“Dicen que las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran”, así comencé mi intervención al rendir protesta como Coordinador Estatal del Comité de Apoyo a Marcelo Ebrard, esto, ante liderazgos de todo Guanajuato que vemos en Marcelo el verdadero líder que México necesita.
¿Cómo no simpatizar con un hombre que ha sabido ser protagonista de nuestra historia contemporánea?
Un hombre que ha sabido servirle a nuestra Nación a lo largo de su vida en el más encumbrado o modesto de los cargos, ya sea logrando acuerdos internacionales o resolviendo tareas que, aunque le parecieran ajenas, las soluciona con gran capacidad y profesionalismo.
Su trayectoria en el devenir del país, le permite contar no solo con la experiencia, sino que ha demostrado gran capacidad y resultados concretos que es lo que finalmente a la población nos interesa.
En todos los puestos públicos que ha tenido el actual Canciller de México, ha brillado por hacer mucho más de lo esperado. Al frente de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal, fue considerado como el Mejor Alcalde del Mundo en el 2010 en una encuesta realizada por la fundación londinense City Mayors.
Por su ahondamiento y resultados en temas desde la seguridad pública, el desarrollo social o las acciones contra el calentamiento global, se le reconoció por la Organización de las Naciones Unidas, y se le nombró Presidente de la Red Global de Ciudades Seguras.
Antes, en 2002, tuvo el cargo de Secretario de Seguridad Pública en lo que era el Departamento del Distrito Federal, donde el crimen y la delincuencia se redujeron 9.2%, alcanzando el promedio más bajo por día en una década.
Sin escatimar esfuerzos o inventiva para lograr ese resultado, puso en marcha la creación de grupos especiales de la Policía y contrató los servicios del exalcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, a su vez reconocido mundialmente por abatir en su Ciudad los índices delictivos.
En 2004, cuando López Obrador era Jefe de Gobierno del Distrito Federal, Ebrard fue nombrado Secretario de Desarrollo Social, puesto en el que desarrolló políticas con resultados, sin parangón, que derivaron en mejor calidad de vida para los sectores más desprotegidos como madres solteras, discapacitados y personas de la tercera edad.
Marcelo, como Jefe de Gobierno del DF, no solo mantuvo programas sociales que dejó Andrés Manuel, sino que él fue quien creó las becas Prepa Sí, para estudiantes de escasos recursos, con lo que logró reducir la deserción escolar y subió el promedio de calificaciones de 7.2 a 8.2.
Fue él quien amplió la pensión alimenticia para adultos mayores, para que fuera un derecho de todo habitante de Ciudad de México de 68 años y más, y envió una Iniciativa a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, para elevar ese beneficio a rango de ley.
El palmarés de Marcelo Ebrard incluye además que fue Diputado Federal, Subsecretario de Relaciones Exteriores, y Secretario General de Gobierno del Distrito Faderal, cargo en el que diseñó (sin que fuera su responsabilidad) la estrategia de negociación pacífica y la aplicación de las mesas de diálogo entre el Gobierno Federal y el Ejército Zapatista Liberación Nacional.
El ahora Secretario de Relaciones Exteriores es quien, en un punto de vista cada vez más compartido, sería el mejor candidato para la Presidencia de la República. El mismo Ebrard ha expresado que tiene grandes coincidencias con López Obrador, pero que una vez en el cargo imprimiría su propio estilo.
En una entrevista con siete interlocutores de Café Milenio, Marcelo señaló que la sucesión presidencial podrán muchos desearla, pero que él lleva 40 años preparándose, tiempo que le ha dado la capacidad necesaria para lograrla, por un mejor país con beneficios reales para sus habitantes.
Y en efecto, pienso que además de todos los logros en su carrera, uno de las principales es su capacidad de manejo diplomático ante un panorama mundial cada vez más complejo y lleno de estrés, como el momento actual.
Alguien con capacidad de concretar una política interna de mayor justicia social y desarrollo económico es Marcelo Ebrard, así como para mediar y posicionar a México, ante frentes y bloques como lo son ahora Norteamérica, América Latina, Europa, naciones de Oriente, el Mundo Árabe y Rusia.