Una opinión, no un hecho

arturo mora
Dr. Arturo Mora Alva

“Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho. Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”. – Marco Aurelio-

“Que nada nos defina/ Que nada nos sujete /Que la libertad sea nuestra propia sustancia”. -Simone de Beauvoir-

Entre el 22 y 23 de marzo de 2020, la realidad nos alcanzó. El aislamiento, el confinamiento se decretó como estrategia para poder contener una pandemia que iría cobrando vidas y succionando almas, espíritus y voluntades. Durante 24 meses ha llenado de dolor, incertidumbre y muerte a una sociedad globalizada, perpleja y frágil que todavía se hace preguntas, que todavía lidiará con las mutaciones y las nuevas cepas de un coronavirus que vendrán en los siguientes meses y años.

Hubo cambios en la vida cotidiana y emergió una realidad que ha permitido apreciar de otras formas lo que se oye, lo que leemos, lo que vemos, una realidad que también se esconde, y hace las suyas para aparentar, para controlar, para sostener una versión de mundo que está regida por intereses económico y políticos y con ello mantener el statu quo de una élite que tiene todo y quiere todo, un minoría mundial y unas minorías en cada país, que han articulado un andamiaje y una arquitectura social, cultural, ambiental, y sobre todo política y económica con la que han concentrado la riqueza como en ninguna otra época de la historia de la civilización.

Bajo la lógica del engaño y de la seducción se creó una reacción en la sociedad que movió entre a adversidad y la esperanza, entre el agobio de la impotencia hacia lo desconocido y las especulaciones sobre una cura casi mágica “la vacuna” y de ahí se propició un carnaval mediático, en especial en la redes sociales que se desbordaron, junto con los medios de comunicación de masas y  en donde diversas máscaras se fueron mostrado, entre la alegoría de disimular la escala la pandemia y el hecho de que los más pobres, los más vulnerables, -las y los ancianos y las personas con alguna enfermedad crónico degenerativa serian la factura inicial del Covis-19.

Las de empresas, sobre todo farmacéuticas, que dieron su mejor cara para obtener vacunas en tiempo récord, hay que decirlo, los esfuerzos fueron titánicos y mostraron la capacidad e inteligencia humana, pero que fueron desarrolladas bajo la lógica del mercado capitalista y sin ningún escrúpulo han sido y son venidas todavía al mejor postor, algunos gobiernos “regalaron vacunas” a naciones pobres. Todavía el cuadro de vacunación a nivel mundial no es cubierto por completo, y la tercera y ahora la cuarta dosis de las vacunas son la nueva máscara sanitaria a costos que implican increíbles ganancias para los laboratorios privados que las producen.

También somos testigos de rostros simulados, propios de los discursos de los gobiernos que no sabían qué hacer ante una enfermedad invisible, diminuta, pero, terrible y contagiosa y que sus efectos en las personas demostraron las condiciones reales de los sistemas de salud en cada país y mostraron que el modelo económico no está dispuesto a subsanar las carencias que los gobiernos tienen cuando se trata de responder y resolver sobre la vida las personas. La pandemia fue democrática no privilegio nadie desde el lugar que se tiene en las clases sociales, pero sí se ensañó con los más pobres. Los resultados ahí están, hay más pobres en el mundo como efecto medible y cuantificable de la pandemia.

Fuimos usando caretas, cubrebocas, lentes y guantes para defendernos de los contagios, las imágenes del personal de salud en los hospitales eran por demás dramáticas y mostraban que el virus era indómito, y se llevó un número importante de trabajadores de la salud a la muerte. Se impuso el confinamiento como estrategia. La sana distancia, el uso de gel antibacterial, tapetes sanitizantes, medidores de CO2 y con ello poder crear una sensación de seguridad, misma que se desvanecía en cuanto alguien se contagiaba aun siguiendo todas las pautas de higiene y prevención, que, sumadas a la imprudencia, a la ignorancia y a la soberbia hicieron de los contagios una constante y de la muerte una realidad.

El encierro dio paso a muchas cosas, a la pérdida de empleos, la disminución de los ingresos de muchas familias y con ello los desalojos de vivienda, la imposibilidad de pagar rentas, hipotecas y prestamos, a la par de resolver la convivencia forzada en casa, en casas hacinadas, sin los recursos para responder y soportar las estrategias de educación oficial y privada que se implementaron a la par del trabajo en casa, desde el uso y pago de internet, la compra forzada de equipos de cómputo, tabletas y smartphones para los hijos, o para los empleados que ahora tenían que adquirir sus herramientas de trabajo, con sus propios y escasos recursos.

El confinamiento, y la realidad con la que expresó en familias concretas y en condiciones materiales específicas dio el contento para que en muchos hogares se fuera con los días expresando el rostro de la tristeza y de la tragedia por los contagios y por las formas en las muchas personas murieron, solos, aislados, en los hospitales, conectados a respetadores artificiales, sufriendo y dejando a los deudos sin rituales, sin despedidas y a veces solo con unas cenizas en las manos y con la duda de saber si eran de esa persona que amaban.

Los efectos de la pandemia han sido devastadores, el impacto de la crisis sanitaria en el sistema educativo nos mostrará en meses los estragos de la estrategia y las consecuencias en el desarrollo de las competencias cognitivas, en las habilidades socioemocionales y mostrará la fragilidad del sistema educativo nacional, más allá de las acciones heroicas y solidarias de profesores y profesoras para contener el regreso a clases presenciales. La situación con relación a los efectos en la salud mental de todo el sistema familiar está brotando, no solo en la pandemia, sino que ahora ante el regreso, los cuadros de ansiedad, de depresión, estrés se estarán manifestado en los espacios de socialización a los que se regresa. El manejo adecuado de las emociones y sentimientos será parte de lo que la escuela deberá urgentemente atender.

La deserción, el abandono escolar, es catastrófico y los impactos en la vida de las familias y las condiciones de vulnerabilidad de las niñas, niños y adolescentes ante esta nueva condición son un desafío para el estado y sus instituciones. Los efectos en la dinámica familiar y en la reconfiguración de las relaciones interpersonales requerirán el desarrollo de nuevos y adecuados dispositivos de atención e intervención, así como, de políticas públicas profundamente humanas y por ahora no se ve qué harán las autoridades, ni tampoco que tengan una idea clara de lo que esta pasando y de lo está por venir.

Llegamos a la fecha paradigmática del inicio oficial de la pandemia en México. Llegamos con el anuncio de que todo el territorio del país está en semáforo verde del 21 al 27 de marzo de 2022. En tanto que en otras partes del mundo los contagios siguen y las nuevas mutaciones del coronavirus hacen de las suyas. La pandemia no ha terminado y la incertidumbre se instala como condición de lo humano. No debemos bajar la guardia ante el Covid-19 y necesitaremos seguir con las medidas sanitarias, ojalá lo entendamos de la mejor forma y con el mayor compromiso por el bien de todas y de todos.