León Guanajuato a 4 de abril de 2021.- En los entresijos de la literatura en León y para efectos de la historia de la poesía, ya don Vicente González del Castillo había consignado que los hijos de León canten los veros hechos de la Historia. Influidos sin lugar a dudas, desde tiempo atrás, por la boga literaria de cantarle a la Patria, los poetas sienten para luego expresar “un no sé qué indefinible”.
La democracia por supuesto hace presencia y ante la pregunta clave de un joven poeta ¿qué es la democracia?, se escucha en Imitando a Selgas de José Ruiz Miranda cómo discurren respuestas varias: “―A mi ver, tu salvación, pueblo hermano:/ derrocar siempre al poder/ para dárselo a un tirano./ (…) la democracia es hacer, que en un pueblo nadie mande/ ¡para nadie obedecer!/ (…) es una ilusión,/ es un sueño, una utopía…/”.
Aunque claro, la humorada publicada en el diario El Pueblo Católico en 1909 ―tuvo varias reproducciones en diarios de México, Zamora y Guadalajara― tiene un arrobamiento cuando, luego de considerar a la democracia solo una teoría, el poeta afirma:
“(…) que hoy es un hecho
―La igualdad ante la ley…
―La garantía del derecho…
―No tener roque ni rey…
―Tanta bulla me hace gracia;
¡escuchad! Hablo en conciencia:
Señores; la democracia,
es cuestión de conveniencia.
―Es un vicio.
―Es el estado
mejor.
―Es la libertad”.
La ofensiva de los presentes (que escuchan) es vital y gritan luego del discurso: “―¡Maten a ese, está chiflado!”. Y como en toda reunión las pasiones se excitan y… sucede la tragedia.
La verdadera democracia dicen en el poema “(…) instituye tiranías, trae la anarquía/ y nos deja sin Rey ni Roque/ y bajo el amago de la piedra,/ el insulto y hasta el “plomazo”.//”, llegan.
“Esa es la Democracia nuestra”, concluye aquel poeta. Y agrega: “de la verdadera estamos muy lejos/ demasiado lejos todavía.”
Entonces, la proyectada democracia hecha a base de la pretensión del poder que buscan las diferentes “marcas” ―otrora llamados partidos políticos que ni a Instituto llegan― con sus turistas políticos, no es más que una significación de la representación proporcional primero, de los votantes y después, de la mediocre ciudadanía clasemediera que se ostenta como la oprimida y salvadora de la nación dejando de lado a la clase trabajadora: obreros, campesinos, empleados, maestros, poetas, etc. Y cabría preguntarles de frente, como hizo el poeta Enrique González Rojo, a los citados turistas políticos en campaña, que buscan ahora un cargo de elección popular:
“(…) ¿qué pasó con la táctica?
¿dónde sus olfateos de dialéctica?
Cada uno de ustedes ha acabado por ser el ámbito
en que sólo las pulgas están organizadas
autogestivamente”.
Esa es la democracia de los organizados sin el pueblo. Los dirigentes del turisteo político y sus secuaces que cargan lápidas insufribles como el inexistente Pípila. Son quienes abrogan el verdadero fervor cívico de nuestra existencia histórica. Son los que dudan de la protesta en la calle. Son los que ven con temor a los que alzamos “el puño en alto,
coreando, solo, consignas incendiarias
contra el imperio, la explotación del ambiente,
las turgentes banderas
donde se ha desteñido la esperanza
y el rojo se agazapa en el rosado”.
Son los petulantes de los Cabildos, los Congresos y los gobernadores aliancistas. Son los que transforman dogmas de fe en política interior disfrazada de “política pública”. Son los promotores del garrote y de los moches. Son los que dudan de los árboles. Son los que no ven una perspectiva metafísica en el instante poético porque no planean ni al punto más hondo mucho menos al punto más alto. Son los que no interrogan a nadie porque tienen una vida harto corriente…
Son lo que nos dicen que cerremos los ojos ante la democracia por su visión mínima y demasiado horizontal. Son los diminutos entes que no respetan la investidura presidencial. Son los que no ven en el hombre una síntesis del universo.
Son los políticos de nuestro país y sus secuaces que forman “gobiernos” junto con sus secretarios y partidarios que cumplen con el desliz lineal de fragmentar a la Patria. Son los que compran la crónica y la memoria para asegurar su paso a la historia con infames noticias en los libros hechos por los intelectuales de a modo.
Son los que esperan el milagro de la muerte de los más pobres.
Son los que desfalcan la aurora y el ocaso de la Suave Patria.
Son lo que no tienen respuesta a la pregunta inicial.
Dixi