Es 2025, en días recientes la difusión de una tabla de datos de la secretaria de salud federal debería poner en severo cuestionamiento cualquier discurso triunfalista en torno a los tiempos de las mujeres, y otras expresiones eufemistas.
Se trata de gráficas de los 30 nacimientos ocurridos en el 2024 donde se da cuenta de las edades de las madres y los padres. Datos escandalosos, dolorosos y denunciables en una lógica mínima de un estado de derecho y que nos (re) colocan en el punto de partida del debate sobre el acceso a los derechos humanos de las mujeres y niñas en el territorio mexicano.
Si bien a las edades se agregan algunos estados, iluso resulta pensar que hay espacios en este país que no atraviesen estas crudas realidades y que el problema de salud pública de embarazos infantiles les corresponde de forma exclusiva a ciertas zonas, a ciertos tiempos, a ciertos gobiernos y partidos. Otros territorios, gobiernos y autoridades en otros años y en otros momentos seguro son y serán materia de otras gráficas igual de reveladoras.
En Xalapa, Veracruz ella tiene 12 años y está embarazada, el padre tiene 50 años, una diferencia de edad de 38 años: en Texcoco, estado de México ella esta embarazada y tiene 10 años, él 32 años, una diferencia de edad de 22 años; en Monterrey, Nuevo León ella tiene 12 años y él tiene 40 años, una diferencia de 28 años; en Juárez, Chihuahua, ella tiene 11 años y él 34, una diferencia de 23 años. Otros veintitantos datos de ellas y otros tantos de ellos se suman a una lista que al término de leerla el ánimo se encuentra rebasado entre el dolor, indignación, enojo, y también, profunda tristeza, ¿en qué momento nos creímos el cuento del tiempo de las mujeres?
Gráficas que a manera de confesional nos revelan una práctica social machista, misógina e impune, ¿qué lectura podemos hacer de tres números que se presentan en una misma línea cuando hablamos de niñas, maternidades, derechos y justicia? Son datos a los que deberemos dar lectura integral problematizando cada uno. La edad de ellas, niñas; la de ellos, hombres adultos ¡cuántos derechos vulnerados y delitos consumados podemos leer en esos números! Los agresores son ellos
Fueron los portales informativos feministas quienes dieron una difusión inmediata a los datos que de forma ordinaria reportaba la secretaria de salud. Otros medios destacaban en espacios principales datos igualmente escandalosos y confirmadores “22 niñas entre 10 y 14 años son madres cada día en México”, uniones forzadas, abusos sexuales y maternidades obligadas. En algunos títulos de notas le denominaban embarazo infantil como si tuviera sentido coherente la unión de ambas palabras. Leamos sin normalizar, va de nuevo, embarazo infantil, ¿Cuándo comenzamos a nombrarlo?
Respiro y repaso con crudeza, somos un país que hemos normalizado las maternidades en las niñas, sí, así como se lee. Lo hemos normalizado desde la impunidad, desde la ley, desde los usos y costumbres, pero también, desde la responsabilidad que les asignamos a ellas respecto a su cuerpo y su sexualidad que habremos de señalar les son desconocidas. Niñas a las que se les niega el derecho a conocer sus cuerpos, y en cambio, se les otorga la potestad a otros para que los vulneren.
Tú la que te embarazaste, la que no lo dijiste, la que lo provocaste, la que lo permitiste, la que lo andaba buscando. Si tú niña de once años que querías ser madre. No podrás quejarte de lo provocado, no podrás denunciar, al hacerlo te exhibes y nos exhibes a todos, como si eso importará. Sí tú niña, la que ya saliste con tu domingo siete, la que lo provocó, la desobediente que sedujo a su tío, a su primo, a su vecino, al amigo de su hermano, al hermano del abuelo. Sí, tú la niña de diez años estará contenta de ser madre. Tendrás que hacerte cargo y cuidar de tu hijo porque es tu responsabilidad. Deberás aprender pronto lo que debas de saber de cuidados a un bebé, eres mujer ¡ni modo que no tengas el instinto de madre!
Para las autoridades no hay escándalo, apenas estadísticas. Una fotografía de un día, porque esas realidades hace años son cotidianas para las niñas y las mujeres en todo el territorio nacional. Niñas madre se les ha denominado para no señalar en voz alta: niñas violentadas sexualmente. Niñas atravesadas por la precariedad, la desigualdad y la violencia en todas sus modalidades. Niñas visibles para sus agresores e invisibles para los gobiernos.
Como respuesta, en días pasados la presidenta Claudia Sheinbaum señaló que el gobierno federal investigará los embarazos infantiles reportados. Las autoridades estatales deberían de hacer lo propio, aunque en ambos sentidos deberemos señalar que se va tarde. Muchas de esas niñas, en caso de haber sobrevivido a esos embarazos, ya tienen meses maternando en condiciones que duelen imaginar. Ahora mismo, podríamos asegurar que mientras se investiga lo pasado, el presente ya trae consigo nuevas maternidades forzadas, la impunidad tiene un ciclo de repetición cuando no se arrancada desde la raíz.
En Guanajuato un estado que apenas en semanas previas volvió a negar la despenalización del aborto. Una mayoría panista y una que otra aliada despistada, pero igualmente corresponsable, asumen que los embarazos son un tema de educación sexual y planificación no se les ocurren otras realidades posibles. En sus privilegiados esquemas mentales no existe el uso de la fuerza, del miedo, del terror. La manipulación que se puede ejercer en niñas precarizadas, en familias ignorantes y en entornos que les atraviesan todas las pobrezas.
Hace apenas unos años conocí del caso de Laura de 12 años, habitante de una comunidad cercana a la cabecera municipal de Silao, quien fue abusada, sí abusada no se puede hablar de relaciones consentidas cuando él con 69 años decidió penetrarla. La familia de Laura se enteró de lo ocurrido cuando a ella comenzó a crecerle el vientre en el octavo mes de embarazo. El vómito, el cansancio y la palidez paso desapercibida y con ello los esfuerzos de una niña que no terminaba de asimilar lo que le estaba ocurriendo, así asistía a su quinto año de primaria. Nadie se dio cuenta hasta el octavo mes, otros más cuando nació su hijo.
Atendida en su casa por una partera la familia decidió no denunciar, no hubo acercamiento con autoridades, puedo asegurar que ni se enteraron de la comisión del y los delitos. Una familia conformada por 5 mujeres, hermanas mayores de la menor decidieron no denunciar al agresor ¿las razones?, todas valiosas para ellas y de índole incuestionablemente prácticas y vitales si atendemos a sus condiciones de sobrevivencia. Él era el dueño de la única tienda del lugar, un hombre con posibilidades de mantener a la niña y al bebé, si lo denunciaban ¿Quién lo haría?, ninguna estaba en posibilidad de apoyar a su hermana, todas sobrevivían al precio diario de sus vidas. Él ya las había amenazado y condicionado, la decisión del silencio en ningún sentido merecía, ni merece, la valoración moral de quien no vive esas vidas. Al ver las recientes graficas imaginé cuántas Laura’s se encuentran entre esos números.
Estamos a la mitad del 2025, las narrativas de las autoridades se repiten en torno a la prevención de los embarazos adolescentes, el sitio común es abordar la educación sexual como la panacea… ¿les alcanzará para más la imaginación, se les ocurrirá acaso que la complejidad es mayor? No cabe duda, pensar con el estomago satisfecho, el cuerpo descansado, limpio, sano no siempre es suficiente…tanta comodidad nubla visiones.