Silencio, soledad, amor y muerte

Tres poemas de mujeres que con sus palabras integran y condensan lo que es para ellas el silencio, soledad, amor y muerte

“Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.” Antoine de Saint-Exupéry

“Quien no llena su mundo de fantasmas, se queda solo.” Antonio Porchia

“Incomprensible espíritu, a veces faro, a veces mar.” Samuel Beckett

“Nuestros complejos son la fuente de nuestra debilidad; pero con frecuencia, son también la fuente de nuestra fuerza” Sigmund Freud

”Somos una civilización de soledades que se encuentran y desencuentran continuamente sin reconocerse. Ese es nuestro drama, un mundo organizado para el desvinculo, donde el otro es siempre una amenaza y nunca una promesa”. Eduardo Galeano

“El amor revela la necesidad del deseo”. Nada tan complejo y subjetivo como el amor. Luciano Lutereau lo pone en estas palabras que abren las múltiples puertas y ventanas que nos van conduciendo desde la consciencia y desde todo “eso” que el inconsciente encierra como situaciones, vivencias, experiencias que nos avasallan y que no pueden ser aceptadas por nuestra conciencia, o por la mirada -la moral- de los otros y que quedan encubiertas, reprimidas, negadas o condensadas más allá de la voluntad.  El deseo es siempre deseo y nunca se satisface, somos deseo desde la falta y el deseo nos mueve querámoslo o no. De ahí, que el amor se pone como condición para encontrarlo, sabiendo que no es precisamente “eso” que buscamos, pero que nos mueve para intentar alcanzarlo con y desde el otro. “

“La muerte esta tan segura de ganar que te da toda una vida de ventaja”. La certeza de la pulsión de muerte es la posibilidad de poder vivir con la consciencia de la plenitud de los actos que realizamos que es la pulsión de vida. Somos lenguaje sin duda alguna, pero también, somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros. Víctor Frank escribió “Vive como si estuvieras viviendo por segunda vez y como si hubieras actuado mal la primera vez” que es invitación que nos lleva a la necesidad de reflexionar, de volvernos en sí mismos, para valorar lo que hemos estado haciendo. La atención plena a lo que hacemos debería ser parte de la vida para poner en su lugar al pasado y dejar que el futuro sea loque llegue a ser desde lo que estamos haciendo en el presente. Estar aquí con las personas reales, con los deseos reales, con las necesidades reales, con los afectos y sentimientos reales, desde lo real, ante lo ideal, es la apuesta por ser auténticos y mejores seres humanos, porque “la idealización, al final, es destructiva.” (Luciano Lutereau)

“La soledad es un requisito para la trascendencia”. (Luciano Lutereau) La soledad elegida es una manera de vivir que parte del conócete a ti mismo, con tus capacidades y límites. Sin embargo, hoy la soledad se hace intolerable para muchos que compraron la idea del individualismo que el mercado vendió. Hoy estar buscando estar rodeados de personas, conciertos, eventos deportivos, plazas comerciales, ferias regionales, fiestas en antros, si bien llegan a reunir a algunos amigos y conocidos, pareciera que se trata de perderse en la masa, entre la gente, y al mismo tiempo sentir que son parte algo, de una experiencia, de un estar ahí, de grabarse en sus smartphones, en hacer selfies y en “colgarse” en la redes sociales, para huir la de la soledad y mostrar que tienen una vida social y estar profundamente solos, sin amigos y amigas de verdad y sin pareja, en donde los vínculos son frágiles, fugaces y desechables, en donde el miedo al compromiso es la constante, porque ese compromiso de vida, de amor con el otro, y es una infidelidad para el mundo laboral, que lo reclama de tiempo exclusivo.

Hoy hay el negocio de rentar amigos, rentar compañía por horas, y no para para relaciones sexuales, sino solo para pasear, visitar museos, tomar café, platicar, para sentirse acompañados. La soledad pesa. En Japón son cada vez más los ancianos y ancianas que comenten algún delito para que lo remitan a la cárcel para estar con alguien. Se renta personas para dormir, sí solo para dormir. En Nueva York hay más de 600 mil personas que se rentan como amigos es por horas, se promueven con perfiles diversos para todos los gustos y necesidades. La soledad es un nuevo negocio muy triste en el capitalismo.

