Todos herimos a alguien

Estas situaciones se vuelven un círculo vicioso, porque si somos conscientes nos han herido, pero también hemos herido

Una sola palabra tiene la capacidad de influir sobre la expresión de los genes que regulan el estrés físico y emocional.

En otro artículo expuesto en esta plataforma, hablamos ampliamente sobre el poder que tienen las palabras, tanto positiva como negativamente, muchas de nuestras heridas que tenemos que sanar o que están ahí latentes en nosotros, fueron provocadas por palabras dolorosas.

En ocasiones permitimos que nuestras emociones nos controlen y tengan el mando de las situaciones en las que estamos involucrados, el cerebro percibe las palabras como reales, lo cual se pone a la defensiva, tratando de defenderse.

Las heridas se quedan en nuestro inconsciente, provocando una incoherencia emocional, una confusión en el sentir, pensar, hacer y de saber quienes somos, buscando afuera el amor que debe de venir de nosotros mismos.

En la búsqueda de este amor, de sentir que somos diferentes a las palabras que nos han dicho, de sanar las heridas que nos hicieron, vamos buscando satisfacción, luz a costa de todos, y en muchas de las situaciones suelen volverse dependientes, justificamos si llegamos a lastimar a alguien, creamos confusión y culpamos a quien sea necesario.

Estas situaciones se vuelven un círculo vicioso, porque si somos conscientes nos han herido, pero también hemos herido.

La autoestima es el pilar de nuestro centro, hay situaciones que nos pondrán al límite, retos que nos aran dudar o replantearnos a nosotros mismos.

¿Qué tenemos que hacer?  Suena fácil, pero debemos sanar, cicatrizando nuestras heridas aunque sean dolorosas, el cerebro aprende por imitación por eso la importancia de relacionarnos con personas que también estén dispuestas a sanar, avanzar, hacernos responsables de nosotros mismos, ser congruentes entre lo que decimos, hacemos y sobretodo pensamos.

No nos confundamos y seamos las dos personas (quien daña y a quien dañaron), enfrentémonos a nosotros mismos,  cuidemos nuestro cerebro, alimentemos nuestra autoestima, pongamos límites, reaprendamos sobre el amor, propósitos, metas y consigamos el éxito personal de estar felices, pues las personas felices no van dañando a otros.