Ahora que ha comenzado anticipadamente el proceso electoral del 2024, con independencia de si es legal o no, comienzan a realizarse toda clase de propuestas por parte de precandidatos, y no sólo por parte del partido Morena, sino de todos aquellos que aspiran a la silla presidencial. En este sentido, me parece que uno de los temas fundamentales a analizar debe ser el del crecimiento económico que se traduzca en mejora de los niveles de vida de la población y erradicación de la pobreza. Las promesas de campaña no deben versar en si los apoyos sociales se van a mantener o incrementar sino en lo que se va a hacer para que México crezca de manera sostenida.
Hay un gran rezago en materia de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). En el comparativo del primer trimestre de 2018 al mismo trimestre de 2023, vemos que el PIB de México sólo aumentó 2.2%, lo que equivale a una tasa de crecimiento promedio de 0.44% anual. Hay quien se pone contento porque ya recuperamos el nivel de PIB que teníamos antes de la pandemia, pero si comparamos el PIB actual con el que tendríamos si hubiéramos crecido a una tasa anual de 2% desde que inició la actual administración federal, pues la realidad es que estamos en un nivel 7.41% por debajo de donde deberíamos estar.
La falta de crecimiento económico se ha traducido en un fracaso gubernamental en materia de lucha contra la pobreza, lo que se evidencia con los indicadores más recientes publicador por parte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Entre 2018 y 2020 las personas en condición de “pobreza” aumentaron en 3.8 millones y en ese mismo lapso 2.1 millones de mexicanos pasaron de “pobreza” a “pobreza extrema”, a pesar de los programas sociales. La cantidad de mexicanos pobres pasó de 51.9 millones a 55.7 millones entre 2018 y 2020 (pasó del 41.9% al 43.9% del total de la población). La población en situación de pobreza extrema fue la más afectada, al pasar de 7% (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5% (10.8 millones de personas) en 2020.
¿Qué hacer para abatir la pobreza? Repito, no se trata solamente de regalarle dinero a los más necesitados. Necesitamos aumentar el tamaño de nuestra economía para abatir los rezagos y en este sentido, quiero abordar lo mencionado en un artículo del historiador y sociólogo, Rainer Zitelmann, publicado el pasado 15 de junio en el diario Wall Street Journal y titulado “La solución a la pobreza por parte de Adam Smith”.
El autor comienza señalando que la última voluntad y testamento de Adam Smith dejó a su sobrino David Douglas sintiéndose decepcionado. Recibió mucho menos de lo que esperaba, y el testamento confirmó lo que los amigos de Smith habían sospechado durante mucho tiempo: el economista escocés, que siempre obtuvo un ingreso superior al del promedio de la época, había donado casi toda su fortuna a los pobres en secreto.
Smith, quien fue bautizado el 16 de junio de 1723 (se desconoce su fecha de nacimiento), es mejor conocido como el padre del capitalismo. Sin embargo, no estaba libre del resentimiento intelectual hacia los ricos. En sus dos obras principales, “La teoría de los sentimientos morales” (1759) e “Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (1776), es difícil encontrar un pasaje en el que hable positivamente de los ricos y poderosos. Los comerciantes y los terratenientes son descritos casi exclusivamente como personas que quieren hacer valer sus intereses egoístas y crear monopolios. Es más fácil encontrar elogios más claros para los capitalistas en “El Manifiesto Comunista” que en las obras de Smith.
Muchos pasajes de las obras de Smith muestran simpatía por la condición de los “pobres”, por lo que no solo se refería a los que vivían en la pobreza, sino también a los “no ricos”, la mayoría de la población, que debe intercambiar su trabajo por salarios para ganarse la vida. La “simpatía” —hoy la llamaríamos empatía— fue el pilar central de la filosofía moral de Smith. Y la simpatía de Smith estaba, sobre todo, por los trabajadores pobres.
Un famoso pasaje de “La Riqueza de las Naciones” menciona: “Ninguna sociedad puede florecer y ser feliz, si la gran mayoría de sus miembros son pobres y miserables. Es justo, además, que los que alimentan, visten y alojan a todo el cuerpo del pueblo, deben tener una parte tal del producto de su propio trabajo como para estar tolerablemente bien alimentados, vestidos y alojados.”
