Subjetividades

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

Con el dolor podemos hacer dos cosas: convertirlo en odio, en rencor, o elaborarlo, sublimarlo y convertirlo en crecimiento, poesía, literatura, fraternidad, solidaridad con las víctimas. Este fue mi camino”. –Cristina Peri Rossi- 

“Siempre criticando al pobre…Por la bici, por el celular, por la zapatilla… Una persona no existe solo para comer…También tiene anhelos y deseos como vos, como yo… Critiquen a los ricos y pregúntense ¿Para qué tiene 6 casas si solo puede vivir en una a la vez? ¿Por qué tienen 10 autos si solamente manejan uno a la vez? etc., … y se darán cuenta del por qué hay tantos pobres…” –Lucia Bencharsky-

“Se dice que el paisaje es un estado del alma, el paisaje de fuera lo vemos con los ojos de dentro”. –José Saramago-

La vida es una permanente interpretación de la realidad. Cada uno desde lo que va aprendiendo y asumiendo como propio configura su mirada. Cada cabeza es un mundo se dice popularmente, y no deja de ser una verdad, de las pocas que son un absoluto. Nadie mira el mundo de la misma manera, ni interpreta lo que ve que y siente de forma igual. A lo mucho creamos zonas de sentido donde acordamos, donde concedemos, desde y con el lenguaje, con un margen siempre alto de equívocos y de supuestos que tienen que ser corroborados a través de la comunicación, para poder entender lo mismo de un suceso.

Si a esto le agregamos que hay por lo menos 9 posibilidades de no entendernos en a la hora de comunicarnos, la interpretación de la realidad se factoriza aún más: “porque entre lo que pienso y lo que quiero decir, lo que creo decir, lo que digo, lo que quieres oír, lo que oyes, lo que crees entender, lo que quieres entender, esta lo que entiendes” la subjetividad nos arrastra y el poder construir una intersubjetividad para la comprensión de lo que el otro dice, que requiere una verdadera actitud dialógica, con el fin de tener una empatía en la escucha, además de tener una predisposición para preguntar y para no suponer nada de antemano.

El mundo es pese a nosotros, la realidad se impone. El problema es lo que alcanzamos a entender de esa realidad. Lo mismo sucede con lo que hace la gente, cada quien hace lo que quiere, o lo que puede, pero cada uno de nosotros, de nosotras interpreta, percibe, siente, vive desde su propia persona, y cada uno decide qué hacer con eso que hacen las personas a nuestro rededor, sabiendo que muchas veces estamos implicados afectivamente y socialmente, si nos pensamos como parte de una familia, de una pareja, de una comunidad, y de la sociedad en su conjunto.

Cada quien teje su propia verdad. Cada quien quiere llevar agua a su molino. Cada vez se quiere irracionalmente -desde las violencias- tener la razón sobre lo que ve y vive. Con más frecuencia se desea convencer -imponer- a los otros de su verdad, de su mirada, y legitimar sus intereses y sobre todo proclamar sus prejuicios y opiniones como verdad única; y de ahí, las contradicciones, los conflictos y las imposiciones, y con ello la intolerancia, la discriminación, la soberbia, la prepotencia, la arrogancia y el abuso. Juzgar es el deporte de moda en las redes sociales, y las opiniones a la ligera y otras tantas pensadas, son los dardos que se tiran para insultar, descalificar, cancelar, dañar, lastimar y agredir bajo cualquier pretexto a quien sea.

Las violencias se tejen desde las opiniones en las que descalifica al otro, a los otros. El diferente a mí y a mi modo de interpretar el mundo, busca imponer su opinión como veracidad a toda prueba, y parten de que se tienen ideas propias, que se cree que piensa en libertad y no acepta que su pensamiento es una construcción social y que pensar desde la libertad y la autonomía implica un ejercicio radical de autocrítica y proceso de deconstrucción de la ideología, de la cultura, del lenguaje y del pensamiento común del que es producto, y que depara  una no neutralidad, necesaria para ejercitar un pensamiento crítico, reflexivo, contextual y divergente, sin ingenuidad y sin ignorancia, en donde la inteligencia y el sentir se hacen uno para buscar el bien, construir el bien común, en contra de los intereses de unos cuantos y las estructuras sociales, políticas, culturales y económicas que someten la voluntad de millones de personas.

Irene Vallejo (*) publicó un texto imperdible, “Enjambres de opiniones” y en el que resalta: “Divididos por la espiral de ira, hijos de la hipérbole, creemos que solo nuestras normas permiten avanzar, mientras fuera de ellas imperan los intereses, las mentiras y las turbias complicidades. Nosotros tenemos ideas; los demás, ideología. Al negarnos a comprender al otro, alimentamos una tensión colectiva que nos vuelve más conflictivos y menos efectivos.” […] cita a “Inma Puig, psicóloga experta en contextos de alta tensión: “Estamos juzgando todo el tiempo a todo el mundo, sin pruebas. Y dictamos sentencias, de forma que cerramos ya toda posibilidad de seguir tratando de entender”. Quizá necesitemos redescubrir que cada mirada sobre el mundo es una peculiar aleación de deseos, experiencias, esperanzas y emociones. Las personas somos un material frágil y valioso.”

Desde esta perspectiva, la subjetividad reconocida puede ser puente y un camino. Puente, para transitar desde la diferencia -el otro lado- y analizar las diversas opiniones y encontrar en la intersubjetividad como medianía, poniendo la prudencia, la sensatez y la inteligencia como actitudes y competencias humanas. Camino, si reconocemos que el otro, los otros, los demás también tiene una interpretación propia de la realidad y de la vida, y que si caminamos juntos es posible tejer una relación social incluyente, solidaria, con fraternidad y sororidad, humana y con una apuesta por el diálogo franco, sincero, profundo y, por lo tanto, en la construcción de una cultura de paz.

Vallejo termina su texto: “Nos ayudará, cuando los lazos se enmarañan, dejar de ver mala fe en la opinión ajena, evitar el juicio sumarísimo, aprender a confiar en la honestidad de los distintos. Y ante las torpezas y tropiezos, el dedo acusador casi nunca es la mejor medicina. Más sabio que discutir será divertirse juntos con la variedad de caracteres y actitudes. Cultivar un cierto sentido de improvisación y experimentación infantil. Si a “juzgar” le quitas tan solo una letra, podrás jugar”.

La subjetividad es nuestro sello como especie con todo lo que implica. La palabra viste la subjetividad, pero encubre a la realidad. El lenguaje es consciencia e inconsciente que atrapa lo real, lo simbólico y lo imaginario. La intersubjetividad es la única posibilidad de construir una sociedad con equidad, igualdad y justicia social.

Referencia: *https://elpais.com/eps/2023-09-02/enjambres de opiniones.html