Trasunto cultural de los inditos

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuto a 11 de enero de 2021.- Aunque la historia va transfigurándose lo mismo que la noticia año con año, el sentido religioso y cultural en el fondo no cambia. Las “ofrendas” sí, e igual la vestimenta en el caso de los inditos: para los niños calzón y camisola de manta, sombrero, y güacal o bien un morral y huaraches. Las niñas vestido de manta floreado, rebozo, trenzas postizas, canasta, huaraches, etc. Ambos van maquillados. Los varones con prominente bigote. Estos por costumbre llevan la tilma de Juan Diego con la imagen impresa de la virgen según la narración de Antonio Valeriano. Las mujeres con ojos bien pintados, rubor y labios bien delineados. En fin. Una ceremonia que reúne a buena parte de la familia leonesa y del Bajío.

Para fortuna nuestra (y de la cultura) el cinematógrafo no penetró en el vestuario de los inditos, como sí lo hizo con las escenificaciones de Semana Santa que se convirtieron en epígonos de Hollywood por las películas de ayer y hoy.

Los inditos leoneses por cierto juegan a ser “indios” por un día en la vida sin preguntarse si han visto alguno por la calle —para muchos leoneses son invisibles sobre todo los que habitan en la estación del FF. CC.— o bien si saben algo más de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, o acuden al santuario por tan sólo una creencia heredada (Fuentes Mares: 1975)

El trasunto se presenta en esa transformación de ser por un día algo que Juan Diego fue y que obtuvo beneficios por la aparición de la siempre Virgen Santa María de Guadalupe. Igualmente se repite la historia en León al crear un templo después de una serie de vicisitudes (una capilla, una habitación grande, etc.) que culmina en el culto y por ende la ciudad entera se conmueve.

Conviene asimismo para efectos de conocimiento recurrir a un par de fuentes en torno a la vida y obra de don Pablo de Anda. No se trata de caer en una biografía exhaustiva (ya la ha realizado el profesor Ojeda Sánchez) sino de aportar una visión más a quien, en su momento, muchos llamaron el san Vicente de Paul leonés:

“SR. CNGO. DON PABLO ANDA.— Ilustre sacerdote que dio a León la Capilla de San Francisco de Paula en el Barrio Arriba y el elegante Santuario de Guadalupe, para construir el cual tuvo que dinamitar el cerro e incrustar en él la iglesia. Junto al Santuario edificó un Hospital, una Casa de Ejercicios y un Orfanatorio que sostuvo estimulando con su abnegación la caridad de los leoneses. Fundó también una congregación religiosa para atender sus obras, y esa Congregación, a la fecha, tiene Escuelas, Hospitales y Asilos en gran número de poblaciones mexicanas y en varios países de América. Murió en 1904. Por su caridad ha sido llamado el Vicente de Paul leonés”.

Merece la pena también citar, a propósito del fundador de una Escuela de Artes (1876), que en el tradicional maratón radiofónico guadalupano iniciado por don Alfredo Gallardo y sostenido por él en el micrófono, reflexiona José Ruiz Miranda que “[…]

Es preciso recordar que cuando el nunca bien llorado y santo Padre Don Pablo de Anda emprendió la obra [del Santuario] contaba con solo dos pesos cincuenta centavos, pero con una fe muy grande que movió al pueblo, el cual con óbolos modestos y con trabajo personal levantó este monumento en solamente cinco años… La primera piedra fue colocada por el Señor Cngo. Anda el 7 de mayo de 1870 y el 12 de julio de 1875 era bendecido el Templo por el primer Obispo de León el Ilmo. Sr. Dr. D. José María de Jesús Diez de Sollano  y Dávalos. ¿Tenemos ahora la misma fe y el mismo amor a la Virgen Santísima que nuestros antepasados? ¿Podríamos construir un templo como éste en cinco años? Y entonces León no era la orgullosa ciudad industrial que marcha próspera y altiva camino de soñada grandeza. Pocos eran los capitales que había y las industrias en rudimentarias… ¿Sabremos ahora ponernos a la altura de nuestros padres?

La petición radiofónica era para reunir los fondos necesarios para que puedan surgir las torres que faltan al Santuario de Guadalupe. El mismo José Ruiz Miranda poeta y orador leonés recuerda con cariño y respeto en su programa radiofónico León en Marcha: “[…]

Un acontecimiento que para la generalidad pasó desapercibido. Nos referimos a la traslación de los restos del benemérito Sacerdote Don Pablo de Anda, arcediano que fue de nuestra Catedral. Fueron trasladados sus despojos mortales desde nuestro Templo Máximo hasta el Santuario de Guadalupe por él construido. El padre Anda murió hace 50 años largos: el 29 de junio de 1904, y con ese motivo fueron exhumados sus restos el día 19 último; hace apenas tres días fue celebrada una misa exequial por el Excmo. Señor Martín del Campo y Padilla, con esos restos presentes y al terminar la imponente ceremonia fueron trasladados con impresionante solemnidad hasta el Santuario, para recibir definitiva sepultura”