corazón mismo, en cada latido y en cada respiración. Esas palabras nacen y se crean en el imaginario de una hoja en blanco y son una narración que se ve envuelta en entre sentimientos y afectos que buscan en la razón una posibilidad de expresar lo que se hace inefable, lo que las palabras dicen y lo que no.

En estos días algunas de las experiencias de vida cruzan mi historia y hace que la vida se sienta con una intensidad inédita, esa que altera los sentidos y pone aprueba el carácter, y que también desquicia la mente, ante la alegría de los encuentros afortunados y de las tristezas y amarguras que se imponen como una manera tener empatía con el dolor y la angustia y con la dicha y la buena fortuna con la que se lucha para salir delante de situaciones, problemas, condiciones y enfermedades.

No alcanza todo el corazón para descifrar y narrar todo lo que se siente. Somos hijos e hijas de las tragedias, no está demás aceptar que desde la mitología griega pasando por los dramaturgos clásicos, griegos y romanos, pasando por Homero, Eurípides, Esquilo, Aristófanes, Sófocles, Jenofonte, Esopo entre muchos otros, que han mostrado en sus narraciones y en sus tragedias lo que es la condición humana, que pasa por la osadía, la entrega, la lucha, a la envidia, a la soberbia, a la tiranía, al abuso del poder, pero también al engaño, a la traición y de vez en vez a la bondad,  la justicia, el honor y el amor.

La historia humana a la que se suma la literatura universal con Cervantes, Shakespeare, Dostoievski, Chejov, Murakami, Sábato, Virginia Wolf,  Mary Shelley, Emily Dickinson, Anne Sexton, Sylvia Plath, Isabel Allende, Rosa Montero, Laura Esquivel, Silvia Molina, Marcela Serrano, Julio Cortázar, Efraín Huerta, Octavio Paz, Juan Gelman, Luis Cernuda, Roque Dalton, Homero Aridjis, Jaime Sabines, José Emilio Pacheco, Pedro Salinas, entre muchos otros y muchas otras, da cuenta que lo nuestro, lo que nos define es la duda, el dolor, los equívocos, el sufrimiento, los sueños, la insatisfacción, el gozo, el placer, las ilusiones, el fracaso, las fantasías, las derrotas, la soledad, los misterios, la congoja, la espera y uno que otro triunfo, algunas victorias.

Historias de vida, de ida y vuelta, en donde dolor y duelo son inevitables, en donde el amor y la pasión con gozo se viven como secreto íntimo, con una finitud declarada desde el inicio. Esperanza y pesimismo en una diada dramática, que en cualquier disyuntiva al final de cuentas termina en lo real, en lo inevitable, en lo irremediables y en donde la ironía, el sarcasmo, la fatalidad se apoderan de la condición humana, que nos define como seres humanos soñadores, ilusos, contradictorios, ambiguos, egoístas, enamoradizos, ingenuos, traicioneros, vanidosos, tramposos, altaneros, empáticos y amorosos.

El problema sí es que lo es, es que somos todo eso al mismo tiempo, sin un orden establecido, sin una estructura única, donde la incertidumbre y el azar multiplican las posibilidades de la historia personal, porque  somos sujetos del lenguaje, de la cultura y del deseo del “otro”, los “otros” que ponen en nosotros y en nosotras eso que no somos, y que en el proceso de ser unos mismo vamos descubriendo, definiendo, reconociendo “eso” que queremos ser, que se mueve, que cambia, que se esconde en cada uno, en cada una.

Sándor Márai, escritor y dramaturgo húngaro escribió:  “Las preguntas son éstas: ¿Quién eres? ¿Qué has querido de verdad? ¿Qué has sabido de verdad? ¿A qué has sido fiel o infiel? ¿Con qué y con quién te has comportado con valentía o con cobardía? Estas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera”.

Cada vez que escribo las palabras se agolpan como recia lluvia que moja tierra seca de años. Reconocer que vienen sin orden, apresuradas, envueltas en celofán o en terciopelo, otras veces envueltas en papel estraza o hojas de periódico y que se presentan como sorpresa hace que el escribir sea poner algo de uno en cada palabra, en cada frase, en cada oración y en la posibilidad de que lo escrito tenga unos ojos que lean, un corazón que sienta y una mente que le sirva lo que lo que lee. Creo, no lo sé de cierto, que ahí radican algunas de las victorias que me son significativas.