Una práctica muy común desde siempre es colocar en los puestos de gobierno a familiares, amigos, incondicionales o pagar favores con designaciones y lo vemos tan normalizado que sabemos que al momento de cambiar la cabeza de las dependencias viene en cascada todo el movimiento necesario para poner a su gente. Lo tenemos tan asimilado que ni siquiera pensamos en ello como un acto de corrupción.
La corrupción más dañina que se encuentra impregnada en el gobierno justamente se articula a través de redes, no hay un corrupto malicioso, hay toda una estructura y mecanismo de corruptos que interactúan entre sí. Las redes de corrupción se forman justamente colocando personas incondicionales en puestos estratégicos para garantizar el debido funcionamiento del mecanismo de la corrupción, cuando el trabajo se le debe a “alguien” y no a la capacidad y experiencia propia se crea una posición de sumisión en donde se acepta realizar acciones por órdenes del colocador.
Nuestro derecho a tener una buena administración pública se ve violentado en muchas formas al momento en que se le dan los puestos de gobierno a personas no capacitadas, solamente por ser familiar de alguien, amigo de alguien o un incondicional. Cuando una persona incapaz, sin conocimientos llega a un puesto, además de la sumisión y participación en las redes de corrupción también se genera el daño por el largo tiempo que se destinará a aprender la forma de llevar a cabo sus funciones, la curva de aprendizaje es a costa del dinero público y significa que existirá un tiempo en que no se atiendan adecuadamente los asuntos. A veces la sin vergüenza es tan grande y la protección con que se cuenta es tal, que ni siquiera pretenden ni aprender ni trabajar, y ahí está peor, porque significa una mala atención de manera permanente.
La ONU reconoce el derecho y la posibilidad de todos los ciudadanos de acceder, en condiciones generales de igualdad, a cargos públicos y señala que para garantizar el acceso en condiciones generales de igualdad, los criterios y procedimientos para el nombramiento, ascenso, suspensión y destitución deben ser razonables y objetivos.
Sin embargo en los ejemplos del diario que vivimos no hay procedimientos transparentes ni justificaciones claras, sino que son dedazos a familiares, amigos y designaciones ya sea por pago de favores o para recibir favores en el futuro.
Cada vez que veas que una persona sin conocimiento y experiencia llega a un puesto clave es importqnte que hagas consciencia de que con esto te están causando un daño como ciudadano y se están preparando para cometer aún más actos de corrupción en tu contra.
Necesitamos a los mejores en los puestos del gobierno, no a los familiares, ni a los amigos, ni a los cómplices. Si aceptamos estas prácticas y no decimos nada, los nuevos cómplices seremos nosotros.