Urgente

“Porque ya sabes que sobre todos los ojos de la tierra algún día, sin remedio, llueve”. Enriqueta Ochoa

“A través de nuestros ojos, el universo se percibe a sí mismo. A través de nuestros oídos, el universo escucha sus armonías. Somos los testigos a través de los cuales el universo toma conciencia de su gloria, de su magnificencia”. Alan Wilson Watts

“Nadie comprende a otro. Somos, como dijo el poeta, islas en el mar de la vida; corre entre nosotros el mar que nos define y nos separa. Por más que un alma se esfuerce por saber qué cosa es otra alma, no sabrá sino lo que le diga una palabra”. Fernando Pessoa

“A un gran corazón ninguna ingratitud lo encierra, ninguna indiferencia lo cansa”.  León Tolstoi

“El hombre no es un enigma… el hombre parece estar en su lugar en la naturaleza. Es, como todo lo que vemos, una mezcla del mal y del bien, de placer y de dolor”. Voltaire

La vida no espera, el tiempo se detiene. Las posibilidades de encontrar un único y definido sentido de la vida no pasan la prueba de la ilusión y de la esperanza.

El nunca y el siempre se enfrentan a la realidad cambiante del ser humano. Todo depende del momento, las circunstancias y las personas. Lo que hacemos es una verdadera matriz en la que opera la conciencia, la voluntad, el deseo y el inconsciente. Nada nos pone a salvo de la vida y sus volteretas, de todo aquello que nos pone a prueba sin ningún miramiento.

La audacia de ser uno mismo, es un ejercicio de inteligencia, de introspección, de reflexión. La palabra “Inteligente” viene del latín “Intelligens”. Compuesto por “intus” (dentro) y “legere” (leer), que significa persona que sabe leer por dentro. Hoy más que nunca se requiere apelar a la inteligencia humana. Necesitamos conocernos, saber que de los errores se aprende y que la inteligencia es la capacidad pensar críticamente lo vivido.  “Los errores son un hecho de la vida: lo que cuenta es la respuesta al error.” Señala Nikki Giovanni.

Es una época en donde el primer cuarto de siglo da evidencia de la capacidad humana y de la inteligencia, la creatividad, la curiosidad y sus desarrollos en el conocimiento humano y su aplicación tecnológica. Sin embargo, el saldo civilizatorio nos está poniendo en el filo la navaja. O podemos dar testimonio de las capacidades humanas, de sus sensibilidades y hasta del sentido común para pensar en toda la sociedad o nos vamos al abismo de la barbarie, del dolor, del hambre, de la sed, con las guerras por lo que a nadie le pertenece, un territorio, por ejemplo, el sostener absurdo de las fronteras y de la propiedad privada.

Los tiempos sociales se yuxtaponen con el tiempo biológico, duramos más en la singularidad de la especie. La pregunta es ¿Para qué? Más vida es más amor, más solidaridad, más sororidad, más fraternidad, más solidaridad, más justicia, más felicidad, más amor o solo hemos creado sucedáneos, paliativos, fantasías, mercancías para engordar al amo, al dios del dinero. ¿Qué no seria pensar no en más sino en mejor? Por ejemplo en la educación no sería tiempo de dejar de repetir prácticas de homogenización y de control, por apuestas por el pensamiento crítico, por la creatividad, por la colaboración, por un aprendizaje revolucionario en dónde la inteligencia regrese a la capacidad de leernos por dentro, con todo lo que es una persona, emocionalmente, en su historia afectiva, de sus vínculos y sus procesos de aprendizaje significativo, contextualizado y centrado en las capacidades y competencias para la convivencia social y para la comprensión de una ética planetaria como lo han propuesto Hans Küng y Edgar Morín.

Hoy la vida nos lleva a buscar espacio para aprender a estar con uno mismo y sus emociones, a ordenar el pensamiento que se vuelve caos ante una realidad que sobre nos sobre estimula, que nos tiene cautivos en la redes sociales, en una realidad de valores la mayor parte económicos y con presiones y problemas que agobian en un mundo material que carcome los espíritus y nos lleva a la fragmentación, a la anomia social, y la idiotez, -un idiota es quien solo piensa en él, sin comprometerse con los problemas de su comunidad- son tiempos para retomar lo esencial de los seres humanos, tal vez uno de los valores que nos definen en el sentido existencial y aún desde la filosofía y el sentido de vida es la “compasión”, que no es otra cosa que sentir con el otro, identificarnos desde el dolor y la pena, para dar paso a la ternura, a la solidaridad, al amor.

