Primero el arte

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

Por extraño que parezca hemos perdido en este siglo XXI, el de las Identidades, el concepto primigenio de “ordinario” relacionado con el trabajo de cada día. Es decir, nos avocamos a considerar algo de clase inferior: clase ordinaria que, yuxtapuesto, alude a la gente anónima del populacho, misma que, el vulgo es dueño de la realidad. Los cultos lo son de la irrealidad (Alfonso Reyes dixit). En esta cercanía, donde los objetos vierten experiencias del alma los ordinarios («rei publicae homines») hablan hasta por los codos.

Se produce luego el ritmo conferenciante de la obra. Por una parte, el espíritu, conversa de manera natural con ella. Alude al pensamiento, pero también a la memoria. Esto significa un mutuo reconocimiento del ser que, lo mismo acude a las otras artes para desenterrar las muchas formas de expresión. En el caso de nuestros autores, artistas plásticos todos, que siempre andan en trabajo logran el fermento de la idea: exégesis de sí mismos.

Lo vemos en el ingenio y por ende en la inteligencia cuando disponen, cada uno a su aire, la materia ante el espíritu. Resplandor fortuito que impone altos rumbos porque “está la aceptación de la experiencia, pero con la disciplina de término, que es corona de la libertad”. En ella la voluntad habla. Pero también afirma el triunfo sobre lo común que, digamos, no es para nada bajo sino muestra del universo cautivante. Así nos proporciona un auténtico símbolo donde el Arte, princesa del alma, ápice de la libertad, regocijo de la vida, nos inspira a ser finos y sensibles.

En esta exposición vemos cuanto es posible.

Por otra parte, la sensibilidad, aventurada inspiración popular se recrea verdadera como presente imperecedero. En fin. Así vivimos en este mundo impasible donde el tiempo nada tiene de extraordinario sino de común. Es aquí donde se transparenta la visión de los artistas que celebran latitudes plenamente con el contentamiento del Arte: azorados los ordinarios, por no decir los que vamos juntos a pie, los de las gracias naturales, los de la premeditación con dignidad esencial se muestran plenos y libres.

Entre lo real e imaginario dignifican lo ordinario. Esto no es novedad porque nos ayudan a volver los ojos al arte. Es verdad, primero el arte. Después la historia que restituye nuestra recordación y memoria que ahora está inscrita, célebre, utópica, pero nunca distante, en Monte León, c. 5 de febrero No. 309, Centro Histórico de la Ciudad, porque nos vuelca en la realidad, desentendiéndose de cierta cesión de la loca de atar como es la irrealidad.

Aquí los hijos del Azar y del Misterio:

Beatriz Jiménez Murillo,

Graciela Hidalgo,

María Luisa Sosa,

Adrián Ibarra Buenrostro, Everardo Rangel,

Heder Contreras,

Horacio Hernández y

Pato Gómez

que fundamentan con singularidad que, en efecto es, primero el arte.