Decíamos ayer, hace unas horas había decidido dar vuelta a la página e introducirme en algunos otros temas de interés para la sociedad o incluso de algunos acontecimientos que no tuvieran que ver con la inseguridad que padece nuestro Estado, sin embargo, mi pluma fue atrapada por un imán del cual no pudo desprenderse y si lo hiciera, me olvidaría del sentimiento y la emoción que me embarga cuando me doy cuenta de las crueldades que han saltado a la palestra local, estatal y por ende nacional.
Cómo voy a pasar por alto el homicidio de un pequeño de 11 años, al cual se le privó de un momento a otro de esos sueños, que fueron interrumpidos sin que mediara siquiera la posibilidad de intentar salvarse?
Joel Alejandro, un menor que perdió la vida como tantos otros niños a quienes les tocó estar en el momento y lugar equivocado. Este pequeñín, caminaba con su madre cuando fue sorprendido por el acero y pólvora de una bala que le privó de la vida, en la calle Independencia, en el populoso barrio de San Miguel.
Quiero acotar que me duele dicha circunstancia, a pesar de no haberlo conocido porque déjenme contarles que el de la voz, nací y crecí en ese barrio, el cual se ha convertido en carne de carroña e insufrible para los San Miguelenses.
Un prestigiado medio de comunicación local dio cuenta de tres homicidios en un lapso de una hora, entre los cuales se contabiliza el de Joel Alejandro, el otro asesinato fue en Cumbres de la gloria, de una persona del sexo masculino que tenía por nombre Enrico Ojeda Rocha y se dedicaba a la recopilación y venta de cartón. De igual forma, una mujer frente a la escuela “Vanguardia” fue privada de su vida.
En esta tesitura, continuar hablando de estadísticas y homicidios, que si son 45, 50, 60 o menos, ya es ocioso, lo cierto es que hay una desatada y desmedida violencia en nuestras calles de León. Que estos hechos trágicos y reprobables de la pérdida de personas inocentes como son los niños, sea la bandera o estandarte de lo que no debe seguir sucediendo, las balas no pueden asesinar a los niños aunque esta sea una bala perdida. Hay víctimas inocentes, sin culpa, que sin tener alguna relación con estos fuegos cruzados siempre se reportan como daños colaterales.
Ya no se debe permitir que haya más víctimas de esta naturaleza y mucho menos que sean menores de edad, es tiempo de que la sociedad se cuestione si se están haciendo bien las cosas o no se ha podido erradicar este grave problema social o de violencia.
Las disertaciones floridas y la retórica ya cansaron porque finalmente se han convertido solo en buenos propósitos. Los muertos que ha cobrado la violencia exigen que los políticos guarden silencio y hasta que nuestros hogares sean respetados y nuestras vidas protegidas, hasta entonces les aplaudiremos y nos pondremos de pie para reconocerles su trabajo.
En este tenor, es urgente que se fortalezcan las instituciones de seguridad con estrategias y programas que regresen la confianza, porque de seguir por este camino vamos directo a dar paso al nacimiento de un Estado de excepción, el cual se conoce y acecha cuando en una zona del país existe una perturbación de la paz pública, lo que sería un retroceso en un régimen democrático porque esto daría paso a una violencia promovida por el Estado en contra de sus ciudadanos, lo cual afectaría gravemente a los mexicanos al darle cabida a la amenaza latente de lo que significa un Estado de sitio.
Aunque es un acontecimiento cierto, que existe una crisis extraordinaria de inseguridad y que no se puede tolerar la pérdida de una vida más y mucho menos de un menor, si el gobierno local está carente de la posibilidad de resolver esta situación tan grave, no esperemos a que exista ingobernabilidad o bien que sigan desapareciendo y matando personas o niños.
La cordura y el entendimiento se pierden cuando no encontramos la salida del túnel, es tiempo de recuperar la confianza, es tiempo de procurar la conservación del orden y vigilar la tranquilidad y seguridad del Estado, pero lo más importante, la seguridad de los leoneses, los cuales somos todos, niños, mujeres y hombres.
¡No más niños muertos!