“Lo efímero del instante. El deseo absurdo de quererlo eterno”… Flor Bourguet
“El verbo creer es un verbo especial, el más ancho y el más estrecho de todos los verbos”… Almudena Grandes
“Sólo está despierto el que tiene conciencia de estar soñando, como sólo está de veras cuerdo el que tiene conciencia de su locura.” Miguel de Unamuno
“Es inútil luchar contra algo, si uno no sabe por lo que está luchando”… Ayn Rand
“Observa bien el más pequeño de los gestos, te va a contar mucho más de una persona que las palabras. La ternura es el lenguaje secreto del alma.” Rudolf Leonhardt
“Avergüénzate de morir hasta que no hayas conseguido una victoria para la humanidad. Que no es otra que la de mejorar la vida de los demás, además de la tuya…” Jürgen Habermas
Son tiempos de zozobra para miles de personas en la frontera norte. La realidad de muchos está afectada por la mente de una sola persona, que representa lo más triste del proyecto egoísta de progreso de la sociedad humana, la ganancia sin escrúpulos. Lo que hemos aprendido desde la Segunda Guerra Mundial en relación a los derechos humanos, a la justicia y a la libertad un solo personaje lo está destruyendo sin ningún remordimiento o culpa la dignidad de cientos de miles de personas. La historia se repite, la sombra de Hitler marca el mandato de Trump y lleva menos de una semana en el poder.
Sin duda alguna la frase de “somos más los buenos” tendrá sentido si las personas buenas hacen valer su voz, sus derechos y su dignidad. Ya en las calles de Estados de Estados Unidos, se repiten las palabras de la Opispa Mariann Edgar Budde quien un día después de la toma de posesión de Donald Trump como presidente, pronunció durante el servicio religioso en la Catedral Nacional de Washington que es parte de las tradiciones del inicio de un nuevo gobierno, comparto fragmentos y lo que me parece más relevante de lo que pronunció Mariann Edgar Budde:
“Como país, nos hemos reunido esta mañana para rezar por la unidad, no por un acuerdo, político o de otro tipo, sino por el tipo de unidad que fomenta la comunidad por encima de la diversidad y la división. Una unidad que sirva al bien común. La unidad, en este sentido, es un requisito previo para que las personas vivan en libertad y juntas en una sociedad libre. Es la roca sólida, como dijo Jesús, sobre la que construir una nación.
En su Sermón de la Montaña, Jesús de Nazaret nos exhorta a amar no solo a nuestro prójimo, sino también a nuestros enemigos, a rezar por quienes nos persiguen, a ser misericordiosos como nuestro Dios es misericordioso, a perdonar a los demás como Dios nos perdona a nosotros. Jesús se desvivió por acoger a quienes su sociedad consideraba parias.
Teniendo esto en cuenta, ¿es posible la verdadera unidad entre nosotros? ¿Y por qué debería importarnos? Bueno, espero que nos importe. Espero que nos importe porque la cultura del desprecio que se ha normalizado en este país amenaza con destruirnos. Todos somos bombardeados a diario con mensajes de lo que los sociólogos llaman ahora el “complejo industrial de la indignación”, algunos de ellos impulsados por fuerzas externas cuyos intereses se ven favorecidos por un Estados Unidos polarizado. El desprecio alimenta las campañas políticas y las redes sociales, y muchos se benefician de ello, pero es una forma preocupante y peligrosa de dirigir un país.
Es relativamente fácil rezar por la unidad en ocasiones de gran solemnidad. Es mucho más difícil de conseguir cuando nos enfrentamos a diferencias reales en nuestra vida privada y en el ámbito público. Pero sin unidad, estamos construyendo la casa de nuestra nación sobre arena. Y con un compromiso con la unidad que incorpore la diversidad y trascienda el desacuerdo, y con los sólidos cimientos de dignidad, honestidad y humildad que esa unidad requiere, podemos hacer nuestra parte, en nuestro tiempo, para hacer realidad los ideales y el sueño de América.
Permítanme un último ruego. Señor Presidente, millones de personas han depositado su confianza en usted y, como dijo ayer a la nación, ha sentido la mano providencial de un Dios amoroso. En nombre de nuestro Dios, le pido que se apiade de las personas de nuestro país que ahora tienen miedo. Hay niños gays, lesbianas y transexuales en familias demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temen por sus vidas. Y las personas que recogen nuestras cosechas, limpian nuestros edificios de oficinas, trabajan en granjas avícolas y plantas de envasado de carne, lavan los platos después de comer en los restaurantes y trabajan en los turnos de noche en los hospitales: puede que no sean ciudadanos o no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son delincuentes. Pagan impuestos y son buenos vecinos. Son fieles miembros de nuestras iglesias, mezquitas, sinagogas, viharas y templos.
