¿Qué nos espera?

Fito Pons
Adolfo Pons, politólogo y académico leonés.

Estamos iniciando apenas la segunda etapa de la crisis sanitaria, donde aún los números no nos apantallan del todo. Falta por vivir la tercera, la más crítica de la pandemia.

No nos salvaremos de sufrir y ver lo que otros países están, hoy en día, padeciendo. Hospitales rebasados, repletos los cuartos de personas sufriendo los estragos de una de las muertes más crueles, ahogándose lentamente y muriendo en soledad.

Los sótanos, repletos de bolsas negras con cadáveres esperando poder ser enviados en los tráileres estacionados en la acera de enfrente, para llevarlos a descargar en los crematorios que estarán trabajando 24/7 y poder devolver las cenizas a sus deudos.

Esta es la parte de la crisis sanitaria más cruel; donde todos aquellos que no creyeron, que no aguardaron la cuarentena, se verán arrepentidos y culparán a las autoridades de los 3 niveles de gobierno por no poder satisfacer la enorme demanda de cuartos y ventiladores para tratar de ayudar a vivir a un ser querido.  Los doctores pasando a ser jueces y a la vez verdugos, decidiendo quien vivirá y quién morirá. No por su negligencia, sino por las carencias de instrumental y medicamentos, así como por las condiciones de cada paciente.

Esta crisis en sí misma, tendrá un costo muy alto, tanto en lo social-familiar, como en la parte de la cuenta macro económica del país. Pero la otra crisis la económica, es la causará, por si misma, consecuencias que aún no imaginamos.

En la crisis sanitaria, vamos detrás de los países europeos; por eso sabemos qué nos espera, lo que sufriremos. Pero en la crisis económica, ninguno de los países ha comenzado a padecer los estragos de esta condición.

Es por eso que esta parte, es la que más deberá estar siendo prevista. Los pronósticos que se comienzan a dar por parte de los organismos internacionales, son más que pavorosos. El Fondo Monetario Internacional, declaró que el mundo estará entrando en un proceso de recesión más profundo que el de la “gran depresión” de 1929; que estaremos sufriendo todo el 2020 y 2021 al menos, para comenzar a salir hasta el 2022.

Se estima que 170 países tendrán un crecimiento negativo del ingreso per cápita. La ONU estimó que el 81 % de la fuerza laboral mundial (3,300 millones de personas) se encuentra con su trabajo, parcial o totalmente cerrado.

Todas las instituciones financieras internacionales y las de análisis macroeconómico, advierten que las consecuencias y duración de la crisis financiera, será determinada por las acciones que tomen los gobiernos para contrarrestar la crisis sanitaria. Es decir, ambas están mezcladas y una condiciona a la otra, lo que dificulta el tomar decisiones; ya que cuanto más se pretende aplanar la curva de la enfermedad, mayor el costo económico. ¿Cuánto tiempo se puede mantener los salarios de las personas sin que la empresa trabaje? ¿Cuántas personas pueden aguantar sin ingresos el periodo necesario?

En lo que respecta a las medidas para paliar la crisis económica, coinciden todos (menos México) los países que los indicadores “deuda/PIB”, “deuda/per cápita”, “Superávit primario”, dejaron de ser sustanciales en la observancia macroeconómica. Estados Unidos destinará casi el 10% del PIB en nueva deuda para apoyar de una u otra medida. Japón e Italia casi el 20% del PIB. UK y Alemania al menos el 15%, Francia 13%,

Ante estas situaciones, es imperante que el gobierno de México, no observe la promesa del superávit primario y ejerza el gasto, aunado a la contratación de deuda suficiente para poder instrumentar un plan de rescate de los ciudadanos, que incluye apoyar al 95% de las empresas mexicanas que son micros y pequeñas y que sostienen al 80% de la fuerza laboral. Dentro de estas está el 56.9% de la economía informal.

El tiempo de reacción del gobierno es por demás crítico, no puede dilatar, porque se tornará en otra crisis la política/social. El horno no está para bollos, debemos tener cuidado. Esperamos en este año, un crecimiento del PIB de -3.9 % en el mejor escenario, – 7.5% en el intermedio y -9.5% en el peor.

En lo que respecta al estado, éste puede ayudar y no esperar a la federación; ya destinó 800 millones, pero puede y debe, hacer mucho más. Como cancelar las obras destinadas en el crédito recién contraído por 5,300 millones y reclasificar en apoyos directos; además de poder contraer hasta 3 tantos más de deuda para estos fines (los indicadores de calificaciones ya no importan). Además, puede por ley modificar hasta el 6% del presupuesto autorizado (5,200 millones) en el 2020, para ello.

Por ejemplo, ¿Cómo para qué tener asignado presupuesto en atracción de inversiones, cuando sabemos que nadie vendrá a invertir?

Es el momento de hacer historia, solo pocos lo logran.