Preguntas de cara al horizonte

arturo mora
Dr. Arturo Mora Alva

“Esta mañana

les he contado a las flores

lo qué haría por ti

y han florecido.” – Rupi Kaur-

“Hoy siento en el corazón un vago temblor de estrellas”. Federico García Lorca

La oportunidad de dar valor a las emociones y los sentimientos que convocan la vida se convierte en algo indescriptible, inefable, inerrable cuando se tiene una persona concreta, con nombre, con rostro, aun en el recuerdo, en la ausencia y en la pérdida, que se anida en el alma, en el corazón, metáfora de una interioridad que dialoga con nuestra historia, nuestras alegrías, nuestras penas, nuestros conflictos y nuestras elecciones. ¿Cómo no sentir la vida cuando nos confronta y nos invita a ser audaces y a comprender que la vida tiene una sola certeza? ¿Qué acaso la vida misma no es camino de encuentros y perdidas, de memoria y olvidos, de alegrías y tristezas?

“Prefiero lo ridículo de escribir poemas a lo ridículo de no escribirlos.” Wisława Szymborska

Entre la pregunta de ¿hacer o no hacer? la condición humana se ve atrapada y conflictuada con más regularidad de lo que nos imaginamos. El dilema es en sí y apela a todo lo que somos. No hay posibilidad de saber el futuro, pese a la mágica e ilusoria necesidad de querer predecir lo que vendrá. Queremos sólo certezas. Queremos alinearnos a una normalidad socialmente construida, que, en la práctica del vivir muestra en los hechos, que la vida es siempre diversa, alterna, impredecible y las más de las veces inexplicable. Entre el hacer y no hacer, va quedando cada vez más comprobado por las historias de otros y de otras, una verdad empírica, evidentemente relativa, y podemos afirmar que el hubiera no existe. El arrepentimiento que podemos sentir de lo que no fue, de lo que no se hizo, de lo que no se dijo, de lo que no se expresó, ¿no es un remordimiento y un arrepentimiento que se convierte en culpa, en añoranza, en nostalgia, en enojo y frustración? Tal vez en el hacer, está la posibilidad que da la experiencia y el aprendizaje que nutre al alma, que se aloja en el corazón y en la mente, que se mueve entre la dicha y dolor junto con toda la gama de emociones, ideas, sentimientos y pensamientos que surgen del hacer.

“A veces uno sabe de qué lado estar, simplemente viendo quienes están del otro lado” Leonard Cohen

La cosmovisión occidental nos pone constantemente ante una obligación social de definirnos ante diversas circunstancias de la vida social, económica, política y cultural. Estas dicotomías que hemos internalizado, entre lo bueno y lo malo, entre el día y la noche, entre el cuerpo y el espíritu, entre lo blanco y lo negro, entre izquierda y derecha. Pareciera que la legitimidad de las creencias pasa por adscribirnos a estereotipos, a mandatos sociales, a mitos e ideologías para tener cierta seguridad de lo que somos para ser aceptados desde una identidad que se ha impuesto de manera sutil, desde la cultura, desde las instituciones, desde la estructura económica y desde el lugar de clase en el que se nace y se vive. ¿Qué acaso la vida no es un arcoíris? ¿Qué no es que nuestra mirada de la vida es diversa, única y subjetiva? ¿Qué no acaso las convicciones personales se construyen con otros y otras y es como se configura una identidad colectiva? ¿Será momento de compartir las subjetividades y crear nuevos consensos en donde las polaridades no sean la única opción?

“Confieso que no sé por qué, pero mirar las estrellas siempre me hace soñar.” Vincent van Gogh

Toca mirar las estrellas parados en el fango en donde nació la vida. Alzar la vista, mirar la bóveda celeste, jugar a trazar respuestas con los dedos que unen la luz de las estrellas, como si uniéramos con los dedos lunares en la espalda de la persona que se ama. Toca mirar el horizonte para encontrar entre la alborada y el crepúsculo los colores infinitos que las sombras y la luz crean para imaginar lo inédito, para dar paso a la ilusión, al deseo y a la esperanza. Son tiempos de zozobra, de temor, de miedo, de realidad de lo humano, de desgracias, tragedias, de dolor, de llanto y sufrimiento. Un mundo, un país, un estado que se llena de cadáveres, de luto, de recuerdos, pero también de un estado, un país, un mundo que se llena de vacíos, de ausencias, de desaparecidos, de vidas arrancadas injustamente, de duelos que se eternizan, de una complicidad institucionalizada. ¿Qué acaso no podemos pensar que se pueden hacer las cosas de otra manera? ¿Qué no será tiempo de mirar las estrellas y exigir nuestros derechos?

