Que la actividad poética tenga más peso en la política

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

A la Mtra. Alicia Reyes Pimentel Z’L.

 

Entendamos de una buena vez que los justadores en el bello arte de la Poesía, sedientos de altura (Jean D’Arol dixit) están por todos lados, pero hay que saber dónde y cómo encontrarlos. Ya Michel Butor nos ayudó por fortuna a identificar los encantos, es decir cantos1 de la poesía. Allí el célebre autor francés nos refiere el cómo la voz que dice palabras en todos esos cantos resulta determinante para la conversación de todos y no sólo la de manera publicitaria como se tiene por estos días de cambio de régimen.

Por eso es de gratísima recordación que la noble fiesta del espíritu de los Juegos Florales de Aguascalientes (1931-1952) tuvo en su haber a tres distinguidos poetas de nuestro rumbo que lograron estimular el florecimiento de las bellas letras2 en el Bajío mexicano. Tal galardón correspondió a don Vicente González del Castillo con el poema “La Parábola del Milagro” (1931); a José Villalobos Ortiz con bellísimos sonetos de sabor bucólico “Bocetos rústicos” (1932) y a Alfonso Sierra Madrigal con siete hermosos sonetos intitulados “Pax” (1941).

El trabajo de los poetas fue leído por personajes de primera línea como: Rafael López, Nicolás Rangel, Xavier Sorondo, Pedro de Alba, Alfonso Reyes, Enrique González Martínez, Jaime Torres Bodet y Carlos Pellicer quienes determinaron que sus trabajos merecían el reconocimiento de los lectores con la tradicional Flor Natural.

Destacaría además la figura de Luis I. Rodríguez como mantenedor de los Juegos (1932) “quien, por haberse pospuesto la fecha de la velada, declinó el encargo por haber tenido otros compromisos en Yucatán3”. Pero habla del interés de un destacado político guanajuatense con la poesía. Cabría entonces aludir de nuevo a Butor cuando―desde sus improvisaciones―desea un siglo XXI en el que por fin tengamos una política encantadora. Esto si nuestra clase política en turno sabe leer bien al mundo para luego hacer lectura de la palabra.

Pues bien, para poder dar con los encantos de la poesía de nuestros autores citados bastaría con poner a la disposición de todos los lectores la creación de un pequeño volumen, primero, que difunda este quehacer y recupere, histórica y literariamente, su trabajo. Después distribuir dicha obra en las escuelas públicas, las bibliotecas y las librerías.

Luego hacer la réplica del trabajo editado para llevarlo a las nuevas plataformas digitales donde seguro tendrá una salida extraordinaria por la eficacia en archivos de voz, sonido, imagen, animación y otras acepciones. Debe llegar también a los grupos independientes de lectura: clubes, salas, círculos y otros―aquí entran los poetas jóvenes―donde seguro estarán interesados en revisar el marcaje de la lengua en un siglo diferente al que vivimos.

El tiraje del libro tiene que ser meritorio. Quiero decir, superar los mil ejemplares―en rústica y pasta dura―para que tenga una buena vida y se lea. La promoción tiene que ser abierta porque si se piensa en pequeño no avanzamos mucho. Ya vendrá la versión digital que seguro a las distintas instancias de Educación les interesará mantener en sus proyectos y programas y que se vinculan, por cierto, a la promoción de la identidad y la pertenencia que tan en boga está por el estado.

Termino con una preocupación para poder llevar a cabo lo anterior desde nuestro Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN) de Grupo Ochocientos. Se trata de nuestros gobiernos. Y lo digo con las palabras de Michel Butor: “Si algo tenemos que pedir a nuestros gobiernos para que la actividad poética tenga más peso en la política, sería desarrollar los estudios literarios en la educación nacional. Los estudios científicos y técnicos siempre deberían estar relacionados con los estudios literarios en español y otros idiomas.

“(…) Podemos acariciar la esperanza de hacer comprender a los pequeños poetas perdidos, reprimidos y ocultos en el fondo de los hombres políticos actuales, que sí es posible mejorar nuestra situación con respecto a problemas fundamentales mediante medidas simples. Hay que entender que las emergencias no siempre están donde se creía. Están en el campo de las letras y de los idiomas porque todo transita por allí. Necesitamos un nuevo estado de las letras y de las lenguas si queremos una verdadera mejoría de nuestros problemas económicos y políticos, lo que, de hecho, implicaría ciertamente un cambio de personal en ese teatro. Lo deseamos con todas nuestras fuerzas4”.

En el Centro que presido en verdad deseamos contribuir para que la poesía dome al arribista que radica en los políticos de ocasión que marchan sin saber por qué y en los funcionarios públicos de cultura y entiendan, más de alguno, la necesidad de retirarse para cultivar su jardín.

Notas:

  1. La frase aludida parodia al título del poemario de Paul Valéry Encantos, es decir poemas.
  2. Jean D’Arol, “El gay saber en Aguascalientes” en San Marcos. Señales de la Feria, Edición del Comité Ejecutivo de la Feria de San Marcos, Aguascalientes, 1952, Bajo la dirección de Salvador Macías y Pérez, s/p
  3. § 3, s/p
  4. Michel Butor, La utilidad poética, AUIEO-Conaculta, 2012, 1ª. Edición, Trad. de Stéphanie Robert Le Fur, Postfacio de Frédéric-Yves Jeannet, “Una política poética”, pp. 122-124