Preguntar, hacer, ser

arturo mora
Dr. Arturo Mora Alva

Dudar de todo fue lo que René Descartes afirmó y cambió en unas cuantas palabras la forma de mirar el mundo, pasar del dogma a la ciencia, renunciar a la obediencia pro la rebeldía, pensar en otras cosmovisiones y dejar atrás las explicaciones únicas de la realidad.  Descartes escribió: “Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas” y de ahí el pensamiento se revolucionó y dio paso a las diversas y múltiples posibilidades que tenemos de pensar y de dar una interpretación subjetiva al mundo, que no es más la única realidad posible desde la condición humana.

Hoy más que nunca dudar, preguntar es lo relevante en todos los ámbitos, por ejemplo, en lo educativo se trata de poder formular buenas preguntas que animen la curiosidad, que despierten el interés por conocer más, que provoquen que se investigue, se indague y se pueda uno seguir preguntando, esto antes, de ofrecer respuestas buenas y adecuadas. Las creencias sin reflexión y las certezas dichas desde la autoridad en el aula o desde lo libros, matan el pensamiento crítico y apuntan a la estandarización de saberes, a la normalización de una ciencia estática y eso hoy en la sociedad del conocimiento y en la era del conocimiento van en sentido contrario a las capacidades humanas y a la inteligencia que nos define como únicos como especie en el planeta.

Cada realidad social y cultural marca un devenir específico, con las contradicciones que las restricciones de las cosmovisiones tienen y que se fincan en supuestos estrictamente subjetivos y muchas veces lejanos del respeto de la dignidad humana. Hoy en día la discriminación por raza, edad, género, religión, condición social y económica, nacionalidad  y etnia son realidades cotidianas que degradan a quien discrimina y lastiman y dañan a las personas que son víctimas de esos prejuicios y estereotipos que están en relación a lógicas de poder, a ideas que se sustentan en cánones ideológicos acríticos y en posturas que buscan sostener y reproducir estructuras sociales y económicas que benefician a muy pocas personas, si vemos los datos sobre la distribución del ingreso y la acumulación de la riqueza.

Dudar, preguntar, revisar la información dentro de la vorágine de noticias, comentarios y la avalancha de opiniones que se vierten en medios de comunicación como la radio, la TV, los canales en las diversas plataformas de streaming y en las redes sociales: Facebook, Twitter, Instagram y Tiktok que nos pone ante un desafío inaudito y a la vez casi imposible, que complica el poder “ver”, “oír”, “diferenciar”, “comprender”, “entender”, “seleccionar” y “elegir” la mejor información, que implica lograr tener referentes de veracidad, de credibilidad y de responsabilidad ante la información que avasalla, que desconcierta y que nos lleva a emitir opiniones simples o juicios de valor a la ligera y  que distorsionan nuestra mirada y que no permiten que desarrollar una pertinente y contextualizada comprensión de lo “real”, de sus “representaciones” y de sus “interpretaciones” del sistema mundo que nos ha tocado vivir.

El conflicto es inherente a la condición humana. Los hechos lo demuestran con la terrible capacidad destructiva que tenemos para con la naturaleza y para con la propia especie. Nuestra forma de sentir el mundo esta con los dados cargados hacia las emociones displacenteras, que son más que la idea de calificarlas como negativas -ira, asco, miedo y tristeza- y todas las que se derivan de estas. Por otra parte, aceptar que solamente dos de las emociones sustantivas son placenteras y que van también más allá de clasificarlas como positivas -sorpresa y felicidad- junto con las que se desprenden de estás emociones básicas y que en conjunto son literalmente una ruleta de emociones.

Lo que hemos aprendido hasta ahora, es que el identificar lo que se siente en la vida cotidiana y poder pensar y reconocer que lo que se está implícito, en lo latente y en lo real que las emociones significan y que nos lleva a la necesidad de aprender su manejo y su expresión adecuada, a la vez a sentir y ubicar todas esas respuestas instintivas que tenemos dentro de una dimensión afectiva, sentimental, racional, espiritual, estética, histórica y social y con ello poder maniobrar con la destreza que da la experiencia de la vida, junto con la necesaria condición humana de pensar en el otro, la otra, -en los otros y en los demás- y en uno mismo para poder actuar en consecuencia, con responsabilidad emocional y afectiva.

“Incluso en tiempos veloces como un Cadillac sin frenos” como canta Joaquín Sabina, se requiere tener al menos un minuto para pensar, para serenar las ideas y las emociones, se necesita hacer un espacio personal para ordenar los pensamientos, para clarificar las emociones y reconocer los sentimientos que nos producen. Se necesita reconocer a su vez, que, más de las veces se necesita ayuda de profesionales de la salud mental -psicólogos, psiquiatras, analistas, psicoterapeutas y psicoanalistas – para poder desarrollar un proceso que permita desarrollar esa capacidad e integrarla a la vida personal.

Pero también se necesita pensar lo real, su representación y lo imaginario que conlleva, esto es hacer filosofía. La filosofía en una de sus expresiones más importantes es preguntar, dudar, cuestionar, es poner a jugar la capacidad crítica del ser humano con principio y valor social. Hacernos preguntas desde la vida existencial que cada uno, que cada una experimenta, a la vez interrogar, revisar y deconstruir los porqués de las acciones que realizamos y de cuestionar los elementos, factores, contextos, creencias e ideas con las que vamos tomando decisiones vamos intentando explicarnos nuestro mundo y nuestra presencia en él y dar sentido a todo lo que hacemos en la vida cotidiana.  Diderot señaló que “El primer paso hacia la filosofía es la incredulidad”. Ortega y Gasset escribió que “Sorprenderse, extrañarse, es comenzar a entender.” Para Descartes “Vivir sin filosofar es, propiamente, tener los ojos cerrados, sin tratar de abrirlos jamás”.

Las posibilidades de lo humano están en conocernos, personal y socialmente. Las oportunidades para transformar la realidad y su subjetividad están en la capacidad propia de la inteligencia y de la sensibilidad humana, esta a su vez en las habilidades y en las destrezas que la razón y la emoción nos aportan para llegar a “ser” en sociedad, -desde, por, para, con los otros-. El mito del éxito del individualismo a ultranza que se magnifica en la sociedad capitalista de mercado, se agota en el egoísmo hedonista y en una falsa ataraxia, y se agota en la alexitimia y la ignorancia, tragedia humana que se expresa en una anomia personal y social tristemente.

El reto es ser, el desafío es preguntar, el compromiso es hacer. Mente, corazón y manos.