En la homilía de fin de semana, el sacerdote católico Alfredo Gallegos Lara, conocido como “Padre Pistolas”, amenazó a la gobernadora de Guanajuato, Libia Dennise Muñoz Ledo, con “partirle la madre” si seguía adelante con el proyecto del Acueducto Solís León, argumentando que podría afectar a la comunidad local.
Sus declaraciones se viralizaron algunos días después, casi de forma paralela, a la agresión ocurrida en vía pública contra la presidenta. Lo ocurrido contra la gobernadora no puede merecer ninguna indulgencia, resulta grave e incluso denunciable en todos los sentidos. No importa de dónde provenga, no hay cabida para la consideración, por tratarse de un personaje que históricamente se ha manejado con esas licencias. No resulta pertinente destacar su sotana o adscripción; es un actor que ejerció violencia verbal y, como tal, tendría que ser sancionado.
La mandataria estatal ha hecho público que no realizará ninguna denuncia por ello, ‘Saben ustedes cómo se expresa, es lamentable y es condenable, pero no voy a perder mi tiempo en ello, yo voy a seguir trabajando y seguiré condenando los casos de violencia que se presenten contra las mujeres’. La respuesta de la gobernadora no me parece que sea la mejor opción, ya que las mujeres que denuncian no pierden tiempo en ello; se trata de un ejercicio de acceso a la justicia para señalar al agresor.
Si bien es cierto que la conducta del sacerdote se caracteriza por estos desplantes, también es cierto que mucho de esto se explica por la ausencia de límites que ha tenido, lo que no ha motivado algún ajuste a su comportamiento consciente. En este sentido, es indispensable que la gobernadora aproveche esta ocasión para ser enfática en su condena a la violencia de género, especialmente considerando que ha sido una de sus banderas de gobierno. Su decisión de no denunciar puede ser vista como contradictoria con su llamado a las mujeres a denunciar estos casos, por lo que es fundamental que aclare su postura y envíe un mensaje claro de apoyo a las víctimas de violencia.
No quisiéramos pensar que la gobernadora está midiendo su relación con la iglesia católica y que por esta razón no quiere denunciar al sacerdote. Sabemos que el PAN y la iglesia católica han caminado juntas en el pasado, pero no creemos que este sea el momento de priorizar alianzas políticas o religiosas sobre la justicia y los derechos humanos de las mujeres. Al contrario, esta es una oportunidad para que la gobernadora envíe un mensaje contundente a uno de los espacios más resistentes, más conservadores y misóginos de la sociedad: que la violencia contra las mujeres no será tolerada, y que no se permitirá que la iglesia católica o cualquier otra institución se convierta en un escudo para los agresores.
Es la primera agresión pública que recibe la gobernadora, y es crucial que responda con firmeza y determinación. ¿Qué va a ocurrir en el futuro cuando reciba alguna otra agresión? ¿Por qué esta ocasión no y por qué en otro momento sí? La respuesta es clara: no hay excusa para no denunciar, y no hay justificación para no tomar medidas concretas contra la violencia contra las mujeres. Ojalá la gobernadora recapacite su postura. No bastan los mensajes de apoyo que ha recibido de diversos espacios y actores. La violencia contra las mujeres no se resuelve por medio de ejercicios de solidaridad; tiene que haber acciones concretas que nos conduzcan a la erradicación de prácticas toleradas desde ‘ustedes ya saben cómo se expresa’. El violento es violento porque decide ejercer poder sobre la mujer a la que pretende intimidar o socavar en sus derechos. No se le va a reconvenir desde la comprensión, el clamor de un mejoramiento de conducta o un exhorto.
Al momento de escribir el presente texto, se suman organizaciones y actores que reprueban los dichos de Alfredo Gallegos, pero eso no alcanza para una sanción como la que amerita un hombre que desde su posición de poder intenta amedrentar a una mujer, que, en otra posición de poder público, debe contestar con proporción al alcance de las palabras del agresor. La agresión es inaceptable, independientemente de su historial o posición. No importa su profesión o cargo, es un agresor. Y el llamado no puede ser timorato desde ‘la reprobación y la condena’, tiene que haber denuncia, consecuencias, sanciones y asegurar la no repetición. No hay cabida a otras formas de indulgencia o dejar pasar. No en un país y un Guanajuato atravesado por la violencia creciente contra las mujeres y donde el principal llamado de las autoridades es ‘denuncia mujer a tu agresor’ ¿por qué la gobernadora decide no hacerlo con su agresor?”
- A la gobernadora Libia Denise le decimos: Denuncia y envía un mensaje claro de que la violencia contra las mujeres no será tolerada. Recuerda que antes de ser gobernadora, eres una mujer, y ahora, una mujer con poder. Tienes la oportunidad de hacer historia y de enviar un mensaje contundente a todas las mujeres que han sido víctimas de violencia: no estás sola, y no te callaremos. En el tiempo de las mujeres, el poder también implica autocuidado y la responsabilidad de proteger y garantizar el acceso a la justicia a otras mujeres. La vergüenza debe estar del lado del agresor, no de la víctima. No permitas que la política o la conveniencia te hagan olvidar que tu seguridad y bienestar son fundamentales.