La soledad es una opción que implica saber qué queremos desde nuestro deseo. Trascender es tener conciencia de lo que hemos sido con los otros. La ausencia presente de los que ya no están con nosotros es parte de la trascendencia, que implicó ser con los demás, compartir, tener una actitud de servicio y una incondicional actitud para disfrutar la vida y sus circunstancias, más allá del desamor, de los fracasos, de los triunfos y del amor mismo.

“El silencio nos da la oportunidad de escuchar a los otros, pero especialmente a uno mismo.” Hoy no sabemos estar en silencio. El ruido invade todo. Los ruiditos comunes, el ventilador “silencioso”, el zumbido del refrigerador, la televisión encendida, el ruido de los autos, los altavoces anunciando tamales, garbanzos, fierros viejos y colchones que vendan, autos que llevan a todo volumen bocinas que invaden no solo carriles, sino la tranquilidad de quienes tienen que circular cerca de ellos, la música hecha ruido, junto a la música que buscamos que nos haga compañía para sentir que no estamos solos o solas. El silencio absoluto no existe. En la cámara de aislamiento más silenciosa del mundo nadie puede estar más de una hora, después de unos minutos los sonidos que emite nuestro cuerpo nos alteran. Sin embargo, estar en silencio, también con nuestros pensamientos es muy difícil de lograr. Parte de lo que hoy la meditación busca es aprender a parar los pensamientos que se escuchan en nuestra mente.

Estar en silencio es la oportunidad de escuchar y de escuchar con atención para tener un nivel de consciencia de nuestro alrededor y de nosotros mismos. Escuchar es ser empáticos al buscar comprender lo que dice el otro. El silencio también es poder estar en sintonía con el entorno. Escuchar el canto y sonidos de las aves, el sonido de las ramas y hojas que se mecen con el viento, escuchar el ulular de aire que cuando se agita, el escuchar los sonidos de la lluvia, el maullar de gatos y perros que nos acompañan, muchos de ellos como únicos compañeros en la soledad. El silencio es también el lugar para la música y para la palabra. El silencio es el sitio especial para el dialogo interior, para trascender desde el sentir y el pensar como una unidad de vida plena y responsable de nuestros silencios.

Tres poemas de mujeres que con sus palabras integran y condensan lo que es para ellas el silencio, soledad, amor y muerte y nos tienen la mano para pensar y sentir la vida.

Fui silencio, sí

y la tarde abrió en mi pecho

la rosa de los vientos

Fui silencio, sí

y conservé intacto en mis ojos

el pulso de la palabra

Fui silencio, sí

fui otra

¿dónde está esa otra que me habitaba?

Aquel silencio no era este

que ahora poseo

no era la calma

que ahora resguardo en mi pecho

entre concreto y niebla

Esto soy

la mansa llama de una vela ardiendo

y su crepitar en mis sienes

 

“Autorretrato”. Mariajosé Escobar

 

y

Siempre somos pequeños

frente al amor,

frente a la muerte.

 

Apenas

un asombro

de lado a lado

del corazón.

 

El amor

y la muerte

nos dejan solos,

con las manos tendidas

hacia las estrellas.

 

Nos confirman

eso que supimos siempre:

somos lo diminuto,

lo que se pierde,

invisible,

en la espesura,

lo bendecido

por la mortalidad.

 

Mariana Finochietto

 

y

 

Para el amor no hay cielo, amor, sólo este día;

este cabello triste que se cae

cuando te estás peinando ante el espejo.

Esos túneles largos

que se atraviesan con jadeo y asfixia,

las paredes sin ojos,

el hueco que resuena

de alguna voz oculta y sin sentido.

 

Para el amor no hay tregua, amor. La noche

no se vuelve, de pronto, respirable.

Y cuando un astro rompe sus cadenas

y lo ves zigzaguear, loco, y perderse,

no por ello la ley suelta sus garfios.

El encuentro es a oscuras. En el beso se mezcla

el sabor de las lágrimas.

Y en el abrazo ciñes

el recuerdo de aquella orfandad, de aquella muerte.

 

Rosario Castellanos