Sanar, palabra mágica de cinco letras, fácil de pronunciar, pero difícil de conseguir.
En la medicina sanar implica seguir una serie de pasos, alimentarte bien, tomarte tus medicamentos a la hora prescrita, hacer ejercicio, dormir 8 horas y regresar a la siguiente cita para ver el avance. Esta opción es la ideal, es práctica, lógica y con voluntad y con un buen ambiente, sanamos. Para algunas personas cambia un poco la secuencia de acuerdo a su situación de salud, pero al final sigue en su mayoría la misma forma de atención.
Emocionalmente quisiéramos que sanar fuera así de fácil, que tuviéramos esa receta en nuestras manos que pudiéramos seguir al pie de la letra, y así, con disciplina y voluntad lograr avanzar en nuestras vidas.
Pero por más consejos, ánimos e intención que tengamos, sanar se vuelve un proceso complejo, porque alguna vez eso que tenemos que sanar, nos brindó tranquilidad, nos dio estabilidad, momentos divertidos y nos ayudó de alguna forma a crecer.
¿Cómo sanamos situaciones que alguna vez amamos?, ¿cómo soltamos personas que nos brindaron tranquilidad y confianza?
Es necesario comprender que para poder sanar tenemos que vivir un duelo de las situaciones o personas con las que estábamos involucrados, porque el proceso de Duelo es justo el rompimiento de los lazos con el objeto amado, es esperar la comprensión y volver a tomar la consciencia de la realidad para poder adaptarnos.
La elaboración del duelo es total cuando mentalmente hemos resuelto los afectos contrapuestos (de amor y odio) que siempre nos unen a las personas o situaciones queridas.
Es decir que hemos de dejar de culpar, de molestarnos y haber comprendido todo lo que sucedió en la situación en la que nos involucramos. Y aunque también al leerlo parece un proceso fácil, no lo es, lleva tiempo, comprensión y mucha paciencia que tenemos que tener sobre todo con nosotros mismos.
No tengamos miedo a vivir un duelo, a soltar situaciones, personas, ni miedo al cambio. Todo son procesos que tienen una función importante y necesaria para poder contar con herramientas internas que nos ayuden afrontar situaciones que se presenten después.
No dudes en pedir ayuda, cuando tu proceso de sanación se haya complicado, cuando sientas que no avanzas o aun así cuando sientas que te está costando más tiempo de lo que tú mismo esperabas. No estás solo ni sola, y sanar es un proceso que puedes hacerlo con compañía.