Hoy en día, estas palabras a veces se malinterpretan para afirmar que Smith abogó por la redistribución de la riqueza dirigida por el gobierno. Esa no era su intención, y ciertamente no estaba llamando a la revolución social. La pobreza, según Smith, no estaba predeterminada y, sobre todo, no confiaba en el gobierno. Señala que sólo el crecimiento económico puede elevar los niveles de vida. El crecimiento económico continuo es la única forma de aumentar los salarios, y una economía estancada conduce a la caída de los salarios. En otra parte escribe que las hambrunas son el resultado de los controles de precios del gobierno.
Mientras que Karl Marx afirmó casi un siglo después que el capitalismo conduciría a un empobrecimiento creciente de los trabajadores, Smith predijo que el crecimiento económico conduciría a un aumento en el nivel de vida.
Hay que entender que cuando se publicó “La riqueza de las naciones”, el capitalismo estaba en su infancia. En ese momento, el 90% de la población mundial vivía en la pobreza extrema. Y la pobreza significaba algo diferente en ese entonces: se estima que alrededor del 20% de los habitantes de Inglaterra y Francia no podían trabajar en absoluto debido a la desnutrición. A lo sumo tenían energía suficiente para unas pocas horas de caminata lenta al día, lo que condenaba a la mayoría a una vida de mendicidad.
Smith tenía razón sobre los efectos del crecimiento económico, como lo han confirmado las últimas décadas. En los últimos años, la disminución de la pobreza se ha acelerado a un ritmo sin precedentes en ningún período anterior de la historia humana. En 1981, la tasa de pobreza absoluta, que el Banco Mundial define actualmente como vivir con menos de 1.90 dólares al día, era del 42.7%. Para el año 2000 había caído al 27.8% y hoy es menos del 9%.
Smith predijo que solo una expansión de los mercados podría conducir a una mayor prosperidad. Esto es precisamente lo que ha sucedido desde la caída de las economías planificadas socialistas. En China, la introducción de la propiedad privada y las reformas del mercado redujeron la proporción de personas que vivían en la pobreza extrema del 88% en 1981 a menos del 1% en la actualidad. El economista de libre mercado Zhang Weiying de la Universidad de Pekín dice: “El rápido desarrollo económico de China en las últimas cuatro décadas es una victoria del concepto de mercado de Adam Smith”. Contrariamente a las interpretaciones prevalecientes en Occidente, el Sr. Zhang dice que el crecimiento económico y la disminución de la pobreza en China no fueron “debido al estado, sino a pesar del estado”, causados por la introducción de la propiedad privada.
El plan de Smith para sacar a la gente de la pobreza no implicaba la abolición de la propiedad privada o la redistribución por parte del estado. Tampoco abogó por una utopía libertaria: creía que los gobiernos jugaban un papel importante. Sin embargo, en 1755, dos décadas antes de que apareciera “La riqueza de las naciones”, advertía en una conferencia: “El hombre es generalmente considerado por estadistas y proyectistas como el material de una especie de mecánica política. Los planificadores perturban la naturaleza en el curso de sus operaciones en los asuntos humanos; y no se requiere más que dejarla sola y darle juego limpio en la búsqueda de sus fines, para que pueda establecer sus propios designios. . . . Todos los gobiernos que frustran este curso natural, que fuerzan las cosas por otro cauce, o que se esfuerzan por detener el progreso de la sociedad en un punto particular, son antinaturales y, para mantenerse a sí mismos, están obligados a ser opresores y tiránicos”. Estas palabras resultaron proféticas.
Adam Smith le mostró al mundo cómo superar la pobreza. No le dejó mucho a su sobrino, pero su gran legado es mostrarle al mundo que solo el crecimiento económico puede sacar a la gente de la pobreza, y que la condición más importante para eso es la libertad económica. La estrategia no deben ser los apoyos sociales, es el crecimiento económico.|