En esto de ser

Hoy me han preguntado sobre la existencia, qué es existir y si hay algún significado, o mejor dicho si existe un sentido de la vida

Doctor Arturo Mora, columnista Platino News

“Ni siquiera los hechos dicen siempre la verdad.” Paul Auster

“Te ruego que tengas paciencia con todo lo que no esté resuelto en tu corazón y que trates de amar las preguntas mismas como si fueran habitaciones cerradas o libros escritos en un idioma muy extranjero. No busques las respuestas, que no te podrían dar ahora, porque no podrías vivirlas. Y el punto es vivirlo todo. Vive las preguntas ahora. Tal vez entonces, algún día lejano en el futuro, gradualmente, sin siquiera darte cuenta, vivas a tu manera en la respuesta.”Rainer Maria Rilke

Debes aprender a existir sin religión, sin país, sin aliados. Debes aprender a vivir solo en silencio.” – William Burroughs

Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le suceden a cualquier otro.” Paul Auster

“No puedo caminar por los suburbios en la soledad de la noche sin pensar que la noche nos agrada porque suprime los detalles ociosos, tal como lo hace nuestra memoria.” J.L. Borges

Hoy me han preguntado sobre la existencia, qué es existir y si hay algún significado, o mejor dicho si existe un sentido de la vida. Es un hecho que las interpretaciones y explicaciones en todos los campos del saber humano buscan “justificar” para qué estamos. Nadie tiene la verdad y las intuiciones, los saberes, y las argumentaciones hasta ahora desarrolladas, apuntan a que no tenemos la respuesta, pero sin duda alguna lo importante es la pregunta. “Aprender a dudar es aprender a pensar” escribió Octavio Paz, en este camino andamos.

Un amigo hoy me escribió a propósito de un comentario que le hice sobre el viaje que realiza en estos días, y en el cual le desee “que estuviera disfrutando su viaje y lo que iba encontrando” y me contesto lacónico; “Lo que vas encontrado” al pie de una fotografía de un lugar arqueológico y agregó “Pues debería buscar encontrarme a mí mismo…La verdad ni me he buscado.” y que tomo prestada su respuesta para escribir desde ella.

Pocas veces nos confrontamos con nuestra condición humana, en el contexto que nos ha tocado vivir. No soy de los que cree que haya determinismos, ni que el destino sea el lugar a donde llegaremos este preestablecido. Lo que, si hay, desde cualquier explicación asociada a la existencia humana, con lo que alcanzamos a observar es que existen una serie condiciones estructurales en la organización de la sociedad y en las formas de producción material que condicionan un conjunto de aspectos de la vida cotidiana de la gente, con la que configura una realidad en la que se estratifica y se etiqueta a las personas.

Ya desde los comienzos de la modernidad se nos dio la compulsión por medir, pesar, describir y clasificar todo. Somos adictos a poner nombres, a crear sistemas de clasificación, a ordenar todo para establecer desde ahí, -de forma por demás arbitraria-, el asignar “un lugar” de las cosas, poner un “nombre”, y colgar una etiqueta querer imponer un orden y desde ahí, se querido establecer una normalidad, y marcar lo aceptable y diferenciar, para con ello excluir, para delimitar, para segmentar y para marginar especialmente a las personas.

En el tema de la conducta humana la Asociación Americana de Psiquiatría creo el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales, conocido como DSM y su última versión DSM-5 con la finalidad de sustentar con la mayor cantidad de evidencias científica y empírica, ante los manuales anteriores que se basaban en las opiniones de “expertos”.

El tema de saber quiénes somos a partir de nuestras conductas y el aceptar que hay enfermedades mentales, tanto de orden orgánico, como de naturaleza emocional,  nos ha llevado a preguntarnos sobre la “normalidad”, asunto que es hoy es discutido seriamente, ante el reconocimiento de que las clasificaciones y por tanto los diagnósticos son altamente subjetivos, y que cada conducta “atípica” es por demás es especifica y singular para cada ser humano y que estandarizar conductas es crear una segregación que estigmatiza y hasta condena lo diverso, lo diferente y hasta a las neurodivergencias, que es un sinónimo de la “biodiversidad neurológica” y es el hecho de aceptar que hay variaciones naturales entre un cerebro y otro en la especie humana.

Esto conlleva a comprender, que todo el mundo es diferente y que no existe una única forma correcta de pensar, de aprender, de comportarse, de ser. El entender que las personas responden a los estímulos y realidades humanas, sociales, culturales y ambientales de manera distinta es dar un paso para plantear la necesidad de crear toda una nueva cultura para la convivencia, basada en la comprensión, la tolerancia y el reconocimiento a lo diverso, a los diferentes a uno, sabiendo que somos distintos también para los demás.

El conocernos, el encontrar un sentido de la vida es una dinámica dialéctica en la que las preguntas y sus argumentos se resuelven viviendo y haciendo lo necesario para conocernos. Viviendo con la convicción de que pones nuestros deseos a operar como impulso y conociéndonos aceptando que hay un conjunto de resistencias que operan para evadir por decirlo así, eso que realmente somos, hablando de eso que nos ha delineado y que muchas veces nos lleva en sentido contrario a lo que queremos ser y lograr.

Preguntarnos por la existencia debería ser un ejercicio permanente, tal vez sería una oportunidad para entender nuestra relación con la naturaleza y con la vida en sociedad. Preguntarnos por la existencia tendría que ser un ejercicio periódico para evaluar lo realizado y visualizar lo que anhelamos y trabajar colectiva e individualmente en ello.

Conocernos, encontrarnos a nosotros mismos, es parte de la pregunta sobre la existencia. Preguntarnos desde el pensamiento crítico y reflexivo: ¿Quién soy? ¿Quiénes somos? ¿A dónde dirijo mi vida? ¿Qué es la felicidad? ¿Qué es la trascendencia? ¿Cómo vivo y expreso el amor? ¿Eres libre? ¿Sobre qué puedes decidir? ¿Cómo me reconozco y me acepto? ¿A qué le temo? ¿Mis vínculos afectivos como los desarrollo y los sostengo? ¿La amistad qué es? ¿Estoy dispuesto a buscar la verdad? ¿Qué me hace diferente? ¿Cuáles son los valores con los que vives? ¿Qué habrá que cambiar de uno mismo? ¿Qué es el conocimiento? ¿Soy justo? ¿Qué es lo que me hace sufrir? ¿Puedo distinguir el bien del mal? ¿Cómo gestiono mis emociones? ¿Soy solidario? ¿Cuál es mi relación con la tecnología? ¿Cómo establezco relaciones sanas con mi familia, amigos y pareja? y muchas más que nos retan a vivir la vida con plenitud, con pasión y con un compromiso con uno mismo.

En esto de ser se nos va la vida. El punto clave, es saber si la queremos honrar nuestra existencia o simplemente dejarla pasar, negando la inteligencia y la capacidad de consciencia que todos los seres humanos tenemos. La pregunta sobre la existencia pasa por intentar saber quiénes somos realmente y por descubrir quien queremos ser.