Le pido que tenga piedad, Señor Presidente, de aquellos en nuestras comunidades cuyos hijos temen que sus padres sean llevados, y que ayude a quienes huyen de zonas de guerra y persecución en sus propias tierras a encontrar compasión y acogida aquí. Nuestro Dios nos enseña que debemos ser misericordiosos con el extranjero, porque todos fuimos extranjeros en esta tierra.
Que Dios nos conceda la fuerza y el valor para honrar la dignidad de todo ser humano, para decirnos la verdad unos a otros con amor, y para caminar humildemente unos con otros y con nuestro Dios por el bien de todas las personas de esta nación y del mundo. Amén”.
Mas allá del sentido religioso del discurso pronunciado, el hecho de que una mujer, obispa, haya dado la voz a millones de norteamericanos y así como a las y los migrantes de todas las nacionalidades, que dicho se de paso, han forjado la historia pasada y presente de los Estados Unidos, lo que nos dice, no solo es sensato, o de sentido común, sino pone un primer limite a la infamia de injusticias que esta realizando el ahora nuevamente presidente Trump.
No se trata de estar de acuerdo en la profesión de fe, sino en la calidad del discurso, su verdad en el contenido y en la tenacidad y el valor de la Obispa para hablar sin miedo ante la oligarquía, -el poder de los muy ricos-, que representan al 1% de la población mundial del 1% de la población en Estados Unidos de América, además de ser ellos, quienes ahora animan desde el control de los medios de comunicación digital en el ciberespacio, las visiones más conservadoras y de ultraderecha en el espectro de las ideologías políticas en este momento en el mundo, con sus pensamientos y actitudes que se ensañan con los más pobres, con los diferentes y con los más vulnerables y con los excluidos del progreso y desarrollo y por tanto de expulsados de la salud, de la educación, vivienda, de la alimentación, y que son para ellos – la oligarquía- simplemente seres humanos desechables.
L.R. Knost escribió:
Brindemos por los constructores de puentes, los que sostienen las manos, los que traen la luz, esas almas extraordinarias envueltas en vidas ordinarias que tejen silenciosamente hilos de humanidad en un mundo inhumano. Son los héroes anónimos en un mundo en guerra consigo mismo. Son los susurradores de la esperanza de que la paz es posible. Búscalos en esta oscuridad actual. Enciende tu vela con su llama. Y luego ve. Construye puentes. Toma de la mano. Lleva luz a un mundo oscuro y desesperado. Sé el héroe que estás buscando. La paz es posible. Comienza con nosotros.
Haruki Murakami pide:
“Lo que yo deseo, la fuerza que yo busco, no es aquella que te lleva a perder o a ganar. Tampoco quiero una muralla para repeler las fuerzas que lleguen del exterior. Lo que yo deseo es una fuerza que me permita ser capaz de recibir todo cuanto proceda del exterior y resistirlo. Fortaleza para resistir en silencio cosas como la injusticia, el infortunio, la tristeza, los equívocos, las incomprensiones”.
Habrá que escuchar al otro como dijo Paulo Freire:
“La actitud es escuchar, que está más allá de oír… tratar de escuchar lo que el otro está queriéndonos decir, esto es, una actitud fundamental.”
“A veces el amor solo ocurre, luego nos damos cuenta…” escribió Suleivis Gato
Somos más los buenos, si es que como Ester “Etty” Hillesum en sus “Cartas y escritos del campo de concentración, 1942-1943” escribió en sus diarios, el testimonio de su fin en Auschwitz y que viene bien, para dejar en claro, que el Sr, Trump no tiene la mas mínima noción de lo que es el amor y el sentido de la vida. La política también requiere de un mínimo de ética y mucho de moral civil, social y valor y aprecio por la vida humana.
Creo que el significado de la vida
se basa en el amor,
en el amor de los demás,
en el amor a la naturaleza,
en el amor a la belleza,
en el amor de la verdad.
Creo que el amor es
la fuerza más grande que existe,
la fuerza que nos mantiene en marcha,
que nos da esperanza,
que nos hace creer
que la vida tiene sentido.