Silencio y Navidad

arturo mora
Dr. Arturo Mora Alva

“Quería volver a ser niña, porque las rodillas raspadas se curan más rápido que los corazones partidos.”

     Clarice Lispector

“Estamos hechos de carne, pero tenemos que vivir como si fuéramos de hierro.”

Sigmunt Freud

“Puedo soportar cualquier dolor siempre que tenga un significado”.

        Haruki Murakami

“La vida es agradable. La muerte es pacífica. Es la transición la que es problemática.”

  Isaac Asimov

“Es Navidad desde finales de octubre. Las luces se encienden siempre antes, mientras que las personas son cada vez más intermitentes. Yo quiero un diciembre con las luces apagadas y con las personas encendidas”.

     Charles Bukowski

                                                                      Para Antonio Cruz Pérez in memoriam 

El silencio lo asociamos a la paz, a la tranquilidad, a la reflexión, a la posibilidad de serenar los pensamientos -meditar- nos enseñara las filosofías orientales. Pero también el silencio en es vacío, desolación, soledad y melancolía. Nada habla tan fuerte como el silencio.

La palabra que se suscita desde el silencio nos abre la posibilidad de escuchar y es oírnos si dejamos que el silencio sea lugar en donde germina el otro. El silencio es a la vez un océano de emociones, de sentidos en alerta que estallan como olas en playas siempre inéditas, de sentimientos que corren como corrientes submarinas y mueven mares con el influjo de la luna. El silencio nos sumerge en la vida misma y nos arroja a la inmensidad del lenguaje y al infinito del universo donde el silencio habita.

En la infancia no pude hacerme una idea clara de las celebraciones de Navidad. Creo que pude entender algunos de los rituales de Año Nuevo que hacían algunas familias cercanas y algunos vecinos. No entendía porque se prendían hogueras y se pasaba en vela al cobijo de bebidas alcohólicas, y no comprendía el cómo las más de las veces la cena de Navidad, si la había o la despedida del año viejo terminaba de pronto en lamentos, en gritos, en reclamos, en enojos, en llanto, en nostalgias pasadas queriendo ser ahogadas en alcohol y con sollozos y lágrimas.

Las ausencias sin duda pesaban, lo entendí mucho tiempo después. Pero también, la convocatoria de la familia a reunirse en estas fechas, era el pretexto para la exhumación de los reclamos, en el contexto navideño que pareciera ideal para dar salida a los rencores y a las envidias acumuladas en el año. Ahí aprendí que guardar silencio era una posibilidad para sobrevivir siendo niños y niños en un mundo adulto. El silencio puede ser un refugio.

Tenemos una sociedad que le dio un lugar terrible al silencio y lo ha convertido en secreto. No es lo mismo callarse que guardar silencio, pero pareciera que es igual. Hemos hecho del secreto un mecanismo de negación, de evasión, de resistencia y de oclusión que no han ayudado a que las palabras nombren las cosas como son y den paso a la verdad, a lo real para poder vivir con tranquilidad. El secreto carcome el alma, roe el espíritu humano, hace nudos en la garganta y nos lleva sin misericordia y sin piedad a la culpa. Vivir con culpa es un no vivir.

Hemos cultivado la fantasía y la ilusión y hemos dado paso a la imaginación para creer que no sucedió lo que pasó. Hemos querido dar interpretaciones a los hechos para evadir la realidad y para hacernos sentir como si las cosas no hubieran pasado. Con lo cual no hemos aceptado enfrentar los hechos y los hemos callado, como si sepultar lo que pasó fuera la única solución posible, y dando lugar a un silencio cómplice, creyendo que desaparecerán también las consecuencias de lo que se vivió, queriendo eximir a las y los responsables de los daños causados.

Tal vez la Navidad mexicana es sinónimo de catarsis para muchas de las familias, también es refrendo de que todo estará bien para otras más. Para otras más será tiempo para el recuento de logros y fracasos, pero también de remembranzas y añoranzas y de poner en ideales, en palabras, los deseos que están anidados en el corazón y que al final de cuentas son la esperanza de que todo será mejor. Hacer silencio en estos tiempos pude ser un ejercicio de vida y honestidad con uno mismo.

Tomo dos poemas para evocar al silencio. Les invito a leerlos y a dar espacio en los próximos días al silencio para cada quien en esta Navidad.

La breve palabra

 

A veces el silencio

es la palabra justa,

la que enciende las luces,

la que mejor se escucha,

la que place o se sufre

cargada de milenios,

la que otorga hermosura,

la flor del pensamiento.

Es ese momento

de la clara armonía,

de la mejor tristeza,

de la entera alegría.

Es el gran fundamento

que ronda a la grandeza:

tu palabra y la mía

habitan el silencio.

Por eso la palabra

debe ser pronunciada

como una ceremonia

con aire de campanas,

una fiesta del alma,

farol del pensamiento,

porque fue generada

por el mejor silencio.

 

Hamlet Lima Quintana

 

Silencio

 

Así como del fondo de la música

brota una nota

que mientras vibra crece y se adelgaza

hasta que en otra música enmudece,

brota del fondo del silencio

otro silencio, aguda torre, espada,

y sube y crece y nos suspende

y mientras sube caen

recuerdos, esperanzas,

las pequeñas mentiras y las grandes,

y queremos gritar y en la garganta

se desvanece el grito:

desembocamos al silencio

en donde los silencios enmudecen.

 

Octavio Paz