“En ocasiones las personas más lastimadas, son las más bondadosas. Quizás un corazón herido entiende, cómo no causar dolor en los otros.”  Charles Chaplin

La condición humana y lo que hemos construido desde la propia cultura, es lo que nos  constituye como humanos, lo que nos permite ser sujetos, y de ahí  la solidaridad, la comprensión, la empatía, la ternura y el amor en todas sus formas, son el remedio, el bálsamo sanador y el antídoto ante el dolor, la injusticia, el sufrimiento y son la oportunidad de crear utopías para exigir justicia, pan, agua, casa, salud, educación, empleo digno, y tener un poco de consuelo, ese que se siente en un abrazo, en un vamos juntos, en un estoy contigo, en esto no debe volver a pasar, en hacer que coraje y el dolor, se conviertan en rebeldía, en resiliencia social, en fraternidad y sororidad para ajustar el mundo que nos toco vivir. La bondad nace desde el sufrimiento y desde la compasión. ¿No sería posible pensar que bondad podría ser una vía para construir un mundo mejor?

“Seguir un sólo camino es retroceder.” Igor Stravinski

La sociedad masificada de consumo busca la homogeneidad y convierte en mercancía todo lo diverso. Juega al control y dosificar la libertad, una libertad que se reduce a ser comprador, a endeudarte y crear que la fantasía de que las cosas dan amor, que obtener los anhelos materiales es la finalidad de la vida, que tener y acumular, hasta que la obsolescencia programada lo decida. El sistema social y económico marcan pautas, establecen el deber ser, condicionan y domestican la libertad, el pensamiento, la escuela, la familia, el trabajo están alineados a mantener y reproducir la condiciones materiales e ideológicas actuales. El poder se ejerce desde las élites y las aspiraciones democráticas son reguladas, se normalizan y se institucionalizan para señalar caminos en una única dirección, la del mercado y la de sostener ganancias perversas e inhumanas, en aras de una felicidad a plazos, en abonos chiquitos, sin garantías y sin ningún beneficio real. La alteridad, lo nuevo, lo diverso, los nuevos paradigmas son bienvenidos en tanto se conviertan en mercancías y en prácticas de consumo, en donde se cambien las cosas para que no cambie nada. ¿Qué no toca pensar radicalmente la realidad social? ¿Qué acaso la revolución aun pacífica no es necesaria y sobre todo urgente?

El misterio de la existencia humana no radica en mantenerse vivo, sino en encontrar algo por lo que vivir”. Fiódor Dostoyevski

La realidad social y las desventuras de la pandemia han desenmascarado al capitalismo de mercado, y han puesto en tela de juicio la solución neoliberal para el desarrollo económico y social. Las situaciones humanas se van agudizando, la pobreza y la desigualdad se han incrementado, los efectos e impactos en el medio ambiente y el agotamiento de los recursos naturales especialmente el agua y la vegetación están creando nuevas tensiones y potenciando escenarios cada vez más catastróficos. Los problemas se han multiplicado, la situación sobre la salud asociada al Covid-19 también hizo que se manifestaran los problemas de salud mental latentes, en una sociedad que no ha desarrollado competencias socioemocionales y afectivas para interactuar y convivir con los demás. La soledad, la tristeza, la desesperación, las carencias materiales para una vida digna han tenido sus expresiones en la angustia, la ansiedad, la depresión, las violencias y el suicidio. Los vacíos existenciales se han agudizado y la falta de proyectos de vida, la negación de la realidad y la evasión al dolor y la realidad misma han hecho que las adicciones aumenten, drogas legales, tabaco y alcohol, drogas ilegales y nuevas adicciones a las pantallas, a las redes sociales, a los atracones de series y películas están afectando drásticamente la vida y salud física y mental de las personas en todas las edades y los vínculos humanos se han distorsionando, se han atacado, se han diluido y el vacío crece. No hay un porqué y para qué vivir. Solo esta vigente la idea de sobrevivir con el canon del capitalismo. ¿Qué no tocaría que empecemos a pensar críticamente y actuar para crear nuevas preguntas y buscar construir nuevas respuestas, para que los seres humanos nos centremos antes que nada en buscar la trascendencia, en ser felices junto con los demás y en tener las condiciones materiales necesarias para lograrlo? ¿Será tiempo de hacernos preguntas de cara al horizonte, de frente a uno mismo y a los demás? ¿Será tiempo de que las nuevas preguntas sean contestadas por todas y todos? ¿Será tiempo de contestar y tener nuevas respuestas a las preguntas de la existencia humana, en lo personal y en lo colectivo?