Hoy se busca de manera casi obsesiva el estar bien todo el tiempo. El mercado capitalista se aprovecha de esa necesidad y ofrece un sin numero de puertas, salidas, productos, y un sinfín de ilusiones, un mercado que hace negocio con las necesidades básicas de las personas y con las necesidades socioafectivas y ahora en especial a las necesidades sexuales. Una estrategia de mercado que convierte todo en ilusión, en virtualidad, en imágenes, con una oferta para satisfacer deseos y aspiraciones con un click o con un like y si es pagando mejor, siendo rehenes de los algoritmos, en donde la privacidad se diluye ante el “gran Hermano” anunciado por Orwel. Una vida de ficción, que usa el fracaso asegurado para crear dependencias a redes, a sustancias legales e ilegales y la búsqueda inmediata de respuestas y de placer.

Stephanie Bennett-Henry a manera de ser contra cultural escribió: “Estar en paz significa que ya no tienes la necesidad de demostrarle nada a nadie. No necesitas una validación externa, no necesitas contar tu versión de la historia nunca más, incluso cuando escuchas una docena de rumores que cuentan una versión falsa. Solías cuidar tu corazón, pero ahora cuidas tu paz, porque sabes que tu paz vale más que probarte a ti mismo ante nadie.”

Y esto tiene sentido si nos planteamos con claridad que para tener una sociedad plenamente humana, requiere ir construyendo una paz colectiva, que deje de priorizar el tener para resignificar el ser, ese ser humano que ha mostrado su virtuosismo para crear la música, las matemáticas, el lenguaje, la ciencia, el psicoanálisis,  y todas las formas del arte, la literatura, la filosofía, y la ética, que es esa capacidad de pensarnos a nosotros mismos, sin elegios vanos, sin mentiras, sí desde la subjetividad, pero no desde el autoengaño. Habrá que trabajar para formar un hombre nuevo, una mujer nueva, hemos avanzado en visualizar a las mujeres y reconocer sus derechos, nos falta anclar esa dignidad también en el corazón y configurar seres humanos de gran corazón, León Tolstoi escribió: “A un gran corazón ninguna ingratitud lo encierra, ninguna indiferencia lo cansa” y esa es una forma sublime de lo que es la compasión.

Vienen tiempos de reuniones familiares, de posibilidades de restablecer comunicación con seres queridos familia distante, relaciones que se fracturaron o se lastimaron por lo que se dijo, por lo que se calló, -los secretos de familia- , la dificultad de pedir perdón o de otorgarlo, de pedir y ofrecer disculpas, tiempos para hacer ajustes y para dar sentido a los errores, a buscar respuestas y hacernos mejores personas en todos los sentidos y dimensiones. La vida es una y tiene la certeza de que se acaba.

Lucas Hugo Guerra: “Muy pocas veces miro hacia atrás. Pero hoy hago un balance de las cosas… las que quiero y las que no, de las personas que estuvieron… las que valieron y las que no… las que se fueron y las que dejé en el pasado. Hoy también me pregunto quién soy y quién quiero ser. Y en todo ese balance… sin querer entiendo que lo urgente es vivir…”

Es tiempo para la libertad y “La libertad no es sobre el tamaño de tu jaula, o el poder de tus alas, o el no apego a una persona o una cosa. La libertad es tratar de ser tan sincera, profundamente y locamente unida a tu propia alma, que no puedas soportar ni por un sólo momento una vida que no la honre” dijo Andréa Balt y es “A través de nuestros ojos, el universo se percibe a sí mismo. A través de nuestros oídos, el universo escucha sus armonías. Somos los testigos a través de los cuales el universo toma conciencia de su gloria, de su magnificencia” escribió Alan Wilson Watts.

Tiempos de inteligencia y amor, tiempos de hacer consciente quienes somos en el contexto que nos ha tocado vivir. Es urgente sentir la vida con compasión para los demás y para uno mismo, y eso es urgente. Comparto dos textos que son evidencia lo humano, de la inteligencia y de la capacidad de sentir, porque también es urgente recuperar la poesía.

“Apágame los ojos y te seguiré viendo,

cierra mis oídos, y te seguiré oyendo,

sin pies te seguiré,

sin boca continuaré invocándote…

 

Párame el corazón, y latirá mi mente.

Lanza mi mente al fuego

y seguiré llevándote en la sangre.”

 

Rainer María Rilke

 

y

“Y hubo mil cosas que no elegí,

que me llegaron de pronto

y me transformaron la vida.

Cosas buenas y malas que no buscaba,

caminos por los que me perdí,

una vida que no esperaba.

Y elegí, al menos, cómo vivirla.

Elegí los sueños para decorarla,

la esperanza para sostenerla,

la valentía para afrontarla”.

Rudyard Kipling